CAPÍTULO 5

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Capítulo 5: El rencuentro.

El viaje a Doncaster había sido tenso y sombrío para el vizconde y su hermana menor. Cada kilómetro que pasaba solo aumentaba los temores de Eloise sobre el estado de su querida amiga. Cuando por fin llegaron, apenas pudo contener su urgencia.

El lacayo de Anthony, que había estado vigilando discretamente la situación de los Featherington, los recibió con seriedad. Luego condujo a la pareja a la remota finca del médico donde las damas Featherington habían estado acampadas los últimos días, esperando obstinadamente que Penélope se recuperara.

La baronesa viuda, se sobresaltó cuando los anunciaron y se levantó temblorosa de su silla. La pobre madre parecía completamente agotada, agotada por la preocupación y las noches sin dormir. Su hija mayor, Prudence, no estaba mejor.

Anthony hace una reverencia cortés mientras se quita el sombrero de copa y lo sostiene contra su pecho. —Lady Featherington, le pido mis más sinceras disculpas por esta intrusión sin previo aviso. Yo, junto con mi hermana Eloise, habíamos venido a visitar a la señorita Penélope.

Eloise ya no podía esperar más para terminar con todas las cortesías y saludos corteses que debían realizar como nobles, sus manos se retorcían ansiosamente mientras preguntaba por su querida amiga. —Lady Featherington... Penélope, ¿dónde está? Debo verla.

El rostro ya pálido de Portia pareció palidecer aún más ante la petición. Ella negó con la cabeza, casi imperceptiblemente.

—Señorita Bridgerton, temo que mi hija no esté en condiciones de recibir visitas en este momento. Su estado sigue siendo muy grave —dice en voz baja, al contrario de lo que siempre había pensado la joven morena.

Con la negativa de Portia, Eloise sintió que el corazón se le desplomaba y el pánico se apoderaba de ella. Estaba casi lista para poner la habitación patas arriba, solo para pasar junto a la baronesa. Solo para que ella pudiera ver a su mejor amiga. Había esperado varios días, que le parecían mil años, solo para poder ver finalmente a su pelirroja favorita. Eloise no aceptará nada que le impida conocer a Penélope hoy.

Anthony, sintiendo sus emociones y las inexplicables acciones que su hermana podría llevar a cabo en ese momento, dio un paso adelante. Habló y le rogó a Portia que comprendiera, con voz tranquila pero insistente. No quería ejercer su autoridad como vizconde sobre la mamá pelirroja, pero si fuera necesario, solo para que su hermana estuviera tranquila y estable, Anthony estaría dispuesto a hacerlo.

—Nos han mantenido informados de la gravedad de las heridas de la señorita Featherington, milady. Sin embargo, debo implorarle permítanos echar un vistazo a la señorita Penélope. Eso calmaría enormemente los temores persistentes de mi hermana... así como los de nuestra querida madre.

Portia dudó. Sabía lo cercana que era Penélope a los Bridgerton. ¿Cómo era posible que no lo fuera? La joven Featherington había estado pasando la mayor parte de sus tardes en la casa del otro lado de la calle tomando el té. Penélope había sido una presencia permanente en la Casa Bridgerton como compañera de juegos de Eloise y su mejor amiga. Portia sabía que Violet también había sido extremadamente complaciente y cercana con su hija.

Y así, a pesar de su incertidumbre, accedió a la petición del vizconde con un gesto cansado. Los condujo por un pasillo poco iluminado hasta una pequeña habitación de enfermo.

La imagen que Eloise y Anthony vieron fue brutal para sus corazones. Penelope yacía terriblemente inmóvil y pálida sobre las almohadas, su vibrante cabello carmesí se había apagado hasta adquirir un tono enfermizo. Violentos hematomas salpicaban sus brazos y su cabeza estaba envuelta en vendajes blancos.

Recuerdos (Anthony Bridgerton) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora