CAPÍTULO 42

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Capítulo 42: Recién casados.

La gran celebración en el palacio finalmente había llegado a su fin, y Anthony y Penelope, ahora vizconde y vizcondesa Bridgerton, se encontraban en un lujoso carruaje, rumbo a Aubrey Hall. La tranquilidad e intimidad del carruaje ofrecían un marcado contraste con la bulliciosa y grandiosa boda y recepción que acababan de dejar atrás. La luz de la luna se filtraba a través de las pequeñas ventanas, arrojando un suave resplandor sobre sus rostros.

Penélope apoyó la cabeza en el hombro de Anthony y entrelazaron sus manos. La calidez de su tacto y el rítmico traqueteo de las ruedas del carruaje contra la calle adoquinada la tranquilizaron. Casi en un susurro, Penélope expresó su incredulidad ante los acontecimientos del día.

—Todo parece tan surrealista —murmuró—. Nunca imaginé que pudiera merecer tanta felicidad.

Anthony, que todavía estaba asimilando todo lo que había sucedido, asintió con la cabeza. —Lo comprendo perfectamente, mi amor. Yo también lo estoy pasando muy mal. Tenerte finalmente como mi esposa, mi vizcondesa... parece un sueño.

Se quedaron sentados en un agradable silencio durante un momento, cada uno perdido en sus pensamientos. El recuerdo de la gran boda, con la radiante sonrisa de la reina y los aplausos de la alta sociedad, se reproducía en sus mentes. La reina había orquestado una boda digna de la realeza, y su satisfacción era evidente, sabiendo que la esmeralda de la temporada que había elegido había sido una pareja de tan alto perfil.

Mientras Anthony rememoraba los momentos del día, un rubor se apoderó de su cuello y sus músculos se tensaron. Penélope, siempre atenta, notó el cambio. Sintió que la mano de Anthony se apretaba ligeramente y levantó la vista, viendo la rara imagen de su ahora esposo ruborizarse.

—¿Qué tienes en mente, Anthony? —preguntó ella, con curiosidad brillando en sus ojos celestes.

Anthony tragó saliva con fuerza. Sabía que no podía mentirle a Penélope. Como su esposa, ella merecía saber lo que pensaba, sin importar lo vulnerable que lo hicieran sentir. —Penelope, estoy encantado de que estemos oficialmente casados. Significa que ya no hay restricciones entre nosotros en lo que respecta a la intimidad física. Puedo tomarte la mano, besarte y compartir cada momento contigo sin restricciones. Las mejillas de Penélope se sonrojaron mientras escuchaba, pero mantuvo la mirada fija en él. Anthony continuó, su voz más baja y más seria. —Estoy orgulloso de decir que eres mío, y ningún otro hombre puede anhelar tu afecto sin enfrentar mi ira. Como tu esposo, soy el único caballero que puede pedir tres bailes en un baile, y soy el único que te acompañará a cualquier reunión social. A menos que no esté disponible, lo cual, créeme, será imposible porque tengo la intención de hacer alarde ante toda la alta sociedad de que soy tu enamorado esposo.

Penélope se rió suavemente de su posesividad. Siempre había sabido que Anthony era un vizconde severo y dominante, además de un hermano mayor protector. Pero oírlo declarar su amor posesivo como esposo era a la vez entrañable y divertido.

—Anthony, estoy tan contenta como tú. Me siento honrada de ser la mujer que elegiste para ser tu esposa. Disfrutaré viendo caras de decepción cuando paseemos juntos —bromeó.

Anthony no pudo resistir más el impulso. Se inclinó y reclamó sus labios con un hambre que había ido aumentando a lo largo del día. El beso se hizo más profundo cuando él mordió suavemente su labio inferior, provocando un suave gemido de Penélope. Ella separó los labios ligeramente, permitiendo que su lengua explorara su boca.

Penélope respondió con entusiasmo, sus manos se movieron hacia su cuello, sus dedos se enredaron en su cabello castaño. Sus besos se volvieron más apasionados, sus manos recorrieron el cuerpo del otro, buscando el contacto piel con piel.

Recuerdos (Anthony Bridgerton) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora