38: Odio (?)

204 19 6
                                    


Julietta

Lo odiaba. Había intentado no hacerlo, pero lo hacía, no podía parar de pensar en sus. palabras, me había dicho que estaba enamorado de mi y yo había estado a dos punto cinco segundos de tirármele encima y besarlo luego de la cena que preparó aquel día para mí, un día después de eso escuche todo lo que realmente pensaba, como...me dolía de solo pensarlo, podía no tener memoria, pero las palabras de Carlos habían roto mi corazón en mil pedazos con tanta intensidad que sentía como me dolía el pecho.

Todas estas semanas después del accidente, me había sentido segura con él, sentía la estúpida necesidad de abrazarlo todo el tiempo, de extrañarlo, incluso de reprimir con todas mis fuerzas el impulso de besarlo, me sentía tan bien, tan segura con él y ahora, solo estaba segura de que lo odiaba, cómo había podido fingir tan bien, era detestable. Un patán.

Cada palabra de Carlos se había hundido en mi piel como una navaja afilada, cortando, desgarrando. Sentía su dureza, su frío desdén, cada sílaba clavándose en mi pecho y convirtiéndose en un dolor insoportable que me atravesaba hasta lo más profundo de mi ser. Me dejó paralizada, como si todo el aire hubiera sido arrancado de mis pulmones de un solo golpe. Las lágrimas ardían en mis ojos, luchando por salir, mientras su voz seguía resonando en mi mente, repitiendo esas crueles palabras una y otra vez, sin descanso.

¿Cómo podía pensar eso de mí? ¿Cómo podía verme de esa manera, como alguien insignificante, como un error? Las palabras "curiosidad, coñito virgen" seguían retumbando en mi cabeza, cada vez más fuertes, hasta que se convirtieron en un eco ensordecedor que ahogaba todos los demás sonidos. Me sentía desamparada, como una niña perdida en medio de la oscuridad, sin nadie a quien acudir, sin un lugar donde esconderme de ese dolor.

Había confiado en él. Lo había dejado entrar en mi vida, en mi corazón, era poco tiempo, si, pero de alguna manera, nuestra convivencia, como me había sostenido todo este tiempo...había hecho que lo...lo...quisiera, como un amigo, si. Eso. Y ese amigo, me había traicionado y dolía, demasiado. Había creído en nosotros, en la conexión que compartíamos, en la calidez de sus abrazos, en la suavidad de su voz cuando me decía que todo estaría bien. Y ahora, todas esas promesas se habían desmoronado, revelando una verdad que me dejó vacía y rota.

Cada fibra de mi ser se sentía traicionada. Cada momento compartido, cada risa, ahora se sentían como una mentira. Me di cuenta de que había construido castillos en el aire, y ahora esos castillos se derrumbaban, dejándome en un vacío donde no había nada más que desolación. La tristeza que sentía era abrumadora, un peso insoportable en mi pecho que hacía que cada respiración fuera dolorosa. No podía dejar de pensar en lo estúpida que había sido, en lo ingenua que había sido al creer que él podría sentir algo real por mí. Todo era una farsa, lo fue desde el principio y yo había caído.

El suelo bajo mis pies se sentía inestable, como si en cualquier momento fuera a desmoronarse, y yo no podía hacer nada para detenerlo. Quería desaparecer, desvanecerme en la nada, dejar de sentir. El dolor era tan grande que me costaba respirar, como si el simple acto de existir fuera una tortura que no podía soportar. Y no entendía por qué, dolía tanto y ni siquiera podía entenderlo.

Cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro, escuchaba sus palabras. No había escapatoria. Estaba atrapada en esta prisión de tristeza, y no había nadie que pudiera salvarme. Ni siquiera yo misma. Todo lo que quería era que el dolor se detuviera, que esa agonía implacable se desvaneciera, aunque fuera solo por un momento. Pero no lo hizo. Y lo peor de todo es que sabía que esto era solo el comienzo. Porque en ese instante entendí, que que la única persona que quería que me consolara, era la misma que me había roto el corazón.

Emociones Silenciadas - Carlos Sainz JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora