39: Furia

189 15 1
                                    

Julietta

–Lo odio. – espete

–Venga bonita, no lo vale. Nadie vale tu odio. –

–No. Si. El si, esta enfermo, se supone que es mi amigo...y...y el...invento esas cosas sobre ti y yo...yo me quedé dormida...llorando ¿sabes? confie en el, pense que me habías roto el corazón ¡Por su jodida culpa! y estoy muy confundida porque...–porque aunque no lo recuerde, creo que estoy enamorada de tí, díselo cobarde, me dije mentalmente. – porque...dijiste que podía pedirte lo que quisiera. – solté en cambio.

–Todo. – soltó acortando la distancia entre nosotros.

¿Todo?. – pregunte, nerviosa.

–Soy incapaz de negarte nada. – susurro mientras acariciaba mi rostro.

–Yo quiero...–

–Quieres...–

–Besame...no me debes nada, si no quiere...

El mundo se detuvo por completo en el momento en que sus labios rozaron los míos. Fue como si todo a mi alrededor desapareciera, como si el tiempo y el espacio se desvanecieran en un segundo. La calidez de su boca, la suavidad de su aliento, todo era como un sueño del que no quería despertar. Su beso fue mágico, como un hechizo que me envolvió y me dejó flotando, suspendida en un mar de emociones que no sabía que podían existir.

Sentí su mano deslizarse por mi mejilla, sus dedos enredándose en mi cabello con una ternura que casi me hizo llorar. Había algo tan puro, tan real en su toque, como si en ese momento solo existiéramos él y yo, unidos en un gesto tan simple y, a la vez, tan cargado de significado. Su beso no era solo un beso; era una promesa, un consuelo, una declaración silenciosa de todo lo que no se podía decir con palabras.

Había intensidad en la manera en que me besaba, una pasión contenida que se desbordaba con cada movimiento, con cada roce de su lengua contra la mía. Pero también había una suavidad, una delicadeza que me hizo sentir como si fuera lo más preciado en su vida, como si tuviera miedo de romperme. Y en ese instante, lo supe. Supe que no había nada más hermoso, más perfecto, que estar en sus brazos, que perderme en su beso.

Mi corazón latía desbocado, mi piel ardía al contacto con la suya, y mis manos, temblorosas, se aferraron a su espalda como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. Y, sin embargo, en medio de esa tormenta de sensaciones, había una paz, una calma que nunca antes había sentido. Con Carlos, todo era diferente. Todo era más profundo, más verdadero.

Cuando finalmente nos separamos, solo un poco, lo suficiente para mirarnos a los ojos, supe que algo había cambiado para siempre. Ese beso, tan tierno, tan intenso, había dicho más de lo que mil palabras podrían expresar. Y mientras me quedaba ahí, perdida en su mirada, supe que no había marcha atrás. Había encontrado algo que no sabía que había estado buscando. Algo que no estaba dispuesta a perder.

Carlos, mirándome a los ojos con una intensidad que me hace sentir vulnerable –Bonita... Llevo semanas esperando este momento. –

fruncí el ceño, confundida por la seriedad en su voz –¿Esperando? ¿Qué momento, Carlos? – Lo sabía, pero quería escucharlo de sus labios.

Sonrió suavemente, como si hubiera estado guardando un secreto – El momento en que tú me pidieras estar aquí, contigo... más cerca. He estado esperando que me lo pidieras, que quisieras que yo estuviera a tu lado de esta manera. –

Mi corazón se acelera, sus palabras comienzan a hacer eco en mi mente –Yo...–

Carlos tomo mi mano suavemente y la acerco a su pecho, donde pude sentir los latidos fuertes de su corazón –Desde que despertaste, he deseado estar cerca de ti, que me pidieras que no me alejara. Te he observado, Julietta, cada vez que mirabas hacia otro lado, cada vez que intentabas no mostrar tus emociones... y todo lo que he querido hacer es cuidarte, sostenerte, darte todo lo que necesitas –

Eres todo lo que necesito y más. Pensé.

Sus palabras me envolvieron, mis ojos se llenaron de lágrimas sin poder evitarlo –Carlos, yo... –

Carlos nego con la cabeza, acercándose más a mí, sus ojos brillan con sinceridad, parecía leer mis pensamientos... –No, Julietta. No es lástima ni responsabilidad. Es porque quiero estar aquí. Porque tú significas más para mí de lo que puedes imaginar. Llevo semanas esperando que me necesites... que me pidas que no te deje sola. –

Sentí que un nudo se deshace en mi pecho, y una ola de alivio y confusión me inunda –Carlos... yo también he sentido eso. He deseado que te quedaras, que no te fueras. Pero tenía miedo de que... de que sólo fuera algo temporal, por mi situación. –

Carlos acaricio mi mejilla con ternura, su toque cálido, me mataba –No es temporal, Julietta. Estoy aquí para lo que necesites, por el tiempo que lo necesites. No me iré, a menos que me lo pidas...no es cierto...jamás te dejaría ir, bonita –

–Entonces... no te vayas. Quédate conmigo. –

–Eso es todo lo que quería escuchar. –

Me atrajo hacia él en un beso suave y reconfortante. Sentí que mi corazón se aligeraba un poco, y en nuestras bocas se unieron desesperadas.




CAPITULO TURBO EXPRESS!!!

Mañana defiendo mi tesis y estoy con todo encima, pero no quería dejarles una semana más sin capitulo.

Estamos casi en la recta final...50 caps y el epilogo...

Les quiero, byeeeee

-Juls.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 08 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Emociones Silenciadas - Carlos Sainz JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora