Especial: Monza, La Carrera

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Domingo.

Podría decir que llevaba casi 24 hrs pensando en que haría con el contrato y con Julietta. Ayer después de que Lando nos interrumpiera, Caco subió con los demás a la terraza "casualmente" con mi pastel de cumpleaños. Era evidente que quería que Lando les contara lo que había visto, a mi, acorralando a Julietta para besarla. El muy idiota había apostado con George, que Ju y yo estabamos a los besos en la terraza...pero eso no contó como uno, nos habían interrumpido.

Entre risas, bromas y canciones de cumpleaños, pase una noche increíble, mi arquitecta había bajado la guardia y ya no estaba molesta conmigo, todos regresamos temprano, ya que el día siguiente osea hoy, teníamos carrera. Julietta y yo nos volvimos descuidados esa noche, la besé en el carro, en pasillos escondidos, ella me besó en el elevador y ambos estábamos tan perdidos en nuestros besos, que no nos importó hacerlo en el pasillo a nuestra suit.

Carmen nos vio, tanto Julietta como yo lo notamos, pero a ninguno de los dos nos importó, ambos nos besamos con ansias, cerramos la puerta y seguimos con nuestra tarea, estaba demasiado perdido en sus labios, en su piel, que cada día conocía unos centímetros más de esta. A lo que no ponía objeción, la castaña llevaba un vestido strapless, que me daba acceso a su cuello, clavícula y hombros, repartía besos por todo el lugar.

Ahora me había vuelto adicto a ella, nos besamos hasta quedarnos dormidos, ya se nos estaba haciendo costumbre y podría hacerlo todo el día, todos los días. Mi necesidad por Julietta últimamente nublaba mis sentidos, pero no me importaba en lo absoluto a diferencia de hace un año...no me importaba si Julietta sería un huracán en mi vida, llevándose todos mis muros a su paso, que hiciera lo que deseara conmigo, yo cedería ante ella. La atracción física que sentía hacia la castaña, incluso había llegado más de una vez a incomodar en mis pantalones...pero por alguna razón, no quería llegar a lo sexual con ella, bueno si, pero no de esa manera, no solo quería sexo y eso me atormentaba de alguna manera...y en el fondo lo sabía, sabía que si probaba la piel de la castaña, corría el riesgo de enamorarme de ella. Y siendo sincero...eso me aterraba, nunca había estado enamorado...

Tenía en mi cama, besando mis labios a una mujer espectacular, a la que claramente no le era indiferente, pero no podía solo tomarla y ya ¿por qué? –lo sabes idiota– de pronto, recordé como aquellos besos ansiosos, se convirtieron en besos tiernos, lentos, suaves y castos, hasta finalmente dormirnos entre nuestros brazos y de alguna manera aquello me asustaba.

Había despertado hace más o menos cuarenta minutos y no quería irme de su lado. Antes cuando la veía dormir así, era incapaz de despertarla y ahora, una voz en mi cabeza quería hacerlo, debía ir a entrenar, pero necesitaba motivación ¿y si la despertaba para que me diera un beso? No...no podría ¿o si? Julietta se estiró un poco, como si estuviera por despertar y yo no podía parar de pensar en lo mucho que quería besarla antes de irme.

–¿Despertaste, preciosa?– susurré con cautela

–Mmmmm casi...– susurró adormecida mientras giraba su rostro al mío y sus orbes conectaban con los míos.

Sus párpados estaban ligeramente hinchados por el sueño, había cabellos rebeldes por su rostro, tenía un peculiar brillo en los ojos, a pesar de que estos estaban entre abiertos. Su nariz estaba ligeramente enrojecida, estos días durmiendo a su lado, había notado eso, al despertar su nariz enrojecía un poco, supongo que por el clima templado de las madrugadas, se veía preciosa. Inconscientemente acaricie sus mejillas con mis manos y aquello le provocó una tierna sonrisa en los labios.

La acerque a mi delicadamente y la bese, era un beso lento, tome sus labios como si hace unas pocas horas no lo hubiese hecho. Porque quería hacerlo, lo deseaba, ahora ya no podría iniciar mis días sin besarla, no quería. Paré por unos segundos, debía dejar que Ju descansara, yo debía entrenar pero ella podía seguir durmiendo, retiré mis manos de su cintura para alejarme cuando sentí su mano tomar la mía y colocarla nuevamente en su cintura...joder.

Emociones Silenciadas - Carlos Sainz JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora