30: Oscuridad

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¡Advertencia!: Las emociones de este capítulo son intensas y descriptivas.

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Julietta

Un cuerpo rígido, una respiración pesada, y pinchazos ardientes de veneno en fuertes dosis en mis venas, esto no era pánico, lo que tantas veces pensé, era algo más, estaba a solas con la maldad personificada, yo era su presa y no estaba en un cuento mágico de hadas, en la que un príncipe vendría a mi rescate, estaba sola, completamente sola, mi supervivencia al monstruo frente era...debatible, dependía únicamente de mi, mis pensamientos no me gustaron en lo absoluto, porque en lugar de idear cómo salir de un laberinto en el que yo misma había entrado, mi primer pensamiento fue el sonido de la risa de Carlos, más lágrimas recorrían mis mejillas, pensé en las risas de mis padres, de mis hermanos...en las advertencias de Felipe, dicen que tus seres queridos son tu último pensamiento cuando...no me atreví ni a mencionar la palabra mentalmente ¿eran mis pensamientos una premonición? En el fondo lo sabía, pero me negaba a aceptarlo, no quería irme, no así.

El corazón martillaba contra mi pecho, desbocado, un recuerdo cruel golpeo en lo más profundo, en una feria a la que asistimos hace varios años ya con mis amigas, fuimos por la mera anécdota a que nos leyesen las cartas, al llegar mi turno bufé, era ridículo lo que me había dicho aquella extraña señora, que una celebridad se enamoraría de mi, que sería un amor lindo, acelerado, sano, pero corto, pues ella no podía ver mi futuro con claridad y que cuando eso pasaba era porque no existía tal cosa, no podía ver mi futuro moriría joven. Lo cierto es que había eliminado ese recuerdo, hasta ese día...y Carlos contaba como celebridad ¿no? entonces ese sería mi destino ¿morir joven? y a manos de quien creí alguna vez mi salvador.

Me negaba, yo nunca había sido supersticiosa, pero, no, no, no iba a morir, al menos no así, no a manos de el, tenía una vida por delante, con Carlos, quien en ese momento no pude verlo más claro, era el amor de mi vida, no podía rendirme así de fácil, esa Julietta era la muerta, no yo. Veía los labios de Pierre moverse, pero el sonido era distorsionado, mi cerebro era incapaz de entender lo que decía, estaba sumida en buscar la manera perfecta de escapar, no podría ser algo fisico, me doblabla la estatura y era más fuerte que yo, no podía atacarlo con nada, no jarrones, no bates, nada cerca de mi...tendría que usar mi cerebro para escapar de sus garras, jugaría con el tal como el lo hizo conmigo todo este tiempo y luego me echaría a reír en su cara...podía hacerlo, por mi, por Carlos, por mi familia y por la que en un futuro lejano deseaba construir con el, por nosotros, por mis sueños, que eran varios, personales, profesionales, este hijo de puta no se los iba a llevar, no se lo pondría fácil... ¡Bingo!

Fácil. El pensaría justo eso, que se la pondría fácil, que no lucharía, el no conocía la nueva versión de Julietta, esa que aunque estuviese presa de pánico, se enfrentaba a el, esa que no se dejaba vencer, esa que sería su karma, porque aunque el sabía todo sobre mi, sobre mis fantasmas, miedos e inseguridades, no tenía acceso a esta nueva y mejorada versión, una que acabaría con su juego perverso, la que terminaría con el, la que usaría su maldita y enfermiza obsesión a su favor, estas jodido Pierre, realmente jodido. Fue entonces, cuando esa voz gélida y desgarradora se volvió clara para mi.

–Me has puesto siempre todo tan fácil, bonita. – comentó irónico. Sollocé dispuesta a mandarlo a callar, a que no se atreviera a usar aquel apodo conmigo, a restregarle que solo había un hombre con ese derecho, pero callé, debía verme vulnerable, débil, un cuervo herido.

Emociones Silenciadas - Carlos Sainz JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora