23: La Verdad de Leo Parte I/III

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Pierre.

Soy un hombre metódico, todo en mi vida está milimétricamente orquestado...

¿¡Y cómo estás tan seguro!?

Porque lo asesine. Lo asesine para tí.

La voz de Julietta retumbaba en mis oídos, tan fresca como hace 48 hrs, cuando cometí un grave error. "Verá en mi hospital, se intervino quirúrgicamente hace unos años al Ing. Leo Lombardi". Julietta no sabía aquello...o bueno sí, pero por alguna razón no lo recordaba o simplemente no había hecho la relación. Me estaba volviendo desprolijo, desesperado por su atención, había cometido varios errores en estos últimos meses y todo por un estúpido piloto que estaba arruinando todos mis jodidos planes...el cabrón se había llevado el trofeo, mi trofeo.

"Oficialmente" yo había conocido a Julietta en aquel accidente, que también fue planeado, pero realmente llevaba casi cuatro años añorando que fuera mía. Un día de rutina en el hospital, un idiota llego a emergencias porque se había fracturado el tobillo mientras se tiraba desde una terraza baja, hasta una piscina, como dije, un idiota. El sujeto necesitaba cirugía, en cuanto su novia entró desesperada por las puertas del hospital, supe que era la mujer de mi vida...recuerdo ese día como si hubiese sido ayer...

Cuando la vi por primera vez, Julietta estaba ahí, perdida en un mar de preocupación y ansiedad. Su presencia destacaba entre la multitud, como una luz en medio de la oscuridad. Recuerdo claramente cómo su rostro reflejaba el temor y la angustia mientras esperaba noticias sobre su novio, quien estaba en cirugía por su idiotez.

En ese momento, un deseo oscuro y siniestro comenzó a crecer en lo más profundo de mi ser, una obsesión desesperada que me consumía con cada mirada furtiva que le dirigía a Julietta. Era como si estuviera hipnotizado por su presencia, atrapado en un abismo de emociones que me arrastraba hacia ella de una manera incontrolable.

Cada vez que la veía, sentía un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Era como si estuviese siendo atraído por un imán invisible, como si mi destino estuviera ligado de alguna manera al suyo. Y aunque intentaba alejarme, luchar contra esta obsesión que me consumía, era inútil. Julietta se había convertido en el centro de mi universo con tan solo verla, en la única razón por la que seguía adelante en medio de la oscuridad que me rodeaba en ese momento.

Me obsesioné con cada detalle de su vida, con cada gesto y palabra que salía de sus labios. La observaba desde la distancia, como un depredador acechando a su presa, esperando el momento adecuado para actuar. Y aunque sabía que mis sentimientos eran enfermizos, no podía evitarlo. Julietta era como un imán que me atraía hacia ella, que me sumergía en un abismo de desesperación y locura.

Pero Julietta nunca notó mi presencia. Estaba demasiado preocupada por su novio, por su dolor y su sufrimiento, para darse cuenta de la sombra que se cernía sobre ella. Y aunque intentaba acercarme, entablar conversaciones superficiales que apenas disimulaban mi verdadera intención, era como si fuera invisible para ella, como si no existiera en su mundo de preocupaciones y temores.

Y así, en medio de la oscuridad del hospital, mi obsesión por Julietta creció como una sombra ominosa, envolviéndola en un abrazo frío y desesperado. No importaba que ella no correspondiera a mis sentimientos, que ni siquiera supiera quién era yo. Para mí, Julietta era todo lo que importaba en este mundo, la razón por la que seguía adelante a pesar de la oscuridad que me rodeaba. Y aunque sabía que esta obsesión era mi perdición, no podía evitarla. Julietta se había convertido en mi todo, en la luz que iluminaba mi sombrío y desesperado camino.

Los días siguientes a la recuperación de Leo en el hospital, mi obsesión por Julietta se intensificó hasta alcanzar límites insospechados. No podía sacarla de mi mente, su imagen se grababa en mis pensamientos como un tatuaje imborrable. Cada noche, mientras recorría los pasillos desiertos del hospital, mi mente se llenaba de fantasías enfermizas en las que ella era el centro de todo.

Emociones Silenciadas - Carlos Sainz JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora