El muro que nos separa ya no está cap. IX

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Después de lo que pareció una eternidad de luchar por sus vidas en el oscuro laberinto, Deku y Bakugo finalmente encontraron un rincón donde podían sentarse y descansar. El ambiente estaba impregnado de una calma extraña, con el eco de sus respiraciones resonando en las paredes de piedra mientras trataban de procesar todo lo que acababa de suceder. Estaban exhaustos, cubiertos de polvo y pequeñas heridas, pero por primera vez en horas, sentían que podían respirar sin temor a un nuevo ataque.

Deku se acomodó contra la pared, su cuerpo todavía tenso por la adrenalina, pero el calor del cuerpo de Bakugo a su lado lo tranquilizaba. Habían pasado por tanto, y aún estaban juntos. Ese simple hecho lo llenaba de una mezcla de alivio y amor que apenas podía contener. Bakugo, por su parte, estaba sentado con las piernas estiradas, la mirada fija en el suelo mientras recuperaba el aliento.

El silencio entre ellos no era incómodo; era necesario. Había tanto que decir, pero también tanto que simplemente necesitaba ser sentido. Después de varios minutos, fue Deku quien rompió el silencio, su voz suave, cargada de emoción.

- Kacchan… lo que hiciste allá atrás… Me salvaste tantas veces…

Bakugo desvió la mirada, su expresión endurecida por la emoción que luchaba por mantener bajo control. No quería parecer débil, pero las palabras de Deku lo golpeaban en un lugar vulnerable que apenas comenzaba a comprender.

-No fue nada- murmuró, aunque ambos sabían que no era cierto.

- Sí lo fue- insistió Deku, girándose para mirarlo directamente, su corazón latiendo con fuerza. - Desde que entramos en este maldito laberinto, no has hecho más que protegerme… incluso cuando me atraparon.-

Sus ojos se oscurecieron al recordar el momento en que había sido arrancado del lado de Bakugo por esa energía invisible, el pánico que había sentido, pero también la furia en los ojos de Bakugo mientras luchaba desesperadamente para liberarlo.

Bakugo frunció el ceño, el recuerdo de esa impotencia aún fresco en su mente.

- No podía dejar que te pasara algo, Deku. Cuando te vi atrapado por esa energía, fue como si algo dentro de mí simplemente se rompiera.

Sus palabras eran rápidas y casi atropelladas, como si estuviera admitiendo algo que había guardado durante demasiado tiempo.

Deku sintió un nudo en la garganta al escuchar la intensidad en la voz de Bakugo, la cruda sinceridad que rara vez mostraba.

- Kacchan…- susurró, acercándose un poco más - Estuve tan asustado. No por lo que me pasaría a mí… sino por lo que te haría a ti si no lograbas salvarme.

Bakugo finalmente levantó la mirada, y sus ojos se encontraron en una conexión que iba más allá de las palabras, atravesando cualquier muro que quedara entre ellos.

- Por eso hice lo que tenía que hacer- dijo Bakugo, su voz más suave ahora, pero cargada de una emoción que nunca antes había dejado salir. - Cuando esos escombros comenzaron a caer… simplemente reaccioné. No podía dejar que te lastimaran.

Recordó cómo lo había acorralado contra la pared, usando su propio cuerpo como escudo, sintiendo el peso de las rocas cayendo a su alrededor mientras mantenía a Deku a salvo.

- Y luego, cuando rodamos juntos, sólo pensaba en mantenerte fuera de peligro.- dijo Kacchan

Deku recordó ese momento con una mezcla de asombro, gratitud, y algo más profundo que se extendía por cada fibra de su ser. Habían caído juntos, rodando por el suelo, y Bakugo había sido quien había asegurado que su cabeza no golpeara las piedras afiladas, protegiéndolo con sus propias manos.

- Nunca me has dejado, Kacchan… ni en los momentos más peligrosos, ni siquiera cuando era mi culpa que estuviéramos en esa situación.

Bakugo resopló, intentando mantener su tono habitual de indiferencia, pero había una suavidad en su expresión que no podía ocultar.

- Siempre te metes en problemas, nerd. Alguien tiene que estar allí para sacarte.

Deku sonrió ante el comentario, pero su corazón latía con fuerza al pensar en lo que Bakugo había confesado momentos antes. El amor que había sentido en los besos de Deku sobre sus nudillos heridos había sido correspondido, y ahora ambos estaban sentados en ese rincón del laberinto, sabiendo que ya no había vuelta atrás.

- Kacchan…- comenzó Deku de nuevo, inclinándose hacia él, sus manos temblorosas pero decididas. - Lo que pasó antes… No puedo dejar de pensar en lo que sentí cuando… cuando besé tus heridas. Sentí como si… como si estuviera conectando contigo de una manera que nunca antes habíamos permitido.

Bakugo no respondió de inmediato, pero no se apartó cuando Deku acercó su mano a la suya, entrelazando sus dedos con una suavidad que contrastaba con todo lo que habían vivido ese día.

- Lo sé, me cuesta admitirlo pero yo tampoco puedo dejar de pensar en eso. Y… creo que también lo sentí. Como si, por fin, estuviéramos siendo honestos… contigo y conmigo mismo.

El silencio se instaló nuevamente, pero esta vez estaba lleno de una comprensión mutua, una aceptación de lo que siempre había estado entre ellos, un amor que ahora no podían ignorar. Finalmente, Bakugo apretó la mano de Deku con una suavidad que rara vez mostraba, como si temiera romper la frágil pero poderosa conexión que acababan de descubrir.

- De aquí en adelante, Deku… lo que venga, lo enfrentaremos juntos.

Deku asintió, sus ojos brillando con una determinación renovada, pero también con una ternura que reflejaba todo lo que sentía por Bakugo.

- Sí, Kacchan. Siempre juntos.

Y en ese rincón del laberinto, rodeados por la oscuridad pero iluminados por la calidez de su vínculo recién revelado, supieron que ya no había necesidad de luchar solos. Mientras sus manos permanecían entrelazadas, una promesa silenciosa se selló entre ellos, un amor que había crecido en medio de la adversidad, más fuerte y más intenso que nunca antes.

De repente, sin previo aviso, Bakugo se movió y, antes de que Deku pudiera procesarlo, el rubio se acomodó, poniendo su cabeza sobre las piernas de Deku. El contacto fue tan inesperado que Deku se quedó completamente inmóvil, su corazón acelerándose al sentir el peso y la calidez de Bakugo descansando sobre él. Nunca había imaginado que Bakugo haría algo tan… íntimo, tan vulnerable.

- Kacchan…- Deku murmuró, su voz temblorosa. Pero no había enojo ni incomodidad en su tono, sólo una profunda sorpresa y un creciente afecto que lo llenaba por completo.

Bakugo no respondió, simplemente cerró los ojos, permitiéndose descansar por primera vez en lo que parecía una eternidad. No había ninguna palabra necesaria en ese momento, y Deku entendió que este gesto, más que cualquier cosa que Bakugo pudiera haber dicho, era una muestra de la confianza y el amor que ahora compartían. Con ternura, Deku levantó una mano y comenzó a acariciar suavemente el cabello de Bakugo, sintiendo cómo su propio corazón se llenaba de calidez

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