confusión cap. XXI

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Bakugo apretó los puños con fuerza, sintiendo la tensión acumulada en sus hombros. Nunca había sido bueno con las palabras, especialmente cuando se trataba de algo tan delicado como lo que estaba a punto de decir. Pero ya no había vuelta atrás. El momento que había temido durante tanto tiempo finalmente había llegado.

-Deku... -empezó Bakugo, su voz más baja de lo habitual, carente de la habitual seguridad que siempre proyectaba-. Esto no era... no era como quería que lo supieras.

Deku dio un paso más hacia él, la confusión en su rostro suavizándose un poco, reemplazada por una mirada de comprensión, aunque la incertidumbre seguía presente.

-¿Qué... qué quieres decir, Kacchan? -preguntó Deku, tratando de mantener su voz firme a pesar de la marea de emociones que lo abrumaba.

Bakugo desvió la mirada, sintiéndose atrapado. No quería que Deku viera la vulnerabilidad en sus ojos, pero también sabía que no podía seguir ocultando lo que sentía.

-Maldita sea, Deku... -soltó finalmente, su voz temblando de frustración-. ¡Todo esto es tan jodidamente difícil! Nunca he sido bueno para expresar lo que siento, y menos contigo. Siempre he estado luchando contra esto... contra lo que siento por ti.

Deku se quedó inmóvil, su corazón latiendo con fuerza al escuchar las palabras de Bakugo. No podía creer lo que estaba escuchando, pero la sinceridad en la voz de Bakugo lo golpeó como una corriente eléctrica, despertando algo dentro de él.

-¿Kacchan...? -susurró Deku, dando un paso más cerca de la cama, sin apartar la mirada de Bakugo-. ¿Estás diciendo que...?

Bakugo cerró los ojos, tomando una profunda respiración, como si estuviera a punto de saltar de un precipicio. Cuando volvió a abrirlos, sus ojos estaban fijos en los de Deku, llenos de una determinación feroz.

-Sí, Deku... Estoy diciendo que te amo -confesó Bakugo, las palabras saliendo de sus labios con una mezcla de alivio y miedo-. Te he amado por mucho tiempo, pero no sabía cómo enfrentarlo. Lo que sentía me asustaba, y lo escondí tras mi ira, tras mi orgullo... pero ya no puedo seguir haciéndolo.

El silencio que siguió fue ensordecedor, pero no había vuelta atrás ahora. Bakugo había dejado caer la última de sus barreras, mostrando a Deku la parte más profunda de sí mismo, una parte que nunca antes había revelado a nadie.

Deku se quedó quieto, asimilando lo que acababa de escuchar. Su corazón latía con una mezcla de confusión y emoción, luchando por encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, con una suavidad que sorprendió a ambos, Deku se acercó aún más, hasta que estuvo justo al lado de la cama.

-Kacchan... -murmuró, sus ojos brillando con una intensidad que Bakugo nunca había visto antes-. No sabes cuánto he deseado escuchar eso.

Bakugo lo miró con sorpresa, sin estar seguro de haber oído bien. Pero antes de que pudiera decir algo más, Deku extendió una mano, tomando la de Bakugo con una delicadeza que lo hizo estremecerse.

-Yo también te amo, Kacchan -susurró Deku, su voz cargada de emoción-. Siempre lo he hecho.

La confesión de Deku cayó como una bomba en el corazón de Bakugo, pero en lugar de destruirlo, lo llenó de una calidez que nunca había experimentado. La tensión que había sentido durante tanto tiempo se disipó lentamente, reemplazada por una paz que no sabía que era posible.

Sin decir más, Deku se inclinó hacia él, sus labios encontrando los de Bakugo en un beso suave y lleno de promesas. Era un beso que hablaba de todos los años de peleas, de rivalidad, pero también de un amor que había crecido en el fuego de esas mismas luchas.

Y por primera vez en mucho tiempo, Bakugo se permitió relajarse, entregándose completamente a lo que sentía, sabiendo que ya no tenía que esconderse más.

Bakugo sintió cómo la realidad lo golpeaba de nuevo. La imagen de Deku besándolo se desvaneció como humo, dejando solo el peso insoportable de la verdad. Todo lo que pasó hace unos segundos era producto de su imaginación. Sus ojos se encontraron con los de Deku, quien lo miraba con una mezcla de confusión y preocupación. El nudo en su garganta crecía.

-Kacchan... -Deku repitió su nombre.-. ¿Qué querías decirme? ¿Por qué estabas...?

Bakugo intentó responder, intentó formar palabras que pudieran explicar lo que sentía, pero nada salió. Cada intento de hablar se estrellaba contra la barrera de emociones que lo estaba ahogando. Quería gritar, quería decirle a Deku que todo era una confusión, que lo que había sentido en ese momento no era lo que Deku creía. Pero las palabras no venían. Se quedó paralizado, su mirada clavada en las sábanas blancas que cubrían sus piernas, el nudo en su garganta creciendo hasta que sintió que apenas podía respirar.

El silencio se alargó entre ellos. Deku, observando la lucha interna de Bakugo, sintió cómo una tristeza profunda comenzaba a instalarse en su pecho. Había venido a buscar respuestas, pero lo que encontró fue un Bakugo incapaz de articular lo que realmente sentía. Entonces, lentamente, la comprensión empezó a asentarse en la mente de Deku.

-No puedes decirlo, ¿verdad? -Deku murmuró.-. No puedes decirme nada porque ya no soy importante para ti.

Bakugo levantó la vista, su rostro reflejando una mezcla de sorpresa y desesperación. Quiso negarlo, quiso gritar que Deku estaba equivocado, pero el nudo en su garganta le robó cualquier intento de respuesta.

Deku dio un paso hacia atrás, apartando la mano que había extendido hacia Bakugo, la tristeza en sus ojos transformándose en algo más frío, más distante.

-Entiendo... -dijo Deku en un tono bajo, casi para sí mismo, pero lo suficientemente alto como para que Bakugo lo escuchara-. No dar una respuesta también es una respuesta, Kacchan. No tienes que decirlo. Ya veo lo que realmente está pasando. Yo pensaba que el laberinto nos ayudó a conectar pero creo que nos estará alejando.

Bakugo sintió cómo su corazón se encogía dolorosamente al ver la expresión de Deku cambiar, como si algo se rompiera entre ellos.

-No juegues más conmigo -continuó Deku, con la voz temblorosa pero decidida-. Si sientes algo por Kirishima, no sigas arrastrándome en esto. No puedo seguir soportando esta incertidumbre, no puedo seguir haciéndome ilusiones si ya has encontrado a alguien más.

El impacto de esas palabras dejó a Bakugo sin aliento. Quiso detener a Deku, explicarle que no era así, que no había elegido a Kirishima sobre él, pero su cuerpo no respondía.

-Adiós, Kacchan -dijo Deku con un último susurro, antes de girarse rápidamente.

El sonido de la puerta cerrándose con un fuerte portazo resonó en la habitación, como un disparo que hizo eco en el silencio que dejó atrás. Bakugo se quedó allí, paralizado, con la mirada fija en el lugar donde Deku había estado solo unos segundos antes, sintiendo cómo el nudo en su garganta se convertía en un vacío.
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Hola, si has llegado hasta aquí, gracias por haber leído. Falta poco para llegar al final de esta historia.

Un Laberinto De SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora