Mientras Bakugo se dejaba llevar por el sueño, Deku continuó acariciándolo, sonriendo ante la suavidad que encontraba en cada mechón de cabello. Sabía que, pase lo que pase, ambos habían cruzado un umbral del que no había retorno. Estaban juntos, más cerca de lo que jamás habían estado, y eso les daba la fuerza para enfrentar cualquier cosa que el laberinto.
Y así, con Bakugo descansando sobre él y el peso de sus palabras aún flotando en el aire, Deku supo que, en ese rincón oscuro del laberinto, habían encontrado algo mucho más grande que cualquier enemigo que hubieran enfrentado. Habían encontrado el uno en el otro, y con eso, podían superar cualquier cosa.
Mientras el silencio se asentaba cómodamente entre ellos, Bakugo permanecía con la cabeza descansando sobre las piernas de Deku. La oscuridad del laberinto ya no parecía tan abrumadora; en cambio, una sensación de paz y calidez llenaba el espacio que compartían.
Deku continuaba acariciando el cabello de Bakugo, maravillado por lo raro y especial que era este momento, cuando, de repente, sintió que Bakugo se movía.
Sin levantarse, Bakugo se giró lentamente, quedando boca arriba, con la mirada fija en el techo del laberinto, pero su expresión era tranquila. Deku miró hacia abajo, encontrándose con esos ojos rojos que solían estar llenos de determinación y dureza, pero que ahora mostraban algo más suave, algo que solo Deku había tenido la suerte de ver.
Bakugo lo observó por un momento, y luego, con una voz baja, cargada de una sinceridad inusual, dijo:
- Deku... No sé qué haría sin ti.
Esas palabras simples, pero tan profundas, hicieron que el corazón de Deku latiera con fuerza. Todo lo que había pasado entre ellos, todas las peleas, las luchas, y ahora este momento de calma, culminaban en esa confesión inesperada. Deku sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas de pura emoción. Las palabras de Bakugo derretían cualquier barrera que pudiera haber quedado entre ellos.
Sin decir una palabra, Deku se inclinó hacia adelante, manteniendo su mirada fija en la de Bakugo, y con ternura, depositó un suave beso en la frente del rubio. Era un gesto lleno de amor y agradecimiento, una manera de devolverle a Bakugo la paz y el afecto que acababa de darle con sus palabras.
El contacto de los labios de Deku sobre su piel hizo que Bakugo cerrara los ojos, permitiendo que ese sentimiento de calidez lo envolviera por completo. A pesar de toda su fuerza y dureza exterior, en este instante, en los brazos de Deku, Bakugo se permitió ser vulnerable, aceptando ese amor que ambos compartían de una manera que nunca antes había permitido.
Deku permaneció allí, con los labios rozando suavemente la frente de Bakugo, sus dedos aún acariciando su cabello. No necesitaban más palabras; todo lo que sentían estaba claro en sus gestos, en sus miradas. El mundo alrededor podía ser caótico, pero en ese pequeño rincón, habían encontrado algo puro, algo que los unía más allá de cualquier desafío.
Mientras el beso se desvanecía, Deku se apartó un poco, pero no lo suficiente para romper la conexión que habían creado. Bakugo abrió los ojos lentamente, su mirada suave y relajada, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. No era necesario decir más; ambos sabían que, a partir de ahora, no estarían solos en sus batallas. Estaban juntos, con un amor que era inquebrantable.
Y así, en esa quietud, Deku y Bakugo permanecieron unidos, sabiendo que este momento, este vínculo, era lo que les daría la fuerza para seguir adelante, pase lo que pase.
Después de que Deku depositara un suave beso en la frente de Bakugo, ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad que había surgido entre ellos. El contacto y las palabras compartidas habían creado un momento de cercanía y afecto que rara vez se permitían.
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Un Laberinto De Sentimientos
RomanceDurante una misión de rescate, Izuku Midoriya y Katsuki Bakugo quedan atrapados en un antiguo laboratorio subterráneo. Con el tiempo y los recursos en su contra, la cercanía forzada hace que Bakugo comience a ver a Deku de una manera nueva. Mientras...