Cerca y lejos de ti cap. XV

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Bakugo sabía que si no encontraba una salida pronto, la situación podría volverse fatal. Cada minuto en ese espacio reducido aumentaba el riesgo de que se quedara sin energía o que el dolor lo venciera. Pero incluso mientras luchaba con su propia desesperación, no podía dejar de pensar en Deku, esperando que el otro estuviera bien, que encontrara la salida y que no corriera el mismo destino.

En lo profundo de su ser, Bakugo sabía que no podía darse por vencido. No mientras existiera una mínima posibilidad de salir y encontrar a Deku. Con renovada determinación, comenzó a explorar el pequeño espacio, buscando cualquier irregularidad en las paredes o en el suelo, cualquier cosa que pudiera darle una oportunidad de escapar. Porque aunque estuviera atrapado, la lucha aún no había terminado, y no iba a dejar que ese maldito laberinto fuera su tumba.

Deku avanzaba por el laberinto, sus sentidos alerta a cualquier sonido que pudiera indicar peligro. El silencio en el subterráneo era tan denso que casi podía sentirlo presionando contra sus oídos. Lo que más lo perturbaba era el constante pensamiento de que Bakugo estaba en algún lugar cercano, enfrentando este mismo infierno.

Su mente no dejaba de repasar los últimos momentos que había compartido con Bakugo. ¿Había sido correcto separarse? Aunque sabía que ambos eran fuertes, la idea de que estuvieran luchando solos en ese laberinto lleno de trampas le provocaba un nudo en el estómago.

- Debí insistir en que nos quedáramos juntos.- se recriminaba a sí mismo, pero ahora era demasiado tarde para arrepentimientos.

De repente, un sonido distante lo sacó de sus pensamientos. Un estruendo sordo y profundo que escuchó a través de las paredes del laberinto. Deku se detuvo en seco, su corazón saltando en su pecho. Sus ojos se abrieron de par en par, y durante un breve instante, el mundo pareció detenerse. El sonido había llegado hasta él desde alguna parte del laberinto, un ruido seco y contundente que no podía ignorar.

-¿Qué fue eso...?- murmuró, pero en lo profundo de su ser, ya sabía la respuesta. Algo había ocurrido, y su instinto le decía que tenía que ver con Bakugo. La posibilidad de que su amigo estuviera en peligro hizo que su sangre se helara.

Sin pensarlo dos veces, comenzó a correr hacia la dirección de donde había venido el sonido, su respiración se volvía más rápida, y la adrenalina recorría sus venas como fuego.

- Por favor, que no sea lo que pienso.

Su mente era asaltada por imágenes de Bakugo herido, atrapado, o peor.

El laberinto parecía más interminable que nunca, cada pasillo una extensión de su propia angustia. Deku sentía cómo la desesperación crecía en su pecho con cada segundo que pasaba sin encontrar a Bakugo. A pesar de su entrenamiento y experiencia en situaciones de alto riesgo, el miedo que sentía por su amigo era abrumador, una opresión que lo empujaba a correr más rápido, a no detenerse aunque sus músculos ardieran y su cuerpo pidiera un respiro.

-¡Kacchan! - gritó a la nada, su voz quebrándose. El eco de su propio grito rebotó en las paredes, pero no hubo respuesta.

- ¡Responde, maldita sea!- gritó nuevamente, su voz llena de angustia, pero solo obtuvo más silencio como respuesta.

Su mente le jugaba malas pasadas, presentándole escenarios donde llegaba demasiado tarde, donde Bakugo estaba... no, no podía permitirse pensar en eso. Apretó los puños con fuerza, tanto que sus uñas casi perforaron la piel de sus palmas.

- Él es fuerte, él no se rendiría así de fácil.-se repetía una y otra vez.

Había visto a Bakugo superar obstáculos imposibles, enfrentarse a enemigos, pero nunca antes lo había imaginado atrapado en un lugar como este, solo y sin ayuda.

De repente, vio algo que lo hizo detenerse en seco. Un pequeño rastro en el suelo, como si algo pesado hubiera caído o alguien hubiera luchado por ponerse en pie. Deku se agachó rápidamente, sus dedos rozando las marcas en el suelo, su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba comprender lo que significaban.

-Kacchan...-susurró, sintiendo una oleada de pánico al pensar que podría estar muy cerca, pero al mismo tiempo, que podría estar en grave peligro.

-susurró, sintiendo una oleada de pánico al pensar que podría estar muy cerca, pero al mismo tiempo, que podría estar en grave peligro

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Se levantó de un salto y siguió corriendo, su mente enfurecida por el miedo. No podía perderlo, no así.

- ¡Kacchan, aguanta!- gritó con todas sus fuerzas, sin saber si sus palabras podrían llegar a él. La idea de no encontrarlo, de que pudiera estar herido o peor, lo consumía por dentro.

Finalmente, Deku llegó a un punto donde el pasillo se abría en una pequeña cámara. Sus ojos buscaron frenéticamente en la oscuridad, pero solo encontró un espacio vacío, excepto por las marcas en el suelo que confirmaban lo que temía: Bakugo había estado allí, y ahora, estaba atrapado.

- ¡No, no, no...!-balbuceó, cayendo de rodillas mientras golpeaba el suelo con frustración. La sensación de impotencia lo invadió, una desesperación que lo hacía sentir como si el aire se volviera más denso, dificultando su respiración. El simple hecho de pensar que Bakugo estaba justo debajo de él, atrapado e indefenso, lo llenaba de una angustia insoportable.

- No puede terminar así.- se dijo, con lágrimas.

Deku sabía que no podía rendirse, que tenía que ser fuerte, pero el miedo a perder a Bakugo era una fuerza casi paralizante. Agarró fuerzas y Deku se levantó, decidido a encontrar una manera de llegar hasta él. No iba a dejar que Bakugo enfrentara esto solo, no ahora, no después de todo lo que habían pasado.

- Voy a sacarte de aquí, lo juro- murmuró, con la voz quebrada. Deku comenzó a buscar, tocando las paredes, tratando de encontrar algún mecanismo o debilidad que pudiera utilizar para liberar a Bakugo. Cada segundo que pasaba, el eco de la caída resonaba en su mente, alimentando su urgencia. Estaba dispuesto a luchar contra el mismo laberinto si era necesario.

Deku se aferró a la única cosa que podía darle fuerza en ese momento: la esperanza de que, de alguna manera, lograría salvar a su amigo. Sus manos temblaban mientras buscaba desesperadamente alguna manera de acceder a donde Bakugo estaba atrapado. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de lanzar otro grito lleno de desesperación, un recuerdo lo golpeó como un mazazo en el pecho, dejándolo paralizado.

Recordó la última vez que Bakugo y él habían hablado antes de separarse en el laberinto y la frialdad en la voz de Kacchan diciéndole: "Eres la persona que más he odiado en mi vida, así que o te vas por las buenas o por las malas. Eres muy irritante, siempre siendo un niño bueno que consiente a todos, ¿no?"

- No me necesitas...

Un Laberinto De SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora