"En el profundo de mi mente" cap. XII

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Ya pasaron unos días desde que quedaron atrapados en el laberinto subterráneo de un laboratorio, haciendo sus trabajos de superhéroes: buscando información. Debido a la poca luz que había, ninguno de los dos sabían cuántos días habían pasado desde el incidente, ese incidente donde se les cerró la puerta tras ellos al entrar y quedarse sin cobertura a los teléfonos, no podían comunicarse con el mundo exterior. Se preguntaban constantemente "¿Alguien nos estará buscando?", "¿Se olvidaron de nosotros?", "¿Sobreviviremos?"... y muchas preguntas más.

Lo que más les atormentaban era el hambre que se apoderaba de sus estómagos. Sentían mucha hambre. La última vez que comieron algo fue antes de entrar en ese laberinto subterráneo era un lugar de pesadillas: paredes metálicas cubiertas de cables que parecían venas oscuras, luces parpadeantes que apenas iluminaban el camino, y un frío constante que sentían hasta los huesos. Bakugo y Deku llevaban horas y días recorriendo los pasillos, cada vez más conscientes de que el lugar estaba diseñado para desorientar y desgastar a cualquiera que se atreviera a adentrarse.

En el silencio se podía escuchar los estómagos quejarse por el hambre.

- Tengo mucha hambre, no aguanto estar aquí dentro ni un minuto más. -decía Deku, mientras se apoyaba de una pared.

- Vamos nerd, no te quejes tanto, unos cuantos días no morirás, almenos tenemos agua. - justo en ese momento el se escucha el estómago de Bakugo

- Pero tu también tienes hambre, tu estómago vacío te delata.

- Pero puedo aguantar. -dijo Bakugo, un poco enfadado ya que el sonido de sus tripas lo delató

- Sí tienes hambre me puedes comer a mi. - murmuró Deku, recibiendo un silencio como respuesta.

Bakugo si escuchó el murmuro de Deku, solo que no sabia como reaccionar ante ese comentario. Siempre que Bakugo quería decir lo que siente o lo que piensa sentía un nudo en la garganta, era incapaz. Cada paso que daba resonabaen sus pensamientos, cada vez más profundo en su mente, ese rincón de su mente donde lo mantenía cerrado. ¿Qué habrá en esa oscura parte de su mente? Simplemente está Deku. No puede dejar de pensar lo que pasó estos últimos días. Las palabras que él le dijo al peliverde mientras dormía eran reales, le daba miedo decirle que eso no fue un sueño. Aunque tenga un gran nudo en la garganta y hace como si nada pasa, Bakugo en el fondo sabe perfectamente lo que significaba Deku para él. Siempre había sido más que un rival, más que un obstáculo a superar. Deku había sido la constante en su vida, alguien que, pese a todo, nunca lo había abandonado, ni siquiera cuando Bakugo lo empujaba lejos con su orgullo y dureza. Y ahora, después de todo lo que habían vivido juntos, esa constante se sentía más importante que nunca.

Bakugo apretó los puños, luchando contra la necesidad de decir algo, de expresar lo que verdaderamente sentía. Pero no podía. Nunca se le había dado bien hablar de sus sentimientos. Era como si cada vez que intentaba hacerlo, las palabras se congelaran en su garganta, incapaces de salir. ¿Cómo podía explicarle a Deku que, en esos momentos en los que la oscuridad lo atrapaba, era su simple presencia la que le daba fuerzas? ¿Cómo podía decirle que, por mucho que intentara aparentar ser invencible, la verdad era que necesitaba a Deku más de lo que jamás admitiría?

Sabía que Deku merecía escuchar la verdad, merecía saber lo mucho que significaba para él pero cada vez que lo intentaba el miedo lo paralizaba. Tenía miedo de perder lo que tenían, a que las cosas cambien para mal y si algo sale mal Bakugo siempre termina perdiendo el control y eso no quería. Otra cosa que no podía controlar son sus sentimientos por Deku

Mientras seguían avanzando, Bakugo sentía que la distancia entre ellos, aunque física, era insignificante comparada con la que él mismo había creado en su mente. Una parte de él quería romper esa barrera, tomar la mano de Deku y decirle que, en ese momento, solo eso importaba, que mientras estuvieran juntos, el laberinto no era tan temible. Pero en lugar de eso, dejó que sus pensamientos se quedaran dentro, una vez más, atrapados en ese lugar donde siempre habían estado.

Y aunque nunca podría decirlo en voz alta, en ese momento, Bakugo supo que Deku ya lo sabía. Porque a veces, las cosas más importantes no necesitan ser dichas, solo necesitan ser sentidas.

- ¿Qué es esto? ¿Un botón? -dijo Deku, interrumpiendo los pensamientos de Bakugo mientras apretaba el gran botón rojo que encontró. -Solo espero que salga algo de comida.

- ¡No toques eso!

De repente, sin previo aviso, el silencio fue roto por un estruendo ensordecedor. Un grupo de robots de combate emergió de los muros, sus ojos rojos brillando con una amenaza latente. Eran criaturas mecánicas masivas, armadas con láseres y garfios afilados, claramente diseñadas para capturar o eliminar intrusos.

- Ups, perdón Kacchan... no fue mi intenci-...

- ¡Deku, cúbrete! -gritó Bakugo, encendiendo sus explosiones para repeler el ataque de los robots. El sonido de las detonaciones llenó el aire, acompañadas por chispas y humo que convertían el ambiente en un campo de batalla.

Deku, siempre dispuesto a luchar junto a su amigo, se preparó para atacar también.

- ¡Kacchan, tenemos que trabajar juntos para derrotarlos! ¡Tú toma la izquierda y yo la derecha!

Pero Bakugo no respondió de inmediato. En lugar de seguir el plan de Deku, desvió su mirada, sus ojos fijos en los enemigos, pero con su mente en otro lugar. Una decisión se había formado en su interior, una que no había compartido con nadie, pero que ahora sentía que debía llevar a cabo.

- ¡Bakugo! -insistió Deku, preocupado por la falta de reacción de su amigo. - ¡Si no nos coordinamos, nos superarán!

Un Laberinto De SentimientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora