Sin saber qué hacer, Bakugo cerró los ojos, su respiración rápida mientras se esforzaba por calmarse. La ausencia de Deku era un vacío doloroso, una pérdida que parecía consumirlo por completo.
Finalmente, se levantó con un resoplido, su mirada endurecida con determinación.
- No voy a dejarte ir sin luchar.- murmuró con voz rota, la promesa a sí mismo más fuerte que nunca. Con una última mirada a la pared que había atrapado a Deku, se giró y comenzó a avanzar, decidido a recuperar a la única persona que significaba todo para él.
La oscuridad envolvía la cámara del laberinto mientras Bakugo miraba, paralizado, el lugar donde Deku había desaparecido. La sombra que se había llevado a Deku se desvaneció, y el espacio quedó en silencio, salvo por el eco distante de su grito.
- ¡Izuku!- gritó Bakugo, desesperado. Sus manos temblaban al intentar rasgar la pared que se había cerrado frente a él. Cada explosión que lanzaba contra la pared parecía ser una réplica de su propio tormento interior, el peso de sus decisiones pasadas y el dolor de ver a Deku sufrir ahora volviéndose abrumador.
Se desplomó de rodillas, sus manos cubiertas de polvo y sangre, su respiración irregular. El rostro de Bakugo estaba bañado en lágrimas que no se molestó en ocultar. Cada lágrima parecía llevar consigo el peso de todas las veces que había fallado a Deku, el recuerdo de las palabras crueles y las batallas que habían desgarrado su amistad.
- No… No, no puede estar pasando esto…
Su voz temblaba, rota por una angustia que no había sentido nunca. Se hundió en el suelo, su pecho agitado mientras recordaba cada momento en que había hecho sufrir a Deku, cada vez que su propio orgullo había herido al único que siempre había estado a su lado.
- El único que… el único que me perdonó siempre…- murmuró entre sollozos.
- ¡No quiero que sufra más! ¡No más! Ya que hice sufrir bastante, no necesitas más sufrimiento
La habitación estaba vacía, el dolor de Bakugo resonando con cada explosión de furia, cada grito de impotencia. Cerró los ojos, visualizando el rostro de Deku, recordando su valentía, su sacrificio y su inquebrantable deseo de protegerlo.
- Lo prometí… No dejaré que sufra por mi culpa- dijo con voz quebrada, levantándose con un esfuerzo sobrehumano. Sus manos estaban llenas de cicatrices y su corazón, lleno de culpa. Cada paso que daba hacia la entrada del laberinto era una promesa silenciosa de redención, una lucha para demostrar que, a pesar de todo lo que había hecho mal, estaba dispuesto a enfrentarlo todo por la oportunidad de salvar a Deku.
El dolor de Bakugo era palpable, una mezcla de arrepentimiento y amor profundo. Con cada paso, su resolución se fortalecía. Sabía que no podía deshacer el pasado, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para asegurarse de que Deku nunca más sufriera por su culpa.
Mientras tanto, Deku...
Deku despertó en una celda de piedra, envuelto en oscuridad y frío. La fuerza que lo había arrastrado se desvaneció, y el peso de la separación lo abrumó.
“¡Kacchan!” gritó, desesperado, pero solo recibió silencio como respuesta. Se acercó a la pared, golpeándola con frustración. Su mente estaba llena de recuerdos de Bakugo, de las veces que había sido duro con él pero siempre había estado cerca, preocupado.
- ¿Kacchan, estarás bien?- susurró, su voz temblando. Pensaba en cómo Bakugo estaría sufriendo por su culpa, y eso le dolía más que estar atrapado.
Se sentó en el suelo, sintiendo la presión del miedo y el dolor.
- Voy a salir de aquí- murmuró con determinación, pensando en la promesa que le había hecho a Bakugo. Sabía que la esperanza de reunirse con él lo mantendría en marcha, dándole fuerzas para luchar contra el miedo y encontrar una salida.
Con Bakugo...
Bakugo se encontraba en el pasillo oscuro, su rostro estaba una mezcla de ira y desesperación. Tras intentar romper la barrera y fallar, había continuado avanzando, determinado a encontrar a Deku.
Finalmente, llegó a una serie de puertas, cada una más ominosa que la anterior. Sin dudarlo, estalló una de ellas con una explosión, revelando un pasaje estrecho. La celda de Deku estaba al final de ese pasillo.
Al asomarse, vio a Deku sentado en el suelo, su expresión abatida pero aún esperanzada. La visión de su amigo atrapado hizo que el corazón de Bakugo se rompiera.
- ¡Izuku! gritó Bakugo, su voz resonando con una mezcla de alivio y angustia. Corrió hacia la celda, sus explosiones derribando la puerta con un estruendo.
Deku levantó la vista, sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a Bakugo.
- ¡Kacchan!- exclamó, su voz cargada de emoción.
Bakugo, con el rostro enrojecido por la preocupación y la culpa, atravesó la puerta y se arrodilló frente a él por falta de fuerza.
- Lo siento. No quería que sufrieras… No sé qué haría sin ti.
Deku, con el corazón acelerado, extendió una mano hacia Bakugo.
- No importa. Estamos juntos ahora.
Bakugo tomó la mano de Deku, su agarre fuerte pero tembloroso.
- Vamos a salir de aquí. No voy a dejar que te pase nada más.
- Y antes decías que o sales conmigo o sin mi, que cambio más fuerte Kacchan
- En realidad siempre sentí esto, solo que estar aquí dentro me hace sentir miles de emociones y con todo lo que está pasando me hace dar cuenta que siempre he sentido eso, no quiero que te pase nada.
Bakugo ayudó a Deku a levantarse y juntos, comenzaron a buscar una salida, su conexión y promesa mutua dándoles la fuerza para enfrentarse a lo que viniera.
Bakugo ayudó a Deku a levantarse, su mano firmemente entrelazada con la de él. Se miraron en silencio, el mundo alrededor de ellos desvanecido en la intensidad del momento. Sus ojos, normalmente llenos de fuego y determinación, ahora reflejaban una mezcla de alivio, dolor y una conexión profunda que ambos habían sentido pero nunca expresado abiertamente.
Deku, con su respiración aún entrecortada, vio la vulnerabilidad en los ojos de Bakugo. Su propio corazón latía con fuerza, el peso de todo lo que había pasado y el alivio de estar juntos otra vez llenaban su pecho.
El silencio entre ellos era denso, cargado de sentimientos que las palabras no podían capturar. Cada mirada hablaba de lo que no podían decir: el arrepentimiento por el pasado, el deseo de protegerse mutuamente y el amor incondicional que los había unido a pesar de todo.
Finalmente, sin poder soportar más la distancia emocional y física, Bakugo dio un paso adelante, abrazando a Deku con una intensidad que sorprendió a ambos. Deku respondió inmediatamente, envolviendo sus brazos alrededor de Bakugo, hundiendo su rostro en el hombro de su amigo.
El abrazo fue apretado y lleno de un consuelo que ninguna palabra podría expresar. Los dos se aferraron el uno al otro, dejando que el contacto físico reemplazara las disculpas y las promesas no dichas. En ese abrazo, encontraron un refugio y una paz que solo podían conseguirse al estar verdaderamente juntos.
El laberinto y sus peligros parecían distantes mientras se mantenían unidos, el calor y la seguridad del abrazo diciendo todo lo que necesitaban saber. En ese momento, el mundo exterior dejó de existir, y solo importaban ellos y la promesa de no dejarse ir nunca más.
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Un Laberinto De Sentimientos
RomanceDurante una misión de rescate, Izuku Midoriya y Katsuki Bakugo quedan atrapados en un antiguo laboratorio subterráneo. Con el tiempo y los recursos en su contra, la cercanía forzada hace que Bakugo comience a ver a Deku de una manera nueva. Mientras...