Hermione salió del aula de pociones con una mezcla de emociones en el pecho. La conversación con Snape había sido inesperada. Nunca había pensado que el profesor, quien siempre había sido tan duro con Harry, pudiera mostrar preocupación genuina por él. A pesar de su malhumorado exterior y su odio aparente hacia los estudiantes de Gryffindor, Snape parecía comprender mejor que nadie lo que significaba estar solo y cargar con más de lo que uno debería.Mientras caminaba por los pasillos de piedra de Hogwarts, sus pensamientos estaban con Harry. Últimamente, parecía más distante que nunca, sus ojos verdes, normalmente brillantes con determinación, ahora estaban apagados, como si el peso del mundo estuviera apretando cada rincón de su ser. Ella y Ron habían intentado sacarlo de ese estado, pero sus intentos parecían ineficaces.
Hermione se detuvo frente a un gran ventanal que daba al lago. Los rayos del sol se reflejaban en las aguas tranquilas, pero su mente estaba muy lejos de disfrutar del paisaje. Recordó la última vez que había visto a Harry en la sala común, sentado solo en una esquina, con su cabeza apoyada en sus manos y su expresión perdida en pensamientos que ninguno de ellos podía alcanzar.
"¿Qué puedo hacer?" se preguntó a sí misma por enésima vez. Ella era conocida por su inteligencia y su habilidad para resolver problemas, pero este era un problema que no podía simplemente solucionar con un libro o un hechizo. Harry necesitaba algo más, algo que Hermione no estaba segura de poder darle.
De repente, una idea se formó en su mente. Si Harry no quería hablar, tal vez lo mejor sería no forzarlo. En cambio, podía estar presente, apoyarlo sin presionarlo. Sabía que él no se abriría por completo de inmediato, pero tal vez, con tiempo, su presencia constante podría hacerle entender que no estaba solo.
Decidida, Hermione giró sobre sus talones y se dirigió hacia la sala común de Gryffindor. Sabía que Ron y los demás estarían allí, probablemente tratando de distraerse con un juego de ajedrez mágico o un duelo amistoso de hechizos. Pero Harry, si lo conocía bien, estaría en su rincón habitual, tratando de apartarse de todo y de todos.
Al llegar a la puerta de la sala común, dijo la contraseña, y la puerta se abrió con un suave clic. Como había anticipado, la sala estaba llena de actividad. Neville y Ginny estaban riendo de algo que Dean había dicho, mientras que Ron observaba un juego de ajedrez mágico con una concentración que rara vez veía en él fuera de una partida.
Hermione escaneó la sala hasta que sus ojos encontraron a Harry. Estaba exactamente donde pensaba que estaría: en el rincón junto a la ventana, con la mirada perdida en el exterior, aunque sus ojos no parecían enfocados en nada en particular.
Respirando hondo, se acercó a él con paso decidido. Sin decir una palabra, se sentó en el sillón junto a él. Harry no se movió ni pareció notar su presencia al principio. Hermione decidió romper el silencio.
—Harry —dijo suavemente, tratando de no sobresaltarlo—, ¿te importa si me siento aquí contigo?
Harry giró la cabeza lentamente hacia ella, sus ojos parpadeando como si acabara de despertarse de un sueño profundo. Asintió levemente, sin decir una palabra.
Hermione tomó su libro de la mochila, uno de los que había tomado prestado de la biblioteca, y lo abrió. No tenía intención de leer realmente, pero pensó que tal vez el acto de estar allí, en silencio, podría ayudar. Se quedó allí, junto a Harry, mientras él volvía a mirar por la ventana.
Pasaron varios minutos, tal vez más. Hermione no se movió ni dijo nada más, solo se quedó allí, presente. Finalmente, Harry habló, su voz apenas un susurro.
—Lo siento, Hermione —dijo, sin mirarla—. No he sido un buen amigo últimamente.
Hermione cerró el libro y lo dejó a un lado, volviendo su atención completamente hacia él.
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Más alla de las sombras
FanfictionHarry Potter la está pasado mal desde que su padrino fallecio. Aunque Severus snape no tolera a su estudiante Harry Potter, esta procupado a su manera. ¡Severitus!