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La mañana siguiente, el sol filtraba su luz a través de las ventanas del Gran Comedor, llenando el lugar con un cálido resplandor. Harry, sentado en su lugar habitual con Ron y Hermione, trataba de concentrarse en el desayuno. Aunque su apetito no había vuelto completamente, estaba en mejores ánimos que en las semanas anteriores. La conversación con Snape la noche anterior le había dejado un sabor a esperanza.

Hermione estaba inmersa en un libro de texto, mientras Ron se esforzaba por abrir un frasco de mermelada con la mano. Harry miraba a sus amigos, apreciando la normalidad de ese momento. Era una sensación que rara vez experimentaba últimamente, pero se aferraba a ella como un salvavidas en medio de la tormenta que era su vida.

—Oye, Harry, ¿te has dado cuenta de lo que está pasando en la torre de Gryffindor? —preguntó Ron, rompiendo el silencio. Harry lo miró, frunciendo el ceño.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Harry, desconcertado.

—Parece que algo está ocurriendo en la sala común. Se rumorea que algunos estudiantes están empezando a hacer una especie de club de estudio para preparar el examen de Runas Antiguas. —dijo Ron, mirando hacia la mesa de los demás estudiantes.

Hermione levantó la vista de su libro y asintió con entusiasmo.

—Sí, he oído algo al respecto. Podría ser una buena oportunidad para que todos nosotros nos pongamos al día con las materias que nos resultan más difíciles.

Harry asintió, aunque no estaba seguro de cuánto le serviría el club de estudio si su mente seguía ocupada en otras cosas. Sin embargo, sabía que no podía permitir que su preocupación por la profecía y sus conversaciones con Snape interfirieran completamente en su vida cotidiana.

Después del desayuno, Harry y Hermione se dirigieron hacia la sala común de Gryffindor. Mientras caminaban, Hermione comenzó a hablar sobre la estructura del club de estudio y los temas que se tratarían.

—Podría ser útil, especialmente si tenemos algún apoyo adicional en las materias que no son nuestras favoritas. —dijo Hermione con entusiasmo.

Harry asintió, pero su mente estaba en otra parte. Mientras pensaba en la reunión con Snape la noche anterior, se dio cuenta de cuánto había cambiado su perspectiva. Aunque aún había muchos desafíos por delante, la idea de tener a alguien con quien hablar, alguien que realmente entendiera su carga, le daba una nueva fortaleza.

Al llegar a la sala común, encontraron un grupo de estudiantes reunidos, discutiendo animadamente sobre las próximas sesiones de estudio. Harry se unió al grupo, intentando absorber la energía positiva que emanaba del lugar. La participación en el club de estudio le ofrecía una distracción bienvenida y un sentido de normalidad.

La tarde pasó en un borrón de notas, discusiones y resúmenes. Harry se dio cuenta de que, a pesar de sus ansiedades, estaba disfrutando el proceso. No era una solución mágica a sus problemas, pero era un paso hacia una vida más equilibrada.

Al caer la noche, Harry se dirigió a la oficina de Snape para su sesión habitual. Llegó allí sintiendo una mezcla de anticipación y nerviosismo. No sabía qué temas se discutirían esa noche, pero sentía que cada conversación con Snape le daba una nueva pieza del rompecabezas de su vida.

Snape estaba en su escritorio, revisando algunos papeles. Levantó la vista al oír la entrada de Harry.

—Buenas noches, Potter. —dijo Snape con un tono que indicaba que estaba listo para la conversación.

Harry se acercó y se sentó, sintiendo una extraña mezcla de confianza y vulnerabilidad.

—Profesor, —comenzó Harry—, he estado pensando en la carga que siento. En cómo el peso de lo que se espera de mí puede ser abrumador.

Snape asintió, mostrando una comprensión que Harry había aprendido a apreciar.

—Es una carga pesada, sin duda. La responsabilidad que llevas no es solo un peso físico, sino emocional y psicológico. A menudo, el peso del legado es más difícil de soportar que el peso físico.

Harry suspiró, sintiendo que sus palabras resonaban con una verdad dolorosa.

—Y me he dado cuenta de que, a veces, me siento atrapado entre lo que quiero hacer y lo que se espera de mí. Como si estuviera en una cuerda floja, con la presión de estar a la altura de las expectativas mientras trato de encontrar mi propio camino.

Snape lo miró con una intensidad que parecía traspasar la superficie de sus palabras.

—El equilibrio entre tus deseos y tus deberes no es fácil de encontrar. La clave es aprender a escuchar tus propias necesidades y emociones mientras cumples con tus responsabilidades. Eso no significa ignorar lo que se espera de ti, sino integrar esas expectativas en una forma que te permita seguir adelante sin perderte a ti mismo.

Harry consideró las palabras de Snape, sintiendo una mezcla de alivio y desafío. Había algo en la forma en que Snape articulaba los problemas que le ayudaba a verlos desde una nueva perspectiva.

—Lo intentaré, —dijo finalmente—. Estoy empezando a ver que tal vez, con el tiempo, encontraré una manera de equilibrar todo esto.

Snape asintió, satisfecho con la respuesta de Harry.

—Eso es todo lo que puedes pedirte a ti mismo, Potter. Lo importante es que sigas adelante y continúes buscando ese equilibrio. Y recuerda, estoy aquí para ayudarte a encontrar ese equilibrio, no solo como tu profesor, sino como alguien que ha enfrentado desafíos similares.

Harry sonrió con gratitud. Aunque no tenía todas las respuestas, sabía que el apoyo de Snape le estaba ayudando a avanzar.

—Gracias, profesor. —dijo Harry sinceramente.

Snape le hizo un gesto para que se levantara.

—Es hora de que regreses a tus habitaciones. Nos veremos mañana.

Harry se levantó y se dirigió hacia la puerta, sintiéndose más ligero que antes. A pesar de los desafíos que aún enfrentaba, la promesa de apoyo y la posibilidad de encontrar equilibrio le daban una nueva esperanza.

Mientras caminaba de regreso a la sala común, Harry pensó en cómo había cambiado su perspectiva desde que comenzó a hablar con Snape. Aunque no podía predecir lo que depararía el futuro, sabía que tenía a alguien en quien confiar y con quien compartir el peso de su carga.

Y, en ese momento, eso era suficiente para darle fuerzas para seguir adelante.

Más alla de las sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora