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La semana siguiente transcurrió con una extraña sensación de normalidad para Harry. A pesar de la constante presión de sus estudios y la carga de la profecía, notó un cambio sutil en su vida cotidiana. La relación con Snape estaba en una fase incipiente, pero las conversaciones en la oficina del profesor se convirtieron en un refugio inesperado. Cada vez que Harry se sentía abrumado, encontraba un poco de consuelo al saber que podía hablar con Snape.

En la sala común de Gryffindor, Harry y Ron estaban trabajando en un proyecto para la clase de Herbología. Hermione, quien estaba sentada con ellos, se dio cuenta de que Harry parecía más enfocado y menos distraído que en semanas anteriores. A veces, se perdía en sus pensamientos, pero en lugar de la desesperanza que solía mostrar, ahora había una determinación tranquila en su expresión.

—¿Harry, estás seguro de que estás bien? —preguntó Hermione, mirando con curiosidad—. Pareces más tranquilo últimamente.

Harry sonrió débilmente, un gesto que Ron y Hermione notaron inmediatamente.

—Sí, solo he estado pensando en algunas cosas, —respondió Harry—. Me he dado cuenta de que, a veces, hablar sobre las cosas ayuda más de lo que pensaba.

Hermione y Ron intercambiaron miradas. Aunque Hermione estaba al tanto de las conversaciones que Harry había tenido con Snape, no podía evitar sentirse aliviada de ver a su amigo en una mejor disposición.

—Me alegra escuchar eso, Harry. No tienes que enfrentarlo todo solo, ya lo sabes.

Harry asintió y se sumergió de nuevo en el trabajo, sintiendo una ligera sensación de alivio al saber que sus amigos estaban allí para él.

Esa misma noche, después de que todos se fueran a dormir, Harry decidió hacer una visita a la oficina de Snape. La conversación que habían tenido anteriormente le había dado una perspectiva nueva sobre su situación, y quería ver si podía aclarar algunas cosas que todavía le preocupaban.

Se deslizó por los pasillos oscuros de Hogwarts, su mente ocupada en sus pensamientos. Llegó a la oficina de Snape y, después de un breve toque en la puerta, entró. Snape estaba revisando unos documentos en su escritorio y levantó la vista al oír la entrada de Harry.

—Potter. —dijo Snape con un tono que no escondía sorpresa pero sí una ligera curiosidad—. ¿Algo en particular en lo que necesites ayuda esta noche?

Harry se acercó y se sentó en la misma silla que había ocupado antes. Se sintió un poco incómodo al principio, pero estaba decidido a no dejar que sus dudas lo detuvieran.

—Profesor, —comenzó Harry—, he estado pensando en lo que hablamos la última vez. Sobre la responsabilidad que siento y cómo eso afecta mi forma de enfrentar las cosas.

Snape se reclinó en su silla, observando a Harry con atención.

—¿Y qué es lo que has descubierto? —preguntó.

Harry se pasó una mano por el cabello, tratando de organizar sus pensamientos.

—Siento que estoy atrapado entre querer seguir adelante y el miedo a no estar a la altura. A veces me pregunto si realmente estoy haciendo lo correcto o si estoy simplemente persiguiendo una ilusión.

Snape asintió, comprendiendo la preocupación en la voz de Harry.

—Es un conflicto común, Harry. La responsabilidad que llevas es inmensa, y es natural cuestionar tu capacidad para cumplir con ella. Sin embargo, lo importante es reconocer que el miedo es una parte natural del proceso. Lo que marca la diferencia es cómo eliges enfrentarlo.

Harry miró a Snape, su expresión era una mezcla de frustración y curiosidad.

—¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo se enfrenta al miedo cuando sientes que todo está en juego?

Snape se levantó y comenzó a caminar por la oficina, sus pasos eran tranquilos pero firmes.

—No hay una respuesta sencilla, Potter. Cada persona debe encontrar su propio camino. Sin embargo, lo que te puedo decir es que debes aprender a confiar en ti mismo y en tus habilidades. Aceptar tus miedos no significa rendirse a ellos, sino entenderlos y usar esa comprensión para ser más fuerte.

Harry asintió, considerando las palabras de Snape. Aunque sabía que el camino por delante no sería fácil, sentía que estaba comenzando a encontrar una forma de manejar el peso de su responsabilidad.

—Gracias, profesor. —dijo finalmente—. Creo que eso me da algo en qué pensar.

Snape lo miró con un leve asentimiento.

—Recuerda, Potter, que no estás solo en esto. A veces, simplemente hablar sobre tus preocupaciones puede ayudarte a ver las cosas desde una nueva perspectiva. No dudes en buscarme si necesitas orientación o simplemente un oído atento.

Harry sonrió con gratitud.

—Lo haré. Buenas noches, profesor.

Snape asintió y, mientras Harry salía de la oficina, se sintió sorprendido por la cantidad de preocupación que sentía por el joven. A medida que se cerraba la puerta, Snape se permitió un momento de reflexión. Sabía que estaba empezando a formar un vínculo con Harry que iba más allá de la simple relación profesor-alumno. Aunque aún no podía precisar qué significaría esto para ambos en el futuro, sentía que estaba dando un paso hacia algo importante.

Al salir de la oficina y volver a sus habitaciones, Harry sintió una extraña sensación de esperanza. Aunque la batalla que tenía por delante era abrumadora, estaba comenzando a entender que no tenía que enfrentarla solo. La inesperada ayuda de Snape le daba una nueva perspectiva sobre lo que significaba tener apoyo, y eso, por sí mismo, era un consuelo.

Más alla de las sombras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora