Hace mucho tiempo pensaba que me bastaba sentirme amado por mis padres para ser feliz. Ambos me inyectaban la fuerza que necesitaba para vencer los obstáculos. Ellos y la certeza que nunca harían algo para dañarme. Tan convencido estaba, que esas palabras actuaban como carga de energías positivas.
"Mis padres nunca harían algo que me perjudicaran."
Por mucho tiempo arropé esa verdad y la usé como insignia en cada uno de mis logros. El mismo tiempo se encargaría de hacerme saber lo equivocado que estaba.
Y el grado de equivocación era tan enorme como oscuro. Sobre todo, en aquellos que hacían referencia a Senna Sanders, la mujer que siempre vi como mi madre. Si bien, Landon Giles, conservaba gran parte de culpa en mi historia, en él había arrepentimiento.
Senna Sanders y su familia, seguían apegados a una mentira de patas tan cortas que se arrastraba en suelo. La oscuridad en la ingresamos me hace volver a la realidad.
Papá detiene el auto en el estacionamiento de la prisión, retira la llave de la ranura y apoya sus antebrazos en el timón. Su respiración sale pesada cuando su frente toca sus brazos y el suspiro que suelta es un sonido lastimero.
Han sido meses difíciles, mantenernos en pie y con la frente en alto es, sin dudas, toda una odisea. En estos momentos nos rodea el miedo de que mi padre sea arrastrado por las falsas acusaciones de Senna.
Ella lo acusa de complicidad en los ataques a los Mallory. Un señalamiento que no tiene como probar y que podría deshacerse en segundos. No obstante, duraría lo suficiente para manchar su récord en su carrera y enlodar el buen nombre de la firma.
Ha guardado silencio y se ha negado a cooperar, hasta tanto, no vea a su hijo. Desconozco si seguir en la mentira que es mi madre hace parte de un ardid que busca una defensa por demencia o en verdad está loca.
Una parte de mí desea pensar que no está en sus cabales ¿Quién en su sano juicio atenta contra su familia como ella lo hizo?
—¿Tienes alguna idea de lo que quiere decirme? —papá niega y yo suspiro —debí esperar a Patrick. —lamento viendo la hora.
Me pidió esperarlo, deseaba ingresar conmigo a esa reunión, pero tuvo un retraso en el vuelo. El acoso del fiscal y sus insinuaciones sobre que deseaba dilatar el proceso me impidieron hacerlo.
—No tienes que hacer esto, la verdad acabará por salir a la luz—murmura alzando la cabeza y enfrentando la oscuridad que nos rodea —tengo fe en la justicia de este país.
—Vivimos de ella, literal —bromeo y espera que sonría, lo hace, aunque de forma leve —nada de lo que diga o haga, puede dañarme.
—No la subestimes, ha demostrado ser más siniestra de lo que se ve. —me ruega —si alguien sabe de lo que es capaz, soy yo.
—Tendré cuidado, lo prometo —asiente acompañándome en mi descenso del auto.
Nuestro avance al interior del penal es en completo silencio, la soledad que nos rodea en el cruce de los pasillos solo se ve interrumpida por uno que otro guardián. Papá ha usado sus contactos para que pueda verla en la noche, lejos de los curiosos y la prensa.
Se detiene en el primer filtro y mira detrás de nosotros. No es algo que va a aceptar, pero él también quería que Patrick estuviera, aunque sus razones sean distintas.
—Esperaré a tu hermano y a Luisa aquí —me dice y afirmo dejando mis pertenencias en la entrada.
—Firme aquí —me pide el guardia que ha recibido mis cosas y señala otra casilla —y aquí el parentesco con la interna.
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Un príncipe Bastardo
RomanceJaken nunca imaginó lo que su curiosidad sobre su pasado pudiera traer a su vida, ciertamente Gisella, tampoco. Ninguno de los dos estaba preparado para lo que el destino les tenía deparado, ni los enemigos que surgieron con esas revelaciones. Él hu...