Capítulo 3

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—Jake —le canto a mi pequeña apoyando mi mano en su traje rosa —mamá —regreso mi mano a mi pecho —repite cielo —le ruego —Jake, mamá.

Soy tu madre cariño, le dice el abrazo que le brindo. Le resulta increíble que la espera haya acabado, por fin tendré a mi hija conmigo. Podré dormirla, contarle un cuento o jugar todo el tiempo que desee y no a instantes robados como si fuera una desconocida.

—Jake, mamá —repito por enésima vez. —eres una chica lista, sé que me entiendes

—Gisel… —me señala obsequiándole su angelical sonrisa. —Jake —se señala y bajo los hombros.

No me siento derrotada, tendré mucho tiempo de sobra para hacerle entender a que no soy una tía, como le han enseñado Mariana e Ivania Sullivan, la madre de Hunter y la esposa de mi padre respectivamente.

La puerta se abre de manera estrepitosa haciendo saltar a la pequeña y a mí arroparla en sus brazos. Alza el rostro en búsqueda de la persona que ha perturbado su paz y su pulso se acelera.

—Jaken, tú…

Tres años, tres malditos años y mi corazón sigue latiendo como loco con su presencia. Se ha dejado crecer la barba, corte de cabello largo, más seguro en sus movimientos y odio en su rostro cuando su mirada reposa en mí. Escanea mi cuerpo de arriba abajo y sonríe con desdén al quedarse viendo ciertas partes de mi anatomía que se ciñen a su cuerpo.

—¿Qué haces aquí? —pregunto entre tartamudeos, pero no hay respuesta, solo su avance amenazante hacia mí.

Mi pequeña intenta ver hacia el recién llegado y se lo impido apoyando su cabeza en mi cuerpo. Lo que sea lo trajo a la catedral no es bueno. Sé que debo contarle la verdad, pero no en la iglesia, no con cientos de invitados esperando por mí.

Y yo a puertas de escapar.

Arropo entre mis brazos a Jacqueline al ver que se acerca a ella, pero logra retirarla con facilidad. La deja en el suelo y se alza la camisa mostrándome un arma. Paso saliva y miro nerviosa a mi hija que sonríe en dirección a su padre, pero este solo tiene ojos y mucho odio para mí.

—Tienes un par de cosas que explicarme —me dice antes de tomarme por mi cintura y lanzarme sobre sus hombros como si fuera un costal de papas.

—Jaken, la niña —le ruego.

—Su madre vendrá por ella —responde avanzando hacia la salida.

¡Yo soy su madre! ¡Idiota!

—No me iré a ningún lado sin ella.

Golpeo con los puños cerrados su espalda tantas veces como mi fuerza me lo permiten. No voy a dejar a mi hija, cuando papá revise las cámaras y vea con quién me fui, volverá a esconderla.

Y esta vez mamá no podrá ayudarme.

—No estás en una posición privilegiada para exigir. —comenta abriendo el auto y me lanza en el interior.

Mi reacción es cruzar al otro lado de la puerta y salir rumbo a la calle. No llego muy lejos, Jaken me toma por la cintura e intenta ingresarme al auto. Lucho contra él con uñas y dientes, sobre todo cuando la veo a ella avanzar hacia nosotros y sonreír.

Mi bebé, mi hermosa bebé. No dejo de decir abriendo los brazos hacia ella en un intento de que llegue hasta mí.

—Por favor —le ruego tomándolo por la camisa y haciendo que me vea —responderé todas tus inquietudes, pagaré mis culpas —le digo viéndolo a los ojos —pero déjame llevarme a la niña.

—¿Por qué ella es especial y nuestro hijo no? —una pregunta que no sé cómo responder.

¿Sabe que Jake es su hija? No, él luce indiferente con ella. Si supiera que es su hija a quien robaría es a ella y a mí me dejaría agras.

Un príncipe Bastardo 3er Libro Rancho Mallory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora