Capítulo 40

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Recibí la sorpresa de su visita mis padrinos, al llegar a la oficina, ambos estaban preocupados por mi silencio. No pude evitar sentirme despreciable, no he ido a verlos desde hace mucho tiempo. Acudía a ellos cuando estaba en alguna crisis y los olvidaba cuando mi vida recobraba el ritmo.

—Lamento no ir a verlos o llamarles. —Me excuso—. No tengo una explicación a este acto.

—No hay nada que excusar —responde mi madrina. —Nos basta saber que estás bien y eres feliz, al fin.

Mi madrina sonríe estrechándome contra mí, mientras su esposo analiza mi rostro. Aníbal Weber y su esposa se convirtieron en mis segundos padres. Su hogar siempre fue un territorio de paz para mí.

Siempre que había algún problema con papá, mamá o las Sullivan, ellos abrían la puerta de su casa y me cobijaban en su regazo. Los ojos agudos de mi padrino siguen fijos en mi comportamiento.

Mi pulso tiembla al estirar la mano hacia él y la estrecha rápidamente. El parloteo de su esposa y la emoción de mi madrina por mi aparente, felicidad, le impiden ver mi nerviosismo. Su esposo es diferente.

—¿Quieren algo de tomar? —les digo señalando la puerta de la oficina.

—Un café estaría bien —responde mi madrina. Su esposo se limita a afirmar mientras me abraza y juntos avanzamos hacia la oficina.

Mis intentos por sonreír acaban fracasando, Senna y William Sanders tienen el poder de opacar mi buen humor. Se han convertido en demonios que impiden la felicidad en mi hogar.

Basta solo nombrarlos para que el ambiente se oscurezca. A pesar de que uno está en prisión y el otro en estado delicado de salud, siguen conservando el poder de hacernos sentir vulnerables.

—¿Qué sucede? —increpa mi padrino —, y no te atrevas a decir que nada.

—William Sanders se ha despertado —les digo a ambos.

—¿Cuándo? —preguntan en coro.

—Al parecer, hace dos días. —Me siento una silla en medio de los dos y dejo libre la del escritorio. —Eso no es lo delicado del asunto.

Rumbo a la oficina, Jaken y yo nos contactamos con Rogers. No solo reafirmó lo dicho por Landon, le anexó un par de detalles a su relato que acabó por preocuparnos a ambos.

Senna y Williams Sanders, han traslado toda su fortuna a manos de Violeta, su cuñada y esposa. Una maniobra que Rogers, toma con optimismo.

—Se declaró inocente —un sudor frío se instala en mi piel al recordar lo dicho por el abogado hace unas horas.

—Estaba allí por Jackie, pero por razones distintas a las que Lina confesó. —afirma en silencio.

Continuo mi relato con ellos, tomando mis manos y consolándome de vez en cuando. Mi madrina ha guardado silencio en lo que dura mi confesión, y mi padrino ha lanzado un par de maldiciones.

El silencio que se instala en la oficina es roto por la llegada de una chica con los cafés.

—¿Dices que están traspasando sus bienes a Violeta? —pregunta mi padrino al quedar solos.

—Rogers asegura que es una señal de que no tiene una coartada sólida.

—Es factible —comenta mi padrino pensativo —, o su temor es a la amenaza de demanda por parte de Landon.

—¿Una forma de proteger su fortuna? —habla mi madrina. —Es increíble hasta dónde puede llegar el amor, jamás pensé que Violeta fuera de ese tipo de mujeres.

—Es el mejor calmante —nos explica mi padrino y ambas lo vemos sin entender —. El dinero suele ser el mejor tranquilizante, no solo para su esposa, sino también para sus hijos.

Un príncipe Bastardo 3er Libro Rancho Mallory Donde viven las historias. Descúbrelo ahora