Capítulo 40

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Chaeyoung

Mientras seguíamos avanzando por la carretera, decidí continuar con la broma. Me giré nuevamente hacia Tzuyu, quien estaba entretenida mirando por la ventana, y le lancé una mirada cómplice.

—Chuwy, hablando de ser las hermanas mayores, ¿cómo crees que nos las arreglaríamos si Ryujin y Dahyun se unieran a este viaje? —le pregunté con una sonrisa, ya anticipando su respuesta.

Tzuyu se volvió hacia mí rápidamente, riendo solo con la idea.

—¡Ay, Chaeyoung! Si Ryujin y Dahyun estuvieran aquí, no podríamos tener un solo momento de paz. Seguro estarían haciendo preguntas sin parar, como siempre hacen —dijo, imitando la vocecita curiosa de las mellizas.

—“¡Unnie, unnie! ¿Por qué las montañas son tan grandes?” —dice, imitando a Ryujin, mientras Mina soltaba una risita.

—“¡Y unnie, unnie! ¿Cuántos peces hay en el lago? ¿Podemos contarlos todos?” —añadió Tzuyu, riendo mientras imitaba a Dahyun.

Mina sonrió, mirando a Tzuyu a través del espejo retrovisor.

—Oh, y seguro que insistirían en sentarse en la parte delantera, peleando por quién va al lado de la ventana —dijo Mina, riendo al imaginar la escena.

—Definitivamente. Y terminarían convenciéndonos de parar cada cinco minutos para ver algo “increíble” —añadí, riendo con la imagen en mente.

Tzuyu asintió vigorosamente.

—O de ir al baño... ¡a cada rato! Y es por eso que hace un momento nos detuvimos—dijo, llevándose las manos a la cabeza con dramatismo—. No podríamos avanzar ni un kilómetro sin que una de ellas gritara: “¡Unnie, necesito ir al baño!”, o "Mamá, quiero vomitar".

—O insistiendo en que necesitan algo de la tienda, como ese tiempo que estábamos de viaje y Ryujin no paraba de pedir chicles hasta que mamá Jeongyeon finalmente cedió.

Mina soltó una carcajada.

—¡Eso fue épico! Y al final, ¿no fue Dahyun la que terminó llorando porque Ryujin no quiso compartir? —preguntó Mina, aún riendo.

—Exactamente —respondí, sonriendo al recordar la escena—Y mamá Nayeon tuvo que intervenir, diciendo que si no compartían, no habría más chicles para nadie. Lo cual, por supuesto, hizo que ambas empezaran a compartir de inmediato, pero solo para intentar que la otra tomara menos.

Tzuyu soltó una carcajada.

—¡Y al final, ambas se quedaron sin chicles porque se pelearon otra vez! —dijo, sacudiendo la cabeza con incredulidad—. Esas dos son una tormenta de caos, pero no sé qué haríamos sin ellas. De todos modos son mis hermanitas aunque acaben con mi paciencia.

—Definitivamente son una fuente inagotable de diversión... y de caos —dije, sonriendo.

Mina asintió con cariño.

—Lo más increíble es que, a pesar de todo, siempre terminan abrazadas, como si no hubiera pasado nada. La conexión que tienen es algo especial. Me hubiese gustado tener una hermana menor.—dijo Mina con una sonrisa tierna.

730 Días A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora