Capítulo 44

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Mina

La noche había caído suavemente sobre el lago, y con ella llegó una brisa fresca y agradable. Después de un día lleno de emociones, todos estábamos ansiosos por relajarnos y disfrutar de la tranquilidad nocturna. Así que, mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, nos reunimos alrededor de una gran fogata que habíamos preparado cerca de la orilla.

Jeongyeon, siempre la más organizada, había traído todo lo necesario para hacer una noche de fogata perfecta. Mientras encendía el fuego, las llamas comenzaron a danzar suavemente, iluminando nuestros rostros con una cálida luz anaranjada. Nayeon estaba sentada a su lado, sonriendo y charlando con Tzuyu, quien se veía emocionada ante la idea de asar malvaviscos.

—¡Este es mi momento favorito del día! —exclamó Tzuyu, frotándose las manos con entusiasmo—. No hay nada mejor que malvaviscos a la fogata.

Chaeyoung y yo nos acomodamos en un par de mantas justo al lado del fuego, disfrutando del calor y del ambiente acogedor. Ryujin y Dahyun corrían alrededor, recogiendo palos para asar malvaviscos, aunque cada tanto tropezaban entre risas. Sus pequeñas risas eran contagiosas, y pronto todos estábamos sonriendo.

Jeongyeon se levantó y comenzó a repartir los palos, asegurándose de que cada uno tuviera el suyo.

—Aquí tienen, Cada uno a su lugar, y que comiencen los malvaviscos —dijo, con esa energía que siempre la caracterizaba.

Ryujin, con su palo en mano, se acercó al fuego con una expresión concentrada. Dahyun la imitó, aunque con su habitual torpeza.

—¡Mira, Ryujin! ¡Voy a asar mi malvavisco primero! —exclamó Dahyun, metiendo el malvavisco directamente en las llamas, lo que hizo que se prendiera fuego de inmediato.

—¡Dahyun, no tan cerca del fuego! —la reprendió Jeongyeon, riendo mientras sacaba el malvavisco quemado— ¡Así lo vas a convertir en carbón!

—No importa, Me gusta el carbón—dijo Dahyun, riendo mientras intentaba soplar la pequeña llama.

Todos reímos ante la ocurrencia de Dahyun, y Nayeon, siempre preocupada, se apresuró a ayudarla a asar otro malvavisco, esta vez con más cuidado.

—A ver, Dahyun, déjame mostrarte cómo se hace —dijo Nayeon, inclinándose junto a ella y sosteniendo el palo con firmeza—. Despacio, girándolo suavemente, para que se dore por todos lados.

Ryujin, que estaba observando atentamente, intentó imitar el movimiento, pero se distrajo cuando vio a Chaeyoung acercarse al fuego con un malvavisco ya preparado.

—¡Chaeyoung unnie, mírame! —dijo Ryujin con entusiasmo, girando su palo tan rápido que el malvavisco salió volando y cayó al suelo.

Chaeyoung y yo nos reímos ante la escena, mientras Ryujin intentaba recuperar su malvavisco con un puchero en los labios.

—No te preocupes, Ryujin, aquí tienes otro —le dije, ofreciéndole uno de los míos.

—Gracias, Mina unnie —respondió Ryujin, sonriendo ampliamente mientras tomaba el malvavisco y volvía a intentarlo.

Mientras tanto, Jeongyeon ya había sacado una bolsa de chocolate y galletas, preparando todo para hacer s'mores. Chaeyoung, que siempre tenía debilidad por el chocolate, se acercó rápidamente.

—Podríamos hacer esto todas las noches —dijo Tzuyu, soñadora—. Simplemente sentarnos aquí, comer s'mores y contar historias.

Jeongyeon, que estaba sentada junto a Nayeon, abrazó a su esposa con una sonrisa para luego dejar suaves besos en su cuello.

730 Días A Tu LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora