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"Han pasado tres días y ni una sola llamada o mensaje. ¿Por qué no llama? ¿Estará ocupado? ¿Debería ir yo a hacerle una visita a la UA? Pero han empezado las vacaciones y tal vez no esté por allí... ¡¡Joder!! ¿De verdad no le intereso lo más mínimo? ¿Ni un poquito? Por lo poco que hemos estado juntos creí que había conexión... Aunque qué sabré yo si apenas tengo experiencia en este tema... ¡Me estoy mosqueando en serio! ¡¡Aaaaah!! A mí sí me interesa, y al saber que yo a él poco o nada más ganas tengo de hacerlo mío... parezco un puto crío y una red flag... Joder... ¿Y ahora qué cojones hago? ¿Espero? ¿Me hago el difícil? ¿Hecho la puerta de su casa abajo? No sé dónde vive pero si buco a los mocosos sí me será más fácil averiguarlo..."

Son los pensamientos del número uno mientras sobrevuela la ciudad. Acaba de terminar una misión y su malhumor al no ser contactado por el profesor Midoriya le ha llevado a terminar su trabajo en cinco minutos dejando a todo su público boquiabierto y despidiéndole entre vítores.

Sin embargo, al número uno todo eso le da lo mismo.

Solo quiere tener la atención absoluta de un civil.

Y éste pasa tres pueblos de él.

O eso cree el Gran Dios de las Explosiones Asesinas Dynamight.

Detiene el vuelo sobre una vieja azotea. Desde allí tiene una buena vista del barrio. A pesar de las altas temperaturas y el gran nivel de humedad se respira buen ambiente entre los vecinos. Niños que juegan en los parques, adolescentes entrando y saliendo de tiendas, adultos que caminan con paso apresurado.

Es un barrio muy tranquilo cuyo nivel de delincuencia es bastante bajo, casi nulo. Salvo de vez en cuando que alguien se aburre y busca un poco de adrenalina a su patética vida como ha sucedido esa misma mañana. Dynamight estaba de patrulla por el barrio de esa lejana ciudad a la suya al viajar a una misión con su equipo cuando un maleante ha intentado robarle el bolso a una señora mayor. Ni dos segundos ha durado su carrera hasta toparse con el héroe número uno más cabreado que nunca.

-¿De verdad no le intereso... nada...? – vuelve a preguntarse - ¿Qué tengo de malo? ¿Mi mal carácter? ¡Y qué carácter quieren que tenga si me ponen de los nervios tantas fotos, tantos gritos y – hace espavientos con los brazos. Toma aire profundamente. Ya tuvo que recibir cursos especiales por parte de su tutor Best Jeanist para ser más amable, carismático y simpático con sus fans no llegando nunca a la meta. Best Jeanist se dio por vencido y le advirtió que caería en picado del primer puesto. Años después sigue invicto. Se ve que su mal carácter y su boca mal hablada es lo que más le gusta de él a sus seguidor@s - ¿Seré feo? No lo creo... ¿No le gustarán los tíos fuertes? Bueno, no estoy tan marcado como el idiota de Tintín... ¿Debería dejarme flequillo al estilo All Might? No, eso sería ridículo... – farfulla, camina ofuscado por la azotea con las manos metidas en los bolsillos, gruñe, despotrica – No lo entiendo ¿Por qué me ignora? ¡Soy el maldito número uno! ¡Debería haberme llamado a los segundos de haberle dejado la tarjeta! Espera ¿Y si no la vieron? ¿Y si ese estúpido cocinero la encontró y la tiró a la basura? Joder... voy a tener que ir a hacer una paradita sorpresa a esa restaurante y – de repente, se gira hacia su izquierda recibiendo un chorro de agua en el rostro. No se inmuta. Ni siquiera reacciona a las disculpas de un chico – Te mola eso de ir lanzando líquido a la cara de la gente ¿Eh?

Kota está aterrorizado.

No ha usado su quirk para atacarle sino para avisarle que lleva un rato llamándole siendo ignorado por su monólogo de risa.

-¿Por qué no lo ha esquivado?

-Porque no he sentido ningún peligro en tu ataque.- se limpia el rostro con el brazo – De verdad chico, tienes huevos - no se siente muy orgulloso por ser elogiado de esa forma -¿Qué estás haciendo aquí?

The ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora