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"He debido de volverme loco. El calor ha derretido mi cerebro. La locura de mis alumnos me ha contagiado. Soy un adulto. ¿Cómo he podido dejarme llevar y aceptar tal ridícula petición? ¿Su novio? ¿NOVIO? ¿Del héroe número uno? ¿Yo? ¿Un simple profesor sin quirk al lado de un Dios...?"

Suspira abatido observando su bolsa de equipaje colocada a sus pies.

Bakugou le recogerá en menos de veinte minutos pero él ha llegado una hora antes.

Seis veces ha estado a punto de enviarle un mensaje rechazando su oferta. Apagar el móvil. Enterrarlo entre la ropa de la cajonera. Meterse bajo las sábanas y no dar la cara hasta el primer día de clase.

Luego ha recordado que es muy competitivo, orgulloso, y que Bakugou le retó a un nuevo challenge: ser su novio falso.

Masculla.

-A la mierda.- se peina sus rizos hacia atrás – Al menos podré beber alcohol del caro totalmente gratis.

****
-Esto... es... Guau...

Midoriya no sabe dónde mirar primero.

Está en Los Hamptons japonés. En el Long Island nipón.

Solo ha visto sus enormes mansiones en los dramas televisivos a los que está enganchado pero ahora que está justo enfrente de una de esas mansiones se siente pequeño, diminuto, un intruso.

Un falso.

Pero le da igual.

No ha ido allí a hacer amigos de verdad.

No ha ido allí a ser el novio del número uno de verdad.

Ha ido porque no le gusta perder. Porque no se achanta ante ningún reto. Y al igual que ganó el challenge del pulso piensa ganar este. Ser el mejor novio del maldito universo. Y si de paso prueba alguna que otra vez los más que deliciosos labios del Dios de las explosiones asesinas eso que se lleva.

Murmura y murmura desde el asiento del copiloto. Está grabándolo todo en sus curiosas retinas. En el camino a la mansión ha contado como unas cuatro fuentes, dos casas externas, una montaña rusa, y una parte de la playa privada. ¿Qué habrá más allá de la mansión? ¿Un bosque? ¿Una piscina más grande que el campo de fútbol de Oliver y Benji? ¿Un establo? ¿Un campo de golf?

Traga saliva queriendo ir a fisgonear todo bajo la atenta mirada del número uno que no se pierde detalle alguno de sus expresiones.

-¿Nervioso?

Le pregunta Bakugou a Midoriya mientras le entrega las llaves del coche a un chico con expresión aburrida y sonrisa igual de falsa que su noviazgo.

Suben las escaleras, y en cuanto las puertas le dan la bienvenida abriéndose solas sí le entran los nervios. Sabe que no iba a encajar en ese mundo desde que Bakugou entró en el suyo. Para él era más fácil derribar su muro, para Midoriya ni con uno de los puños de All Might sería capaz.

Lujo. Dinero. Fama. Poder. Heroísmo. Todo eso pulula por toda la estancia galardonada con lámparas de araña, decoración de siglos pasados, alfombras amenazándole de con esas tristes y baratas zapatillas ni te atrevas a pisarme.

Midoriya vuelve a mirar temeroso hacia su bolsa. ¡No lleva ropa adecuada para la ocasión! Ni siquiera el traje que llevó a la boda de una amiga de su madre calza con los Armani, Versace, Gucci, Prada y demás marcas que dejan tiritando su cuenta bancaria.

-¿Te vas a rendir, Izuku sensei? – le susurra al oído dándose cuenta de el caos en su mente - ¿Me darás la victoria en este challenge?

The ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora