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Ha perdido la cuenta del número de tiendas de ropa que lleva ya visitadas sin encontrar el atuendo correcto para la cena de esta noche.

Si Bakugou no le hubiera enviado la ubicación del restaurante seguramente habría optado por unos vaqueros, una camiseta con un estampado tonto y sus zapatillas rojas; pero conociendo el nivel de clase social que ocupan las mesas de susodicho restaurante no le permitirían la entrada o llamaría la atención cuando no desea que eso pase.

Suspira por cuarta vez.

-No sé por qué te quejas. Nada de lo que te recomiendo te gusta.- Midoriya se cruza de brazos. Empieza a agobiarse. Empieza a tentarle el miedo para rechazar la cena - Mis gustos son exquisitos.- Iida se plancha la chaqueta con elegancia – Los tuyos no tienen palabra existente en este mundo para definirlos.

Midoriya desvía la mirada.

No está de humor para debatir.

Apenas ha pegado ojo.

El rostro dolorido y de rendición de Bakugou le hunde aún más el invisible cuchillo que tiene clavado en el corazón.

Cuchillo clavado por sí mismo.

¿Pero qué otra cosa podía hacer?

No son tan iguales a como Bakugou le quiere hacer entender...

-Prueba con este traje.- al mirarlo se le acelera el corazón. Es muy parecido al que llevó el día de la boda. Niega alejándose. Se ahoga. Allá donde mire o esté le recuerda al héroe sin razón alguna. Piensa en él las veinticuatro horas. Ha anidado en su corazón sin permiso y por muchos espantapájaros que quiera colocar no consigue echarlo.

-Estoy metido en un buen problema...

Susurra peinándose hacia atrás.

-Tranquilo, daremos con la ropa perfecta para tu cita de esta noche.

-No es ninguna cita.

-Amigo.- coloca la mano sobre su hombro – Si una mujer te invita a ese tipo de restaurante es por dos razones. Una – levanta el dedo índice con velocidad – Es una cita. Dos – abre demasiado la V que se forma al levantar el dedo corazón – Quiere acostarse contigo.

-¿Por qué siempre te lo llevas todo al mismo punto?

-Porque ese restaurante está dentro de un hotel y todos acaban en una de sus increíbles habitaciones. Créeme. Te habla la voz de la experiencia.

Suspira desesperado.

No va a acostarse con Bakugou. Y no porque no haya tenido sueños muy tórridos con el héroe profesional, ni tampoco pensamientos no aptos para todos los públicos durante las duchas mañaneras o nocturnas, ni cuando ha probado sus labios queriendo que su volcánica lengua degustase otras partes de su cuerpo pero sabe que Bakugou no cruzaría dicha línea. No cuando ha tenido más de una oportunidad y no ha pasado nada.

-Ni es una cita, ni esa persona quiere tener sexo conmigo.

-¿Cómo estás tan seguro?

-Porque hemos estado en muchas ocasiones a solas. Porque nos hemos enrollado. Y sus manos ni me han tocado el culo ni mi serpiente colgante ¿Vale?

Se ha puesto rojísimo.

Iida le da unos segundos para que se calme.

-¿Y no te has parado a pensar en la posibilidad que esa persona está valorándote y respetándote? ¿Qué quiere que ese momento sea especial? ¿Qué quiere atesorarte?

The ChallengeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora