XIII

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La fiesta de Kiara llegó, un domingo soleado, excelentemente hermoso. La casa se encontraba abarrotada de amigos, familia y de niños compañeros de Beca, entre los que figuraba claramente Andy. Sin embargo, Bill y yo observamos que Andy prefería estar con Sofi, que con cualquier otro niño. Es que no la soltaba ni para cuando Sofi quería ir a buscar bocadillos.

—Creo que eso está mal —comentó Bill a mi lado, bebiendo soda de una lata.

—Nosotros hacíamos lo mismo a su edad.

—Ni te atrevas.

—¿Qué pasa aquí? —terció Beth, llegando del brazo de Lara.

—Ah, nada. Estamos viendo a nuestro pequeño que no para de seguir a Sofi y Bill parece preocupado. Le digo entonces que nosotros hacíamos lo mismo a su edad —expliqué y Bill encajó su codo en mi costilla izquierda.

—¿Lo seguías a donde quiera que fueras?

—Sí, y cuando yo me iba él me seguía a mí.

—Uy, qué monos. Me encantan —dijo Lara, con voz de una joven disfrutando de un momento entrañable.

—¿Así que se conocen desde pequeños?

—Desde siempre, considero a mi esposo mi mejor amigo y mi cómplice de cualquier cosa.

—Ya veo.

Las dos se sonrieron 

El momento que ponía a Fede de los nervios llegó, me puse en primera fila y Bill permaneció a mi lado. Fede tomó asiento frente al piano, y empezó a tocar la pieza que le enseñé durante los últimos días. Fue reconfortante cuando los errores de semanas, se quedaron en el olvido, y no hizo más que tocar correctamente esta vez. Kiara de repente rompió en lágrimas, Bill puso su cabeza en mi hombro y besé su frente cuando busco mi mano con sus dedos, le permití acariciar mis dedos con sus yemas y me gustó mucho que lo hiciera, fue como un «estoy tan orgulloso de ti, que cuando lleguemos a la casa te diré lo tan enamorado que me tienes y amo que siempre estés haciendo lo que te gusta». Luego simplemente me besó, correspondí su beso, su boca, su deseo, pero los dos supimos mantener un freno increíble y nos detuvimos.

Todos irrumpieron en aplausos cuando Fede terminó, y él me miró para agradecerme lo que hicimos, correspondí su gesto con una especie de inclinación.

Kiara también lo besó, todos aplaudieron y la fiesta siguió. Nos fuimos en cuanto vinos a Andy moverse peligrosamente con dirección al suelo, en cuanto Bill lo levantó, Andy dejó caer su cabecita en su hombro.

—Muchas gracias, Tom. De no haber sido por ti, Kiara la hubiera pasado como cualquier otro día.

—No fue nada, me encantó ser parte de esto, pero tenemos que irnos, Andy está cansado y si no duerme en su cama, despertará convertido en un demonio. Nos vemos.

—Sí, por supuesto.

Fede y Kiara nos acompañaron hasta el coche y nos fuimos.

***

El tiempo de repente estaba pasando por nuestros ojos como agua. Los ciclos escolares pasaron rápido, Andy dejó de pedir crayones a Sofi y empezó a buscar a niños para jugar videojuegos. Sus fiestas de cumpleaños ya no eran con temática de animales de zoológico, de repente Andy ya tenía nueve años, y pasaba más tiempo con otros niños jugando fútbol.

Había pasado mucho tiempo. Años en los que la disquera y el trabajo en el conservatorio, junto con la escuela de Andy, nos hicieron ver nuestra gran suerte, todo se estaba juntando, el estrés de ambos recaía peligrosamente y cada día que pasaba nos hacía sentir más viejos, más responsables y con más deseos de buscar más ayuda o de que alguno de los dos pudiera renunciar a uno de sus trabajos. A nuestros treinta y un años, parecíamos tener la energía mental y física de un hombre en sus cuarentas.

In die Nacht - Zurück zu dir... Zurück zu us [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora