II

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Ya en el auto, traté de peinar mi cabello con mis dedos para dejarlo suelto, y es que habíamos tomado una media ducha, por lo que nuestro cabello iba seco.

—Me gusta más cuando te haces ese chongo.

—Me hago el chongo entonces.

Esperé a que se acomdara en el asiento y abrochaba su cinturón, y arranqué el auto.

—Lo vas a hacer bien.

—¿Eh?

—El trabajo, sé que lo harás bien.

—Ah —contesté regresando a mi mundo en el presente.

—Sí. Estaremos bien.

—Por cierto, aunque me encanta hablar de otras cosas y quisiera saltarme la discusión de Jörg, tenemos que hablar de eso.

—Sí, definitivamente.

—¿Crees que nos haya dejado algo?

—No es como que tuviera algo para dejarnos, ¿o sí?

—No —contestó con una sonrisa amarga—, no tenía nada bueno.

—¿Ya no te sientes culpable?

—Es que lo odio, lo odio, lo odio con todas mis fuerzas y mi corazón. Pero no puedo evitar pensar que murió solo. Quiero morir primero.

—No digas eso, Bill.

—Es que no podría vivir sin ti.

—Me rehúso de igual manera, nos iremos los dos al mismo tiempo, entonces.

—Lo programaremos. Hecho. Hablaré con nuestro abogado para que dejemos todo a Andy.

—Y a Helen.

—Y Helen.

Bajé en una panadería para comprar galletas con chispas de chocolate, las favoritas de Andy y regresé al auto, ya no estábamos lejos de casa, a un par de calles di vuelta a la izquierda, y luego  a la derecha, fue cuando Bill se dio de cuenta de un grupo de personas ocupando parte de la acera y de la calle, esperaban algo a la altura de nuestra casa.

—¿Qué es eso? —preguntó Bill.

Tuve miedo de acertar, pero estaba seguro que eran ellos.

—No puede ser —dije, estacionándome al comienzo de la calle. Saqué el celular y hablé al número de la casa. Puse el altavoz. Tatiana contestó casi enseguida, como si hubiera tenido el teléfono en las manos.

—¿Estás bien?

—Sí, también Andy, está dormido. Pero no sé qué hacer, llamaron a la puerta y fingí no estar.

—Perfecto, estamos en la esquina de la calle. Dame un par de minutos en lo que se me ocurre qué hacer.

—Bien.

—Gracias, Tatiana.

Finalicé la llamada y Bill lo entendió todo.

—Quieren entrevistarte.

—Interrogarme suena mejor para la ocasión. Teniendo en cuenta que no hay otra entrada más que la única y la principal, tendremos que pasar de ellos.

—Nuestra primera aparición en televisión será por un escándalo.

—Pero no es nuestro escándalo, además, por ser el primero deberé ser cordial. De aquí depende el cómo nos perciban.

—¿Vas a contestarles?

—Nos dijeron que no hagamos declaraciones, pero podemos contestar sus preguntas. Así que… no voy a poder abrir la cochera, dejaré el auto afuera, bajamos, y tú entras mientras yo me quedo con ellos y puedes sacar a Tatiana.

In die Nacht - Zurück zu dir... Zurück zu us [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora