VIII

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La semana transcurrió, Andy seguía yendo a la escuela, solo que ahora es Bill quien lo lleva y quien lo recoge de la escuela, ya que las clases en el conservatorio empiezan temprano a diario para mí. Bill en cambio tiene sus horas en la tarde, y así, podemos complementarnos para poder estar con Andy y ayudarlo con sus tareas, las cuales consisten en ejercicios para identificar cosas, figuras geométricas, colores, números, incluso texturas, sabores y olores. Fue increíble verlo en su primera semana.

El viernes de esa primera semana, fue un poco diferente a los días anteriores, cuando llegué a casa para que él saliera al conservatorio, llegué con unos minutos atrasado por las pruebas a las cuales deben someterse los alumnos nuevos. Bill para ese entonces, ya estaba molesto.

—Te estoy esperando para poder hablar —dijo sin mirarme por estar tomando sus cosas.

—Lo siento, estaba en las pruebas. Pero dime.

—No, te digo cuando vuelva.

—No me dejes con la duda.

—Te hubiera dicho todo si hubieras llegado a tiempo.

—Bill, fueron las pruebas, ya lo sabías.

—Como sea, ya me voy.

—Dime al menos de qué se trata y lo hablamos bien después.

—Agh, Tom —gruñó desesperado.

—Dime.

—La directora quiere hablar con nosotros.

—¿Qué?

—Adiós.

Y se fue. Andy estaba rasgando un papel suave, pero arrugado, y para cuando empecé a revisar sus manos pequeñas, estas ya estaban completamente manchadas de azul. En el suelo, a su lado, estaba un pedazo de cartoncillo blanco.

—¿Qué tienes que hacer?

—No she… ¿pegal?

—Creo que sí, amiguito. Tenemos que pegar los papelitos aquí.

—Los papelitos.

—Sí, los papelitos. ¿Qué pasó hoy en la escuela?

—Miss Tina, nos dio pastilina, y lego comimos, y lego catamos, y lego jugamos con nuesto juguete y lego satamos en un pecito.

—¿Saltaron en un piecito?

—Sí.

—¿Y después?

—La miss dijo que papi Bill debía il con la diletola.

—¿Y fuiste tú para acompañarlo? 

—No, miss Tina me dijo que me quedala con ella.

—Bien.

—¿Hice albo malo?

—No. Vamos a comer, ya después papá Bill me contará e iremos a hablar con la directora.

—Eso dijo papi Bill.

—Sí. Vamos a cuidar de ti. Vamos a comer.

***

El día finalizó, Bill llegó en punto de las ocho de la noche, y aprovechando que Andy ya estaba dormido, discutimos un poco.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—¡Ay, por Dios, Tom! Como si no supieras.

—¿Perdón?

—Nosotros, nosotros somos el problema.

—No digas eso.

—¿Entonces? ¿Cómo quieres que lo diga? Es obvio que esos hijos de puta ya hablaron con ella. Y seguramente le dijeron algo como que no quieren a su hijo con el nuestro, no quieren que le meta ideas.

—Es que… A ver, ¿qué te dijo? Con exactitud.

—¡Nada! Sólo me dijo que eso, que el lunes pasemos los dos a su oficina media hora antes de las clases.

—¿Nada más?

—Nada más.

—¿Y tú de dónde sacas todo eso, amor?

—Bien, dime tú para qué nos quiere el lunes.

—Pues no lo sé, para que podamos seguir una línea de trabajo en casa, para… no me veas así.

—Te amo, y no sabes cuánto, pero odio que a veces eres más optimista que yo.

—Aprendí del mejor. Para ser sincero, sí creo lo que dices, tal vez solo nos diga que Damián y Anna están formando un grupo de papás para que firmen una petición y corrernos, pero también quiero creer que les queda un lado bueno y tolerante.

—¿Qué vamos a hacer el día que se enteren que somos hermanos?

—¿Por qué habrían de enterarse? ¿Cómo se enterarían?

—Tienes razón, ellos no… ¿Qué vamos a hacer cuando Andy, nuestro hijo, se entere que somos hermanos?

Mi estómago dio un vuelco peligroso, mis piernas temblaron, sentí un frío recorrer mi espina y solo pensé en que eso jamás debía pasar.

—No… no pienses en eso, por favor, Bill.

—Nos va a rechazar, nos va a odiar y querrá buscar a su mamá. 

—Bill, cállate, por favor.

—Va a pensar que estamos enfermos y nos va a aborrecer.

—¡Bill!

Me lancé a tapar su boca de un solo movimiento, no pudo hacer más que mirarme con los ojos bien abiertos mientras hacía presión con mi mano sobre su boca.

—No pienses eso, no estamos enfermos, amarte de la forma en la que lo hago no puede estar mal. Bill, no sé qué pasará si Andy se entera, pero no nos aborrecerá. ¿Entendido? —él asintió—. Ahora, vamos a dormir, mañana iremos a la disquera, vendrá Tatiana, y luego vamos al parque con Andy. El domingo podemos hacer todo lo que quieras, incluso no nos levantaremos de la cama si así lo prefieres. ¿De acuerdo? 

—De acuerdo —contestó.

In die Nacht - Zurück zu dir... Zurück zu us [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora