Prólogo

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Ya pasaron tres años, y no te puedo explicar todo lo que ha pasado en tan poco tiempo, pero trataré de hacer un resumen.

En cuanto decidimos quedarnos con el bebé de Kim, Bill fue el que decidió hacerse cargo del nombre, mientras yo investigaba qué debíamos hacer primero. Gracias a Dios contamos con Susana. Ella y también Linda, nos ayudaron con todo el proceso, lastimosamente, casi fuimos detenidos por servicios sociales cuando fuimos al registro civil. La nota sirvió mucho, Kimberly había pensado en todo, hasta las autoridades pidieron ver las cámaras del edificio. Así fue como nos dejaron la custodia de Andy.

Cuando hablamos con los chicos lo hicimos a través de FaceTime, para que pudieran ver al bebé, claramente Andy adulto lloró, Zack lo abrazó, y dijo que se sentía honrado por haberle puesto su nombre.

Luego discutimos, Bill y yo discutimos por primera vez como padres. Él quería que bautizáramos a Andy, por el royo del pecado original y eso, yo estaba en desacuerdo rotundamente, la iglesia jamás iba a permitir que nosotros pudiéramos realizar eso. Me calmó saber que no teníamos que entrar a la iglesia para hacer eso, Susana nos ayudó con un sacerdote al que tuvimos que pagar para dicho servicio. Y así se realizó en casa. Y Andy quedó bautizado.

Unos meses después, Bill vendió otras dos canciones. Una de ellas se llama Love is Dead, una canción que terminó siendo una balada para la banda, Bill no quedó contento con el sonido, sin embargo, se pone feliz cuando recibe las regalías cada mes. Aunque cada vez parece menos dinero, al menos para nosotros. Y luego llegó a vender Don't Jump. Esta canción significó tanto para Bill, me contó que cuando vino a España, hubo varios días en los que simplemente no quería ni levantarse, y fueron los primeros días del primer mes. Le hice el amor cuando me contó la historia de esa canción. No hemos vuelto a hablar de ese tema.

Días después, me hizo acompañarlo a la disquera, en Madrid, pensé que sería sólo acompañarlo, lo que no me esperaba era que me había preparado una cita con los ejecutivos de Sony Music, resulté envuelto en una prueba. Bill les había mandado un demo de las canciones que él había escrito, y que en seguida yo había producido. Eran los sonidos que él y yo queríamos escuchar en Ich Bin Nicht Ich, cosa que tampoco quería hacer por respeto a Andy, pero terminamos haciendo como experimento; Heilig, Love is Dead, Don't Jump, y por supuesto, In Die Nacht, la canción que cantó para mí en la presentación de la universidad en Alemania. Los ejecutivos y algunos de los productores más importantes de Sony Music me aprobaron, y ahora me consultan para álbumes nuevos de bandas emergentes. Soy la primera persona que toca los demos que esas bandas envían a la disquera. Algunos de los álbumes que produzco no terminan viendo la luz del sol, pero trato de usar los recursos que la banda puede pagar para que eso no pase. Para el día de hoy, he lanzado tres álbumes, uno de ellos con éxito rotundo.

La banda con la que trabajo ahora, se compone por cuatro chicas, Anya, la vocalista y guitarrista secundaria; Taylor, la guitarra principal y segunda voz; Danielle, en el bajo y coros; y Lara, batería y coros. Son geniales, y nos quieren mucho a los dos, aunque para ser honestos, Lara es muy perspicaz. Aún recuerdo sus primeras palabras al conocernos a ambos.

—¿Por qué las parejas gay se parecen tanto? ¿Lo han notado?

—Lara, cállate, tía.

Anya cambió de tema y jamás lo ha repetido. Bill y yo intercambiamos miradas y juramos que haríamos lo imposible por no estar los dos, en el mismo lugar y al mismo tiempo, frente a ellas.

En febrero del siguiente año de nuestra boda, nació Helen, a unas semanas de que mamá llegara a los nueve meses. Es impactante porque nos manda fotografías de ella creciendo, es pelirroja, con pecas en toda la carita y sus ojos, el ojo derecho es verde con destellos azules y cafés, y el izquierdo es completamente azul. La amamos. Pero ella no nos conoce a nosotros.

Cinco meses después del primer éxito, es decir, a punto de cumplir el primer año en la disquera, nos dimos cuenta de que no era suficiente, ya que un álbum no se produce los trescientos sesenta y cinco días del años, y no nos pagan a diario, por lo que Bill y yo, decidimos entrar a trabajar en el conservatorio de música en Madrid, tuvimos ayuda por parte de nuestros antiguos maestros, claro, y luego, sólo tuvimos que acoplarnos, el paso más complicado sin duda. Sin embargo, es bastante fácil desplazarnos entre el conservatorio y la disquera. Ambos están a dos kilómetros entre sí. Sólo faltaba contemplar un detalle más. Nuestra casa.

Antes de irnos a Madrid, Pumba enfermó, no fueron suficientes los cuidados que Bill ni yo le dimos. Bill lloró por dos días seguidos, al tercero se quedó dormido, y luego me dejó cuidarlo como si fuera él el que estuviera a punto de morir. Atrasé el día de la mudanza porque, aunque no teníamos prisa, el banco nos había hecho un préstamo significativo para una casa. Nos mudamos a la semana de la muerte de Pumba, y es que no podíamos ir y venir, así que debíamos irnos también nosotros. Para entonces, Andy ya gateaba, en cuanto lo dejamos en el piso de la casa, no dudó en explorarlo todo. La casa era grande y pequeña al mismo tiempo, grande en comparación a cualquier casa que hayamos entrado antes, incluso la de mamá. Y pequeña, porque era la casa más pequeña de la zona. Es fácil de describir, tiene un porche de madera con un sillón tipo columpio, me encanta porque Bill y yo nos salimos a sentar y ver el atardecer. Los pisos adentro son de madera, el recibidor conecta con la cocina y el comedor y la sala, todo en concepto abierto. Y los ventanales lo hacen ver tan espacioso. Luego está una habitación de invitados junto a la sala, es pequeña pero funcional. Arriba hay tres habitaciones, una para Andy, otra para nosotros y la tercera la usaremos como estudio. Ya quiero empezar a equiparla.

Bill se enamoró de la cocina, del jardín, del porche y de la casa en conjunto. Juramos que no íbamos a quitarle los ojos de encima a Andy, pero en cuanto logramos dormirlo, aprovechamos cada rincón de la casa.

Ahora, tres años después, aquí estamos. Con un trabajo estable, un hijo que amamos llamado Andy y con nervios de comenzar con una nueva generación de músicos y profesionistas, tal y como llegamos a hacerlo  el primer día. 

Bill está en el área de composición, mientras que yo estoy en el área de producción, haciendo que prácticamente, no nos veamos nunca ni nos crucemos, pues su edificio se encuentra alejado del mío. Los de nuevo ingreso les costó un par de días enterarse que sus profesores, nosotros, son pareja con un hijo. No tardaron en apoyarnos algunos, están los muchachos que nos saludan casi reverencialmente, así como los que no tienen ningún motivo para relacionarse con nosotros, y también, los que solo nos miran  por ser sus profesores. De igual modo, los compañeros y colegas. Tres días después de nuestra llegada, conocimos a Laia, una chica súper maja, con la que Bill conectó en segundos y a mi me cae extremadamente bien. Pero también está Paul y Lucio, Lucio es más bien uno de esos músicos pretenciosos que nadie sabe más que él, todos lo odian, menos los alumnos que tienden a ser igual que él. Paul es distante, pero me agrada y nos deja en paz. Y por último, Pablo. Bill está celoso, pero es un buen sujeto. Trato de no hablar demasiado de él porque Bill empieza a echar humo por las orejas, pero Pablo es bueno, relajado y estricto con sus alumnos. Me agrada. Él tiene a Laia, y yo a Pablo. En fin, tendré que buscar la manera de hacer que vea al Pablo que yo veo.

De igual manera, tendremos que resolver otras situaciones, Andy está creciendo, y pronto necesitará entrar a la escuela. Bill tiene miedo, no lo niego, también me pone nervioso la idea, no por Andy, se acostumbra rápidamente a cualquier cambio, lo hemos visto. Sin embargo, el problema seguirá siendo la sociedad. No sabemos cómo va a reaccionar la gente, los papás, los directivos, los maestros. Sólo pido que dejen a Andy crecer de la mejor manera que se pueda, de lo contrario, qué podemos enseñarle a Andy, ¿que siempre se mantenga alejado de las personas para evitar problemas? No, ni siquiera es una opción, todos debemos aprender a ser tolerantes, y aunque España es de los primeros países con más aceptación, no deja de haber gente que aún no discrimina. Y, como si eso no fuera suficiente, Bill tiene miedo de que algún día, Andy se entere de nuestro parentesco. ¿Qué vamos a hacer en ese sentido? Sigue rondándole la cabeza el que algún día tengamos que decirle la verdad. No lo vi necesario hasta que me dijo algo. El día que haya una enfermedad, o cuando nos pregunte por sus abuelos, o tan simple como hablar de cómo nos conocimos. Algún día le asaltarán esas preguntas. Entonces temí que llegara ese día. Temo, por ese día.

In die Nacht - Zurück zu dir... Zurück zu us [Parte 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora