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Capítulo 5: Bajo el Agua y a Toda Velocidad

Desperté al día siguiente con la suave luz del sol filtrándose a través de las cortinas de mi habitación. Por un momento, me quedé en la cama, disfrutando de la calidez y el silencio de la mañana. Sabía que tenía mucho en qué pensar, pero decidí darme un momento de calma antes de enfrentar el día.

Cuando finalmente salí de la cama y bajé a la cocina, encontré una nota de Ken en la mesa. Estaba escrita con su típica letra desordenada pero legible:

"Tuve que salir temprano hoy, pero te dejé el almuerzo listo. Espero que tengas un buen día. Nos vemos más tarde. —Ken."

Sonreí ante su consideración y me dirigí al refrigerador, donde encontré un bento cuidadosamente preparado. Había algo reconfortante en saber que Ken se había tomado el tiempo de hacer algo tan simple como prepararme una comida. Era un pequeño gesto, pero significaba mucho.

Me senté en la mesa y comencé a comer lentamente, disfrutando de la tranquilidad de la casa. Después de terminar el almuerzo, me levanté y decidí explorar un poco. Sentía curiosidad por conocer más del lugar donde estaba viviendo temporalmente.

Busqué a Mina, la asistente virtual de Ken, para que me ayudara.

—Mina, ¿sabes de algún lugar interesante en la casa que podría visitar? —pregunté, con la esperanza de descubrir algo nuevo.

Mina apareció en la pantalla de la tablet que Ken había dejado en la cocina. Su avatar sonriente me saludó.

—Claro, Elisa. Hay varios lugares interesantes en la casa, pero creo que te gustaría el sótano. Ken tiene una colección bastante impresionante allí. Puedo guiarte si quieres.

—Eso suena genial —respondí, intrigada—. Llévame allí, por favor.

Seguí las instrucciones de Mina mientras bajaba por las escaleras hacia el sótano. Al llegar, me quedé sin palabras. Era un espacio enorme, mucho más grande de lo que había imaginado, y estaba lleno de autos de lujo, todos impecablemente cuidados. Reconocí algunos de ellos de inmediato: un Ferrari LaFerrari rojo brillante, un McLaren P1 negro, y un Bugatti Chiron azul oscuro. Cada auto parecía brillar bajo la suave luz de los focos del techo.

Me acerqué al Ferrari, mis dedos trazando suavemente las líneas aerodinámicas del capó. No pude evitar admirar la perfección de la ingeniería y el diseño. Era evidente que Ken era un apasionado de los autos, y me sorprendí a mí misma sonriendo al pensar en lo que diría si supiera cuánto me encantaban también.

—Mina, ¿Ken pasa mucho tiempo aquí? —pregunté, manteniendo mis ojos en el Bugatti.

—Sí, pasa bastante tiempo aquí cuando necesita relajarse —respondió Mina—. Aunque creo que lo que más le gusta es la vista.

—¿La vista? —repetí, mirando a mi alrededor hasta que mis ojos se posaron en una enorme ventana al fondo del sótano. Me acerqué a ella y me detuve en seco, asombrada.

La ventana daba al mar abierto, y por un momento, me quedé sin aliento ante la belleza del océano desde esta perspectiva sumergida. Los peces nadaban tranquilamente frente a la ventana, sus colores brillantes resaltando contra el azul profundo del agua. Era un espectáculo hipnótico, y me encontré perdiéndome en el movimiento rítmico de las olas y las criaturas marinas.

"Ken debe pasar horas aquí, admirando esta vista", pensé. Podía entender por qué; había algo increíblemente pacífico en estar tan cerca del mar, tan lejos de todo lo demás. Estaba tan absorta en mis pensamientos que no escuché cuando Ken bajó las escaleras y se acercó por detrás de mí.

Soledad de Tinta Gris | Ken Sato/ ULTRAMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora