XIX

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Capítulo 19: "Pistas del Pasado"

Ken se fue de regreso a Tokio poco después de nuestra victoria contra el monstruo que había amenazado la ciudad. A medida que los días pasaban, la normalidad regresaba lentamente a mi vida, pero dentro de mí, una sensación de vacío comenzó a crecer, tan pesada como un manto oscuro que no podía quitarme de encima. La casa, que había sido un refugio durante mi recuperación, ahora se sentía fría y solitaria sin su risa y su apoyo.

Cada día era un eco de mi soledad. Las tardes se deslizaban en silencio, y cada rincón de mi hogar parecía susurrar su ausencia. Me encontraba pensando en él más de lo que me gustaría admitir. Recordaba su forma de sonreír, su voz calmante y cómo me había empujado a ser más fuerte. Pero lo que más me atormentaba era el dolor de no saber por qué me sentía tan unida a él. La idea de que pudiera haber algo más entre nosotros, algo que no recordaba, me atormentaba como un fantasma que acechaba en las sombras.

En un intento de distraerme y comprender mi pasado, decidí sumergirme en una investigación sobre los años que había perdido debido a la amnesia. Me senté frente a mi computadora, abriendo documentos y navegando por viejas noticias. Cada clic era un intento desesperado por reconstruir mi historia, un rompecabezas que había estado roto durante demasiado tiempo.

Comencé a leer sobre mi vida antes del accidente. En los archivos, encontré un artículo titulado "Astrogirl: La Heroína de la Ciudad". Mis ojos se abrieron con sorpresa al ver lo que había logrado. Antes de asumir el manto de Astrogirl, había sido corredora de autos, un sueño que había tenido desde que era pequeña. Sin embargo, todo cambió cuando un científico me atacó con un rayo que inhabilitó mis poderes. Después de ese día, mi vida como heroína se desvaneció, y la idea de seguir adelante se volvió abrumadora. Busqué a Ultraman en Tokio para pedir ayuda, pero sentí que no podía cargar con el peso de dos vidas.

Poco a poco, fui descubriendo más sobre mis relaciones. Había terminado con mi ex pareja, y en esos documentos, sus palabras se deslizaban entre las líneas: era egoísta y nunca logró entenderme ni confiar en mí lo suficiente para compartirle mi secreto. Esa revelación dolió más de lo que esperaba. Había amado a esa persona, pero parecía que había estado amando una versión incompleta de mí misma. La tristeza por la pérdida de mi hermana se había multiplicado por la frustración de no haber podido abrirme con alguien que se suponía debía estar a mi lado.

Pero lo que más me afectó fue un video que encontré guardado en un rincón olvidado de mi computadora. Era un mensaje de mi hermana Sarah, grabado semanas antes de su muerte. Al hacer clic en el archivo, la imagen de su rostro iluminó la pantalla, y su voz dulce comenzó a resonar en mi habitación.

—Elisa, si estás viendo esto, significa que estoy en un lugar mejor. Quiero que sepas cuánto te quiero. Siempre estaré en tu corazón. Mi vida ha sido plena, y deseo que tú encuentres tu felicidad, incluso si no estoy contigo.

Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas mientras escuchaba sus palabras. Recordaba su risa, cómo siempre me había alentado, pero no recordaba haberla perdido. La emoción era abrumadora; el amor que había sentido por ella se convertía en una ola de dolor y nostalgia. No había forma de regresar, de cambiar lo que había pasado. Pero quizás este momento era un regalo. Tal vez era una oportunidad para comenzar de nuevo.

La soledad de la casa me envolvía, y el vacío que sentía se hacía más fuerte al darme cuenta de que mi vida, tal como estaba, era solitaria e infeliz. Sin embargo, cada recuerdo de Ken me llevaba a una nueva luz. Había logrado ver la vida de otra manera a su lado. Con él, había experimentado la emoción de volar, de luchar por algo más grande.

Mis pensamientos se llenaron de dudas y anhelos. ¿Era posible que él también sintiera algo más por mí? Tal vez Ken había sido el faro que me guiaba hacia la salida de la oscuridad en la que me encontraba.

Me levanté de la silla y miré por la ventana. La ciudad brillaba a la luz del atardecer, una mezcla de naranjas y rosas que pintaban el cielo. Aquel paisaje me recordó que, aunque mi vida era complicada y llena de sombras, había belleza en el mundo.

Tomé una decisión en ese momento: no podía seguir adelante sin explorar lo que sentía. No podía dejar que el miedo a lo desconocido me retuviera. Si había algo entre Ken y yo, debía buscarlo. Así que, con la determinación en mi corazón, empecé a planear mi viaje a Tokio. No sabía qué me esperaba, pero estaba dispuesta a enfrentar cualquier cosa por la posibilidad de redescubrir no solo mi pasado, sino también lo que podría ser un futuro juntos.

El vacío que había sentido se transformó en un impulso renovado. Era hora de dejar de lado las sombras y abrazar lo que venía. Con Ken, quizás, podría encontrar no solo mi propia felicidad, sino también la paz que había estado buscando desde la pérdida de mi hermana. Y, en ese camino, tal vez descubriría la verdad sobre el lazo que nos unía, un lazo que había estado presente incluso en mi amnesia.


Soledad de Tinta Gris | Ken Sato/ ULTRAMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora