XI

14 4 0
                                    

Capítulo 10: Un Riesgo Necesario

Los dos días que siguieron después de que el profesor Hayao ideara el plan para sacar al científico Jonnathan de prisión fueron una mezcla de tensión y nerviosismo insoportables. Aunque confíaba en la astucia del profesor para no ser descubiertos, no podía evitar sentir un profundo temor por lo que estábamos a punto de hacer. Liberar al hombre que había causado tanto caos y destrucción para que me disparara de nuevo era una idea que me hacía perder el sueño. Cada noche me despertaba sudando, incapaz de sacarme de la cabeza la imagen de Jonnathan y su rayo.

El día llegó más rápido de lo que esperaba, y en solo tres días desde su liberación, ya habíamos hecho contacto con él. Esa noche, como si el destino quisiera empujarnos aún más rápido hacia el enfrentamiento, un monstruo de las montañas apareció en la ciudad. Al parecer, en mi ausencia, Vancouver había sido devastada por una serie de ataques de monstruos. A pesar de la intervención de las autoridades, bien armadas y relativamente preparadas, el caos era palpable en las calles. Había rumores sobre dónde estaba Astrogirl. La gente se preguntaba si los había abandonado, si me había dado por vencida. Ese pensamiento me pesaba como una carga adicional sobre mis hombros.

El plan era claro: el padre de Ken, transformado en Ultraman, guiaría al monstruo al punto de encuentro. Mientras tanto, Ken y yo nos mantendríamos en las sombras, esperando el momento oportuno para atacar. Estábamos en un callejón oscuro, escondidos entre los contenedores de basura y las sombras que se proyectaban en las paredes. La ciudad, devastada, se sentía extrañamente tranquila bajo el cielo nocturno, pero la tensión en el aire era innegable.

"Repasemos el plan," dije, más para calmar mis nervios que por otra cosa. Mi voz temblaba ligeramente, y aunque intentaba mantener la compostura, era obvio que no podía disimular lo aterrada que estaba.

Ken me miró con comprensión, como si entendiera exactamente lo que sentía. "Mi padre traerá al monstruo aquí. Cuando tengamos al profesor Jonnathan en la mira, mi padre luchará contra el monstruo, y yo me encargaré del científico. El plan es que cuando lo vea a punto de usar su rayo, aparezcas tú. Creemos que, al verte, disparará directamente hacia ti."

Asentí con la cabeza mientras Ken continuaba explicando el plan, aunque ya lo conocía de memoria. Mi corazón latía rápidamente, la adrenalina corriendo por mis venas.

Ken hizo una pausa, su mirada se suavizó. "Elisa, aunque es incierto lo que pueda pasarte cuando te dispare, quiero que sepas que me encargaré de él. Atraparemos a Jonnathan y lo entregaremos a las autoridades. No quiero que te preocupes. No estás sola en esto."

Intenté devolverle una sonrisa, pero solo conseguí esbozar una débil mueca. Las palabras parecían haberse quedado atascadas en mi garganta. No sabía qué decir. El peso de lo que estábamos a punto de hacer me superaba.

Queriendo distraerme del miedo, cambié de tema repentinamente. "¿Ella lo sabe?" pregunté, sin pensar mucho.

Ken frunció el ceño, claramente confundido. "¿Quién?"

"Ami, la reportera," aclaré. "¿Sabe que los puntos que ganaste en el campeonato fueron dedicados a ella?"

Ken se quedó inmóvil por unos segundos, su rostro mostró sorpresa, casi como si no entendiera lo que estaba insinuando. "¿Qué? No, no... yo no hablaba de Ami."

Alzó las manos en un gesto de desconcierto. Era obvio que no esperaba esa pregunta, pero yo había visto cómo Ami se ilusionaba, cómo todos pensaban que Ken había dedicado su triunfo a ella.

"Deberías decirle," sugerí con calma. Aunque mis palabras eran tranquilas, noté que mi voz escondía una pizca de tristeza.

Ken negó con la cabeza. "Elisa, no entiendo por qué dices eso... No hablaba de Ami."

No tuve tiempo de responder. El intercomunicador que Ken llevaba en el oído se encendió con la voz grave de su padre. "Es hora," anunció Ultraman. "El monstruo está en posición, y Jonnathan no está muy lejos."

Respiré hondo, sintiendo cómo el miedo se asentaba en mi estómago, pesado e implacable. Asentí a Ken, y juntos nos movimos hacia nuestras posiciones.

Nos mantuvimos agazapados entre las sombras mientras Ultraman (Profesor Hayao) guiaba al monstruo al lugar acordado. El monstruo rugía, su inmensa figura sobresaliendo entre los edificios de la ciudad. Vancouver, mi hogar, estaba siendo destruido una vez más, y no podía evitar sentirme culpable por no haber estado allí para defenderla.

Entonces, Jonnathan apareció. Su robot gigante irrumpió en la escena con un estruendo metálico, un titán mecánico que irradiaba poder y arrogancia. Mi cuerpo se tensó al verlo. La última vez que lo había enfrentado, casi pierdo todo. Y ahora, estaba allí de nuevo, con sus ojos fríos y calculadores, listo para destruir lo que fuera necesario con tal de obtener su objetivo.

El plan se puso en marcha sin contratiempos. Ultraman (Profesor Hayao) comenzó a luchar contra el monstruo, distrayéndolo mientras Ken se preparaba para enfrentar al científico. Jonnathan, a bordo de su robot, dirigió su atención hacia Ultraman (Ken), apuntando su rayo con precisión.

"Es tu turno," susurró Ken, sus ojos buscando los míos con preocupación.

Respiré hondo una vez más. No había vuelta atrás. Me lancé hacia adelante, exponiéndome al campo de batalla transformada en Astrogirl justo cuando Jonnathan apuntaba su rayo hacia Ken. Apenas me vio, cambió de objetivo de inmediato. Era como si hubiera estado esperándome.

El rayo me alcanzó antes de que pudiera reaccionar completamente. Un dolor indescriptible recorrió mi cuerpo, como si cada célula estuviera siendo desgarrada y reconstruida al mismo tiempo. Grité, pero el sonido quedó ahogado en mi garganta. La luz que emitía el rayo me envolvió, y todo se volvió borroso.

Perdí el control. Mi mente se nubló, mis pensamientos se desvanecieron en un caos de sensaciones incontrolables. Sentí que me desmoronaba, como si mi cuerpo no pudiera soportar el peso de la energía que me atravesaba.

Antes de caer al suelo, pude ver a Ken luchando desesperadamente contra Jonnathan, pero mi visión se desvaneció. El dolor era demasiado, y en un instante, todo se volvió negro.

Me desmayé.

Soledad de Tinta Gris | Ken Sato/ ULTRAMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora