VIII

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Capítulo 8: La Dedicación de Ken

El campeonato de Ken finalmente llegó. Era una noche clara, el cielo apenas cubierto por un par de nubes que flotaban lentamente sobre nosotros. Las grandes luces del estadio iluminaban la vasta extensión del campo de juego, creando un resplandor casi mágico en el aire. Estar tan cerca del equipo, con los jugadores moviéndose y preparándose justo a mi alrededor, era una experiencia que nunca había imaginado vivir. Sentí una mezcla de emoción y nerviosismo, como si estuviera a punto de presenciar algo grande, algo inolvidable.

Mientras me envolvía en este nuevo mundo, el mundo de Ken, no pude evitar sentir mi corazón latir con fuerza en mi pecho. Verlo interactuar con sus compañeros, ver la pasión en sus ojos mientras se preparaba, me hizo sentir más conectada con él que nunca. Sabía que este momento significaba mucho para Ken, y el hecho de que me hubiera invitado a compartirlo con él era algo que valoraba profundamente.

Ken estaba animado, más de lo que lo había visto en mucho tiempo. Había en él una vitalidad pura, una chispa que lo hacía brillar más intensamente que las luces del estadio. Sus movimientos eran ágiles y llenos de energía, como si la anticipación del partido lo hubiera llenado de una fuerza renovada. Me quedé de pie a unos metros de él, observándolo mientras se preparaba para lo que claramente era un momento crucial en su vida.

A unos cuantos metros de mí, noté a Ami, la reportera que había estado siguiendo la carrera de Ken de cerca. Estaba rodeada por un grupo de reporteros, todos ellos con sus cámaras y micrófonos listos para captar cada instante. Era evidente que estaban allí para presenciar algo más que un simple partido; estaban allí para capturar la historia de Ken, para ver cómo se desarrollaba esta noche que tanto significaba para él.

Antes de que comenzara el campeonato, vi a uno de los organizadores acercarse a Ken con un micrófono. Se lo entregó, y el estadio, que había estado zumbando con el ruido de los espectadores, se sumió en un silencio expectante. Todos los ojos estaban puestos en él.

—Ken, ¿estás emocionado por este partido? —le preguntó el entrevistador con una sonrisa, acercándole el micrófono.

Ken asintió, y pude ver una ligera sonrisa curvarse en sus labios antes de responder con una voz firme, pero llena de entusiasmo.

—Sí, lo estoy. Es un momento muy importante para mí y para todo el equipo. Hemos trabajado duro para llegar aquí, y esta noche lo vamos a dar todo en el campo.

La multitud estalló en vítores y aplausos, pero entonces, Ken levantó una mano, indicando que aún tenía algo más que decir. El ruido fue menguando hasta que solo quedó el sonido de su respiración amplificado por el micrófono. Luego, miró alrededor del estadio, como si buscara a alguien en particular, antes de continuar hablando.

—Pero antes de que comencemos —dijo, su voz más suave ahora, aunque aún clara—, quiero dedicar los puntos que gane esta noche a una persona que se ha vuelto muy importante para mí, pero que tal vez aún no lo sepa.

Hubo un momento de silencio absoluto antes de que la multitud comenzara a murmurar. Los reporteros, que habían estado atentos a cada palabra, empezaron a reaccionar, sus cámaras girando hacia Ken y luego hacia las gradas, tratando de identificar de quién podría estar hablando. Vi a Ami, de pie entre los reporteros, con una expresión que era una mezcla de sorpresa y, tal vez, algo más.

El entrevistador, sin perder tiempo, aprovechó la oportunidad.

—Lo han escuchado todos —dijo con un tono entusiasta—, Ken Sato acaba de decir que hay alguien muy especial en su vida. ¿Quién podría ser esa persona afortunada?

Los reporteros alrededor de Ami comenzaron a murmurar y a hacerle señas, claramente conscientes de la especulación de que Ken se refería a ella. Ami, sin embargo, bajó la mirada, su rostro se tiñó de un suave rubor. Era obvio que se sentía avergonzada por la atención repentina. 

Soledad de Tinta Gris | Ken Sato/ ULTRAMANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora