Capítulo 10

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Abrió sus ojos de golpe, respirando bruscamente como si hubiera dejado de hacerlo hace minutos. Su corazón latía con pánico, mientras su pecho subía y bajaba al compás de sus latidos y su respiración. Estaba sudando, sus ojos tenían marcas de lágrimas secas que habían salido inconscientemente.

Sticks había tenido una pesadilla.

Era solo una pesadilla...

Una pesadilla que la ahogó por completo y le suplicó que se levantara de ahí. No podía respirar, no podía estar ahí.

Checó a su lado rápidamente, viendo el rostro tranquilo de su mejor amiga que dormía plácidamente en su cama junto a Sticks. La tejón se levantó intentando no despertarla, para tomar una bata que colocó sobre sus hombros para protegerse del frío.

Salió hacia afuera de su madriguera, respirando el aire templado de la madrugada. Los sonidos de los grillos, las ranas croando. Todo esto le brindó paz. Pero aún necesitaba algo en específico.

Agua.

Agua para calmar el fuego que ardía en su interior. Sticks suspiró ante el dolor en su garganta, para comenzar a caminar a paso tranquilo hacia el manantial.

Era horrible tener que depender del agua del manantial para calmar las pesadillas que tenía, y para intentar mantener a raya su maldición y sus poderes. Sticks se sentía ahogada, algo que la forzaba a demostrarse con debilidad.

Sticks era fuerte, una mujer valiente que se puede valer por si misma. Eso no era un secreto para nadie. Era algo que todos veían y hacia que todos tuvieran algo de miedo de ella.

Pero lo único que la debilitaba, lo único que la hacía ver débil y la volvía vulnerable. Eran los recuerdos de la persona que acabó con su vida, con su inocencia, con su felicidad. Aquella razón por la Sticks era insegura a la hora de demostrarle a los demás su lado real. Aquel vívido recuerdo que siempre veía por las noches y se manifestaba como pesadilla cuándo la tejón estaba alcanzando su felicidad. La misma persona que hacía que Sticks tuviera miedo de todo y odiara las maldiciones, la misma que hacía que sus ojos se escocieran por las lágrimas que tenían deseos de salir.

La tejón llegó al manantial sin darse cuenta siquiera. Había llegado antes de que pudiera saber que había pisado un pie en el agua. Ignorando sus pensamientos autodestructivos, Sticks se agachó en la orilla del agua que subía y bajaba por la marea, para colocar sus manos juntas una a la otra y hundirla en el agua cristalina para llenarla de este líquido. Llevó a sus labios el agua y bebió la que pudo antes de que se saliera por entre sus dedos. Para con sus manos húmedas volver a hacerlo y beber con calma el agua mágica que corría por su garganta. El agua calmaba el fuego de su pecho, evitaba que la quemara por dentro y que muriera misteriosamente. Era algo que la ayudaba a sobrevivir.

El agua de este manantial o como se desee llamarlo, tenía propiedades mágicas que ningún ser vivo podría saber aunque lo intentara. Esa agua había sido bendecida, siendo una especie de agua bendita que curaba enfermedades, bendecía a las personas de buena salud o prosperidad, callaba maldiciones y daba suerte a las que se sumergían en esta. Por eso Stock necesitaba de estas aguas para sobrevivir. Porque o si no, estaría muerta en vida.

— ¿No podías dormir? — Escuchó una voz detrás de ella que la sobresaltó.

Se giró abruptamente hacia atrás, colocando sus puños cerrados para atacar a quién sea que la haya asustado. Sus pupilas de dilataron a reconocer la figura de Shadow.

Nuevamente se volvían a encontrar.

Cómo por obra del destino.

Sticks bajó sus manos, para después su mirada. Dirigió sus ojos al agua cristalina que se balanceaba por los efectos de la luna, sin responderle directamente al erizo que estaba detrás de ella.

𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮𝐫 𝐄𝐲𝐞𝐬 || Shadsticks AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora