"No soy gay"... Es extraño, pero no he dejado de pensar en esas palabras incluso más de lo que lo hice con las primeras que nos llevaron a creer lo mismo que a él. Quizá porque ahora tenía que replantearme cierta característica del personaje en el que trataba de inmergirme.
"No soy gay". Bueno, yo tampoco...
—Has estado mucho con nuestras compañeras últimamente...
Ah, metí la pata, eso no sonó muy bien...
Y como siempre cuando se trata de chicas, dos rosas se abren en sus mejillas.
—Eso... —Incluso su cuerpo refleja esa timidez—. Es que me han incluido en el grupo que está organizando lo que hará nuestra clase para el festival cultural.
—¿Qué es lo que haremos? —pregunto interesado.
—Decorar el salón y vestirnos al estilo de los ochentas... —dice ahora viendo curioso las pinturas, cuadros y pinceles a su alrededor—. Y estaremos proyectando algunas películas.
—¡Películas! ¿Cuáles películas? —Jyshimatsu rompe la excelente pose de estatua de piedra que estaba haciendo desde el taburete donde está sentado frente al artista Ichimatsu y voltea la cabeza como un búho hacia nosotros detrás de él—. A mí me gustan mucho de esas.
—Jyushi... —le recuerda suavemente el de voz grave y baja.
—¡Sí, perdón! —Y como un rayo vuelve a su estado anterior.
—Hasta ahora tenemos Nausicaä, Perfect Blue, La familia Inugami, también algunas extranjeras como Vaselina y Volver al futuro.
—Pongan de terror. —Me sorprende Ichimatsu con una media sonrisa siniestra aunque sin quitar su atención del retrato que está pintando.
—Oh, oh, pongan ¿Quién engañó a Roger Rabbit? —Vuelve a distraerse el cinéfilo entusiasta.
—Les daré la sugerencia —dice Choromatsu con una sonrisa amable.
—Jyushimatsu-niisan...
—¿Y ya sabes qué te pondrás? —pregunto al oji-esmeralda alejándonos un poco, no queriendo ser fuente de distracción, ahora explorando por mí mismo el aula que, al ser uso del club de arte, desconocía.
—En realidad no —dice haciendo una leve mueca de lado y un pequeño suspiro—, no se me ocurre nada y probablemente me vea ridículo.
Me sorprendo por sus palabras. ¿Ridículo? Jamás.
—No lo creo —le aseguro, pero quiero hacer más—. Yo te echaré una mano, debe de haber algo en el club de teatro que puedas usar. Después podemos ir a ver.
—¿Estás en el club de teatro? —Ahora yo le he sorprendido.
—Naturalmente —digo aunque la verdadera razón de que esté ahí sea que—: Aunque ahí no hacemos nada, ni siquiera creo que vayamos a hacer algo como club para el festival. —En ese entonces era un refugio perfecto para los que no querían (podían) socializar o solo buscaban cumplir el requisito de pertenecer a un club—. Déjame ir pensando... —Luce interesado o curioso y al ver la hilera de botes de pintura en un estante, me acerco a mirar los distintos tonos, tomando uno, dándome cuenta de que están en orden como una paleta de color—. ¿Cómo qué color te gustaría?
Se acerca curioso también a investigar.
—Me gusta el verde.
Sonrío, porque era de esperarse.
—¿Es tu favorito? —Asiente y le pico un poco—. ¿Será porque combina con tus ojos? —Lo que lo hace fruncir el seño. Bingo.
—Oye, el tuyo es el azul, ¿no? —Me lanza un puñetazo al brazo que en vez de hacerme sentir dolor, siento que me da mil años de vida. Why?—. Te he visto usarlo mucho.
Mi corazón se conmueve al saber que ha notado ese detalle.
Probablemente si no hubiese sido por este papel, me habría conformado con solo mirarle sin tener ninguna relación más que la de dos compañeros, e incluso menos que eso. No obstante, de cierta manera, hasta el cómo le miro parece haber cambiado. De perfil, le miro la línea de la mandíbula, sus pequeñas orejas escondidas entre las largas patillas y el cabello que ya le ha crecido mucho, los músculos que resaltan al girar el cuello, la punta curvada de su nariz, la finura de sus labios, las pestañas que protegen un par de preciosas esmeraldas...
Es un honor especial poder verlo todos los días, pero que además esté consciente de mí... Llena mi pecho de una cálida felicidad. Porque lo está, ¿cierto?
Entonces me doy cuenta de que sus ojos están atentos hacia la puerta donde Jyushimatsu habla con una chica, aún después de que se despiden y nuestro amigo vuelve a su puesto. De pronto la calidez es un fuego que no puedo controlar, se me escapa de las manos al igual que la lata de pintura, para con una tomar su rostro y hacerlo voltear hacia mí. Lo asusto completamente, y la verdad es que a mí también, así que de inmediato me retracto y cuando mi mano está frente a mí veo que está manchada de un brillante azul al igual que la cara de Choromatsu, lo cual él corrobora con sus propios dedos.
—Tú...
—Fue sin qu... —Una plasta de pintura siendo embarrada en mi boca no me deja terminar.
Se escucha a Jyushimatsu romper en carcajadas y la expresión de molestia de Choromatsu es reemplazada por una satisfecha, traviesa y desafiante. Me quito lo que puedo con los dorsos de mis manos, manchándolos de verde. Aso de nuevo la pintura azul y para Choromatsu son claras mis intenciones, porque hace de todo para esquivarme, casi tirando cuadros y caballetes en el proceso, pero cuando consigo pintarle toda una palma en su uniforme como haría un niño de kínder en una pared, decide convertirnos uno en el lienzo del otro. Manotazos, dedazos, salpicazos; el olor del acrílico llena el cuarto; quizá le hemos estropeado su obra de arte a algún estudiante; es seguro que si nos descubren nos castiguen; pero todo eso está justificado por el excelso cuadro que estamos creando; su gesto divertido, sus risas espontáneas, mis huellas azules por toda su ropa, sus brazos, su cara, y sé que yo estoy de la misma manera.
—Oigan, están haciendo mucho desorden.
Ichimatsu...
De sorpresa Choromatsu se las ingenia para tomar mis manos y las entrelaza con las suyas para detener mis ataques, apretándolas bien, pues se resbalan por la pintura, y comenzamos a forcejear, aunque mido mi fuerza para no ganarle tan rápido.
—Karamatsu empezó. —Abro mucho los ojos ante su acusación.
—No es cierto, intentaba decirte que fue un accidente. —Bueno, algo así como un accidente provocado.
—De todos modos yo gané. Estás más verde que yo azul.
—Mírate en un espejo primero. —Yo no puedo evitar hacerlo satisfecho.
Aunque por un lado quiera seguirle el juego, mi agarre se suaviza permitiéndome un instante de deleite en su calor sabiendo que quisiera sostener sus manos de otra manera.
Ah... Lo lamento, Karl. No puedo más que compadecerme de ti. Quiero decir, una traición o engaño como ese debe de doler mucho. Si a mí me ocurriera algo parecido... No puedo siquiera imaginar si Choromatsu...
—No soy gay.
—¿Eh? —Mis manos de pronto se saben solas, suspendidas en el aire frío.
—¿Qué color es este? —pregunta curioso Choromatsu examinando las suyas frente a sí. Ya no son del mismo tono que al principio, sino del resultado de haber juntado nuestras palmas y fusionado nuestros colores volviéndose uno solo, el que ahora se seca pegándose en nuestra piel.
Simplemente observarlas me produce una sonrisa dichosa.
—No tengo idea —digo admirando cómo el tono se ha vuelto más claro—, pero es muy chillón y brillante.
—Ah, qué coincidencia. —Esa sonrisa inocente solo puede significar una cosa—. Justo como tú. —Y eleva las manos a la altura de mi cara, alternando la vista; y deja descubierta su sonrisa divertida—. Es más, creo que combina con tus ojos.
Sus ojos, su sonrisa, mi corazón quiere estallar. Quiero tanto volver a tomar sus manos, quiero tanto abrazarlo, tanto que siento lágrimas, lágrimas de este extraño color, al borde de la contención.
De todos modos, ¿qué gran diferencia hay si a Karl le gustan los chicos o no?
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Cyan [Osomatsu-san]
Fanfic«El verde y el azul no combinan». ATENCIÓN: El orden de los capítulos es de abajo hacia arriba, es decir, comienza por el último. Esta obra es el borrador del borrador; está en obra negra, en su estado más bruto. El formato es "Historia corta", así...