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Sería incómodo encontrármelo en la biblioteca otra vez. Estar los dos solos es incómodo, irónicamente, desde que comenzamos a coincidir por causa de nuestros amigos. Antes por lo menos, cuando no había ninguna conexión entre nosotros, podía ignorarlo, y él a mí, cada quien sentado en un extremo diferente, ocupado en lo propio, y el silencio obligado de los libros y el estudio era natural y perfecto.

Y ahora incluso más después de ver lo del otro día en el salón de arte...

¿A dónde debería de ir?...

Este sentimiento de andar vagando solo... ¿yo lo conozco?

Aj, ¿dónde está Karamatsu? Sé que no debo ir porque dijo que los chicos quieren mantener la práctica privada... Pero... ¿dónde dijo que estarían? En el gimnasio, ¿verdad? A puerta cerrada... No hay casi gente por aquí. Puedo esperar a que salga mientras repaso apuntes o... Oh, parece que hay ahí una pareja de tórtolos. Espera un segundo... ¿Ese es... Jyushimatsu?

Mi primera reacción al ser jalado hacia abajo es gritar, pero la primera reacción de mi secuestrador es taparme la boca con su palma, una pequeña de porcelana. Nunca antes las pupilas de Ichimatsu me habían parecido un fuego púrpura y mortal. Me agacha con él y vuelve la vista hacia su objetivo para asegurarse de que no nos vio, pero en este momento el beisbolista solo tiene ojos para la chica sentada a su lado, lo cual parece causarle a Ichimatsu más nervio que alivio.

Deja salir un pesado e intencionalmente poco sonoro suspiro y me sentencia antes de escabullirse:

—Ni una palabra de esto.

Y como si todo fuese una sucesión cronometrada de eventos, las puertas del gimnasio se abren, Jyushimatsu y... Homura se retiran y el grupo de bailarines se dispersa.

Karamatsu se queda solo bebiendo de una botella de agua y respira hondo, seguramente descansando después del ejercicio físico, que le ha dejado cabello pegado a la frente y la piel del cuello brillante. Y pienso en cómo salir casualmente del escondite en el que ni siquiera me estaba escondiendo en primer lugar, para que no parezca que espiaba, porque no lo hacía. Para hablar con él, aunque sea un poco, antes de volver a clases.

Decido que saldré por detrás, como si también me encaminara hacia el salón, así que doy la vuelta, pero una piedra, que podría jurar no estaba ahí hace un segundo, se atraviesa y caigo de cara al suelo. Al menos la hierba amortigua la caída.

—¿Choromatsu?

Apenado al oír su voz, me apresuro a levantarme y noto que él se hubo acercado, aunque después retrocedió un paso. Me ve algo confundido, otro tanto intrigado, pero también en busca de señales de lesión grave, inexistentes; confirmado, abre la boca y detiene el aliento antes de dejar que su mente hable:

—¿Estás ocupado este viernes?

Cyan [Osomatsu-san]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora