Capítulo 32: Desconexion

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Al día siguiente, Joe se despertó sintiéndose como si hubiera pasado por una tormenta. La casa estaba en un silencio incómodo, el tipo de silencio que solo llegaba después de una larga noche de emociones intensas. Había pasado horas dando vueltas en la cama, pensando en lo que había sucedido, tratando de encontrar una forma de arreglar las cosas con Beth.

Mientras Joe se levantaba, escuchó el sonido del timbre de la puerta. No estaba preparado para ver a nadie, pero cuando abrió la puerta, estaban Nick y Kevin, con expresiones de preocupación en sus rostros.

Nick: (con una sonrisa suave) Hey, ¿cómo estás, hermano?

Joe intentó sonreír, pero no pudo. El dolor era demasiado reciente. Nick y Kevin entraron, y Joe los llevó al salón, donde se sentaron.

Kevin: (con voz suave) Sabemos que ha sido una noche difícil, Joe. Solo queríamos asegurarnos de que estés bien.

Joe suspiró y se dejó caer en el sillón, pasando una mano por su cabello en señal de frustración.

Joe: No sé si voy a estar bien. Todo se desmoronó anoche. Beth... se fue. Dijo que necesita tiempo.

Nick asintió comprensivamente, y Kevin puso una mano en el hombro de Joe.

Kevin: No tienes que pasar por esto solo.

Joe asintió, sintiéndose agradecido por sus hermanos, aunque todavía no podía sacudirse la tristeza que lo envolvía.

Nick: La gira comienza en una semana. Sabemos que ahora mismo todo parece abrumador, pero tal vez mantenerte ocupado sea lo mejor. Vamos a estar juntos en esto.

Joe: No sé si puedo concentrarme en la gira ahora. Todo lo que puedo pensar es en cómo arreglar las cosas con Beth.

Kevin se inclinó hacia adelante, mirándolo a los ojos.

Kevin: Tienes que darte un respiro, Joe. A veces, las cosas necesitan espacio para sanar. Forzar una solución ahora podría empeorar las cosas.

Joe sabía que sus hermanos tenían razón, pero aún así, la idea de estar lejos de Beth en este momento le resultaba insoportable.

Nick: No te vamos a presionar, pero si necesitas despejar tu mente, estar con nosotros, haciendo música, podría ayudarte a encontrar algo de paz.

Joe los miró, sintiéndose abrumado por el apoyo de sus hermanos.

Joe: Gracias, chicos. De verdad lo aprecio. No sé cómo voy a superar esto, pero sé que no quiero perderla.

Kevin: No la perderás, Joe. Tienes que creer en eso. Pero ahora, cuídate a ti mismo también.

Joe asintió, sabiendo que sus hermanos tenían razón. Aceptar la ayuda de ellos podría ser lo que necesitaba para mantenerse firme mientras encontraba una manera de arreglar las cosas con Beth.

Nick: (con una sonrisa) Vamos, tomemos un café y hablemos de música por un rato. No necesitas pensar en nada más por ahora.

Joe sonrió débilmente y los siguió a la cocina, agradecido de tener a sus hermanos a su lado en este momento difícil. Aunque todavía sentía el peso de la separación, sabía que no estaba solo, y eso le daba un pequeño consuelo.

Beth llegó a casa de una de sus amigas, Michelle. La noche anterior había sido agotadora, y aunque estaba agradecida por la acogida, no podía dejar de pensar en Joe, en lo que había pasado, y en la montaña rusa de emociones que aún sentía.

Después de tomar una ducha y ponerse algo cómodo, se sentó en el pequeño escritorio de la habitación de invitados. Miró su teléfono, dudando por un momento antes de abrir la aplicación de mensajes. Sabía que tenía que decirle algo a Joe, algo que aclarara dónde estaba su cabeza en ese momento, aunque la idea de comunicarlo le resultaba dolorosa.

Con dedos temblorosos, comenzó a escribir:

Beth: Joe, sé que esto es difícil para los dos. Quiero que sepas que no ha sido una decisión fácil, pero necesito un tiempo para mí. No sé cuánto tiempo será, pero lo que sí sé es que aprecio que respetes mi espacio. Este tiempo no es para alejarnos, sino para poder encontrar claridad. Cuídate, por favor.

Leyó el mensaje varias veces antes de enviarlo, asegurándose de que transmitiera lo que realmente quería decir.

Finalmente, con un suspiro, presionó "enviar" y dejó el teléfono a un lado. Sintió una mezcla de alivio y tristeza al ver el mensaje enviado, sabiendo que había hecho lo correcto, aunque le doliera.

Michelle entró en la habitación en ese momento, con una taza de té en la mano.

Michelle: ¿Estás bien?

Beth sonrió débilmente.

Beth: No... pero estoy intentando estarlo.

Su amiga se acercó y le ofreció la taza, sentándose a su lado.

Michelle: Es un paso, y lo que necesitas ahora es tiempo. Estoy aquí para lo que necesites, incluso si es solo para sentarte en silencio.

Beth tomó la taza y le dio un sorbo, sintiendo el calor del té calmar un poco la tensión en su pecho. Sabía que había un largo camino por delante, pero en ese momento, estaba agradecida de no tener que recorrerlo sola.

Esa noche, después de un largo día de emociones, Beth y Michelle se sentaron en la sala de estar, con una botella de vino tinto abierta sobre la mesa. La luz suave de una lámpara en la esquina y el crepitar de las velas encendidas creaban un ambiente acogedor, casi terapéutico. Era exactamente lo que Beth necesitaba: un espacio seguro para relajarse y, si era necesario, derrumbarse un poco.

Michelle sirvió dos copas de vino y le pasó una a Beth.

Michelle: Aquí tienes, cariño. Creo que esto es justo lo que recetó el doctor.

Durante un rato, se quedaron en silencio, cada una sumida en sus pensamientos. Beth miraba la copa de vino en sus manos, sus dedos jugando con el borde. La calidez del vino empezaba a relajarla, pero también hacía que las emociones reprimidas durante el día empezaran a salir a la superficie.

Beth: Es... es tan difícil. Quiero decir, lo amo tanto, pero... todo esto me hace sentir insegura. No sé si estoy haciendo lo correcto, no sé nisiquiera que estoy haciendo.

Michelle se inclinó hacia adelante, colocando una mano reconfortante en el brazo de Beth.

Michelle: Es completamente normal que te sientas así, Beth. Estás pasando por un momento complicado, y es natural que necesites espacio para aclarar tus pensamientos. No tienes que tomar ninguna decisión apresurada.

Beth asintió, pero las lágrimas comenzaron a formarse en sus ojos. La combinación del vino, el cansancio y el dolor la sobrepasó, y antes de que pudiera evitarlo, una lágrima rodó por su mejilla, y muchas más le siguieron.

Beth: Lo extraño... y me duele pensar que esto podría alejarme de él, que se aleje de mi.

Michelle se movió para sentarse junto a Beth en el sofá, rodeándola con un brazo y atrayéndola hacia su hombro.

Michelle: Llora si lo necesitas, Beth. No tienes que ser fuerte todo el tiempo. Estoy aquí contigo.

Beth se dejó llevar, apoyando la cabeza en el hombro de su amiga mientras las lágrimas comenzaban a caer más libremente. Los sollozos eran suaves, pero llenos de dolor y confusión.

Michelle la abrazó con fuerza.

Después de un rato, cuando las lágrimas empezaron a cesar, Beth levantó la cabeza y se secó los ojos con el dorso de la mano, tomando un respiro profundo.

Beth: Gracias... no sé qué haría sin ti.

Michelle: Siempre estaré aquí para ti, Beth. Tómate el tiempo que necesites para quedarte aquí. Todo se aclarará, ya verás.

Beth sonrió débilmente, sintiendo un pequeño alivio al saber que no estaba sola en esto. Juntas, tomaron otro sorbo de vino, y aunque las lágrimas aún estaban frescas, había una sensación de consuelo en la compañía de una amiga.

Foco de atracción: enemies to lovers ❤️‍🔥 | Joe JonasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora