All I Want for Christmas is You

Capítulo X: Tiempo para desconectar

Los días siguieron pasando y desde que ví a Matthew, no hemos vuelto a cruzarnos, sin embargo, las cosas con mi mamá no están muy bien, intercambios solo la información necesaria, pero procuro mantener mi mente ocupada en todo el tema de la inauguración. El tiempo apremia y prefiero enfocar todas mis energías en hacer un trabajo estupendo, que perderlo en discusiones vacías. La mentalidad de mi mamá nunca cambiará. Ella tiene un solo modo de hacer las cosas y yo no tengo tiempo que perder.

A pesar de ese impase entre ambas y de la evidente tensión que se ha vivido en casa por estos días, prácticamente imposible de disimular, he dedicado mi tiempo libre a estar con mi padre, mi hermano y su adorable familia. Cada día aprendo muchas cosas de ellos.

Sinceramente, me confirman todos los días, aquel tan preciado deseo de mi corazón, es decir,  ser madre algún día. Espero que no sea tarde. A pesar de estan centrada en el trabajo, tanto mis sobrinos, como el resto de mis familiares me han demostrado que es bueno tener tiempo para todo, eso te da equilibrio y estabilidad emocional.

Durante estos días de reflexión, he aprendido que trabajar más de ocho horas diarias es una locura y aunque el dinero aumenta con las horas de productividad y trabajo, no es lo único importante en esta vida...Lo más importante y con lo uno se  queda con el alma llena de paz es pasar tiempo de calidad con tus amigos y familiares.

Estos días han sido de redescubrirme; tanto es así que he realizado, de forma inconsciente, un enorme viaje interno, como quién dice, para conocerse mejor hay que desconocerse totalmente. Cada día que pasa, luego de mi turno de trabajo, procuro salir con mi padre o mi hermano y sus hijos. Hasta el momento hemos tenidos divertidísimas batallas de bolas de nieve, pequeños postres y delicadeces en la panadería favorita de la familia e incluso del todo el pueblo, hemos decorado la casa y ahora nos toca hacer casas de jengibre. Jajajjaa, nunca he visto a mi hermano y mis sobrinos tan entusiasmados en su vida. Hasta fuimos a la granja de árboles de Navidad, cortamos el nuestro con nuestras propias manos y ya lo decoramos, junto con toda la casa.

Estoy saliendo de mi turno de trabajo y me estoy dirigiendo al mercado, allí me encontraré a mi hermano, mis sobrinos y mi cuñada. Llevo siglos sin hacer casas de jengibre, espero no hacer un desastre.

Estoy dirigiéndome al mercado, cuando me detengo por breves minutos a admirar todo el paisaje invernal que me rodea, sin duda alguna, este pueblo tiene su encanto navideño, parece sacado de un cuento de hadas. La típica historia romántica navideña que tanto me cautiva, aquella con la que he soñado en varias ocasiones. Mi propia historia de romance navideño. Un poco de nieve, chocolate caliente, un hermoso pueblo decorado de navidad de punta a punta, un chico misterioso y encantador y un clic inesperado que terminará construyendo una hermosa historia de amor navideña.

No sé si es el pueblo encantador o todas las decoraciones que no faltan, incluso la nieve que cae a mi alrededor y sobre mi hermoso cabello pelirrojo cuyo color se ha avivado y crea un gran contraste con la nieve blanca que abunda a mi alrededor, pero me siento muy inspirada. Comienzo a tomar algunas fotos de todo el sitio con mi celular y, por otro lado, anoto en mí siempre conveniente, cuaderno de notas, todas las cosas que se me van ocurriendo. Ese cuaderno es mi vida literalmente  aquel sin el cual nunca salgo de casa, mi mejor amigo y mi diario secreto.

Encuentro una banqueta y por breves minutos aprovecho que la Musa ha regresado a mí, anoto todas las ideas locas que se  comienzan a germinar dentro de mi cabeza. Sin darme cuenta, puede que haya comenzado a construir la nueva historia y quién sabe...Tal vez el nuevo "hit" que impulsará mi carrera como escritora. Esto tiene potencial, aunque parecen ideas disparejas, sé que me llevarán a buen puerto. Quién sabe, puede ser el maravilloso regreso literario de Raquel Ricci.