Estábamos a tan solo tres días antes de la inauguración y si llegué a creer, por tan solo un segundo, que las cosas no se podrían poner más extrañas en el pueblo, no estaría viviendo en mi realidad.
Todos estaban envueltos en las celebraciones pre-navidad, pero algo en el ambiente era diferente a cualquier otro año, había como una gran presencia de mágia navideña, sin embargo, había una sensación extraña, algo que no terminaba de encajar, como si se me escapasen algunas pistas o no me hubiesen contado toda la historia. Yo diría que es el preámbulo perfecto novelesco para presenciar la aparición, y concretar, un milagro navideño; no sé cómo explicarlo, había algo fuera de lo común pero muy potente, positivo y benéfico en todo el ambiente.
Veías a todo el mundo entrando y saliendo frenéticamente de las jugueterías, supongo que, era un efecto secundario de los preparativos para la gran recolecta de juguetes para los niños del hospital central. Aquellos que, por cuestiones inherentes a su salud física, debían permanecer durante las festividades dentro del hospital. Hasta se había contratado, de una vez, al grupo de enfermeras y doctores que se quedarían asignados para pasar las noches del 24, 25, 30 y 31 de diciembre dentro de esta institución.
Todos los vecinos, estaban comprando los juguetes que le regalarían a sus hijos y sus pacientes.
Yo, me había despertado bien temprano en la mañana, porque, las colas que se formaban en estas jugueterías eran inmensas, por lo cual, todo el pueblo quería comprar los regalos para sus familiares y para estos niños del hospital.
Después de dos horas, finalmente terminé de comprar todos los regalos que me faltaban para mis sobrinos y los necesarios para los niños del hospital. Una vez que todo eso estuvo envuelto y listo, guardé en mi habitación, en un escaparate personal, del que solo yo sabía de su existencia, todos los regalos de mis sobrinos, mis padres, mi hermano y mi cuñada; luego me fui al hospital a dejar los regalos que les daría a los chicos. Los dejaría con la organizadora del evento.
Eran las 12:00 pm cuando terminé de hacer todas esas diligencias, almorcé en la panadería y regresé a la nueva sede editorial, para terminar todo de una vez, y ver si faltaba algo para la próxima inauguración.
Cuando llegué, saludé a todos y pude observar lo hermoso que se veía todo el sitio, aún faltaban algunas cosas, pero no era mucho. Calculé que terminaría como a las 8:00 pm para ir al hospital, al salón de reuniones, y ayudar a las organizadoras con la entrega de los regalos y la distribución de refrigerios para los mismos. Este era un evento familiar así que los padres de los enfermos vendrían a celebrarlo junto con ellos y necesitaban mucha ayuda.
Por esta razón, me enfoqué en realizar lo más importante que era terminar de arreglar las cosas que corresponderían a la nueva sede editorial.
Pusimos los muebles, las plantas que faltaban, cambiamos de puesto algunas cosas, es decir, que hicimos una especie de nueva distribución del espacio; pusimos algunas decoraciones llamativas, en lo que sería el lobby y la entrada principal de la editorial. Decoramos las ventanas principales por dentro y por fuera. De manera que se viera acogedor junto con la gran chimenea que teníamos allí.
También decoramos la chimenea, limpiamos el sitio y le pasamos una segunda capa de pintura a los rincones que faltaban por retocar.
Estuvimos haciendo todo eso, sin ningún tipo de descanso, y cuando el reloj dio las 8:00 pm fue que me despedí de todos los trabajadores y me fui al hospital. Al día siguiente sería día de pago, y luego terminaríamos de grabar el video y tomar las fotos que Riley me había pedido, mostrándole todo el local con los últimos detalles realizados.
También ordenaríamos los distintos salones de clases, en los cuales, impartiríamos los cursos de escritura creativa y terminaríamos de ordenar alfabéticamente, la enorme Biblioteca, en la cual las personas podrían venir a disfrutar de un libro; y a su vez, tendríamos eventos inherentes a ello, como por ejemplo: charlas, debates, tertulias, círculos de lecturas, entre otras actividades.
Una vez que cerramos todo el sitio, me dirigí al hospital. Al llegar, hablé con la organizadora que era mi amiga Leslie Brown y le pregunté que necesitaba que hiciera para que los chicos tuviesen su "Navidad Blanca" tan entrañable. Ella me dijo que por ahora, solo necesitaba que el sitio en donde Santa Claus (uno de los doctores del hospital que se disfrazaba del todos los años) tuviese todo listo para su aparición, porque, ahora los chicos estaban cenando en sus habitaciones y como era la época navideña le darían un menú especial, uno que no les hiciera ningún daño a su salud, pero típico de la época.
Una vez que los chicos terminaron su cena, todos fueron llevados a la sala común de sus habitaciones, sus padres y familiares estaban con ellos y yo le fui dando bocadillos a los familiares. Mientras que ellos hablaban con sus hijos y los doctores, Santa, fue llegando para colocarse en el medio de todos los niños, tomarse fotos con ellos, dándoles sus regalos, y con sus familiares también.
Pasaron algunas horas mientras que Santa les daba la bienvenida a los niños, la música sonaba suavemente, todo se ambientaba en un momento típico de Navidad, los niños veían, desde las ventanas, los copos de nieve caer sobre la ciudad y chocando con el vidrio de las mismas.
Y debo admitirlo, los niños junto con la chimenea encendida, recibiendo sus regalos entre sonrisas, risas y lágrimas de felicidad, estaban totalmente agradecidos por dichos regalos. Esa fue una sensación hermosa, ese recuerdo nunca se me olvidará. Eso es lo que necesitábamos más gratitud y conformarnos con las pequeñas y sencillas cosas de la vida; esos chicos, por el solo hecho de poder levantarse un día más, abrir los ojos y respirar es todo lo que necesitan. No son chicos creídos ni modestos solo se alegran con las cosas sencillas que aún pueden disfrutar gracias a Dios.
Mis ojos comenzaron a aguarse y tuve que ser fuerte para no llorar frente a ellos, son solo niños pero tremendos guerreros, los guerreros más impresionantes, valientes y fuertes de Dios, que he conocido, hasta la fecha. Yo solo pude agradecer por tener esta experiencia, aunque fuese un gran choque y me produjera una gran tristeza y dolor. Sin embargo, algo dentro de mí me dio paz, serenidad y tranquilidad. Esas pequeñas cosas es lo que te hace saber o ser testigo de que en el cielo existe Dios y es él, el único que posee todo el control de las cosas, incluso de nuestras vidas.
Como a las 11:00 pm fue la hermosa despedida, y todos los niños se fueron de regreso a sus habitaciones para descansar; cada uno de ellos, tenía entres sus manos, sus hermosos regalos, llenos de vida, gozo y gratitud. Las sonrisas en sus bocas fue más que suficiente para mí.
Dicho esto, lo que hice fue a ayudar a mi amiga Leslie a recoger todas las cosas, entre ellas, las envolturas de regalos que estaban regadas por todas partes y bajo el enorme árbol de navidad, aquel que había sido cortado, por algunos trabajadores del hospital y decorado, días atrás, por las enfermeras y los padres de los pacientes.
Una vez que terminamos de ordenar eran como las 1:00 am, así que, Leslie me llevó a mi casa y le dije que se quedara a dormir en ella, ya que, era muy tarde para conducir a su casa. Ella aceptó la invitación y cuando llegamos a casa, puso su carro en la cochera. Una vez que se estacionó, entramos rápidamente a la casa. Teníamos algo de hambre, por lo cual, nos hicimos una cena. Mientras que cocinábamos vimos películas de Navidad, y nos quedamos así hasta que dormirnos.
Al día siguiente tendría algunas cosas que terminar para la inauguración de la nueva sede editorial. Sin embargo, por primera vez durante mucho tiempo, pude dormir en paz y no me desperté varias veces. Este había sido un día maravilloso.
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All I Want for Christmas is You
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