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Me despierto antes que todos en la casa se levanten, dejando a Riven desnudo entre las sábanas. Es una pena abandonarlo así, se me antojan varios escenarios de sexo salvaje en mi cabeza, más no puedo.

Tengo que conformarme con todo lo que ocurrió en la noche.

Vuelvo a mi cuarto en puntilla de pie sin hacer el mínimo ruido posible, me meto en la ducha para relajar mi cuerpo. La espuma recorre toda mi piel y me siento liviana bajo los chorros de agua tibia.

Sonrío como tonta al recordar todo lo que hice con Riven. Volver a los viejos y buenos tiempos me encantaba. Lo quiero tanto que no me había dando cuenta de lo mucho que lo extrañé hasta que lo tuve aquí, entre mis brazos.

Cierro el grifo y me paro frente al espejo, tengo una marca en mi pecho izquierdo, obra de Riven y su costumbre de marcar territorio. Como si fuera solo suya. Me coloco un pulóver, mi ombligo queda al descubierto y un jean corto de andar por casa.

Busco mi comodidad.

Bajo hasta el comedor y me encuentro con Jairon dándole el desayuno a mi hermana pequeña.

Es tan tierno ese chico. Me imagino que pasaría si me meto en su vida y lo corrompo lentamente. 

— Buenos días — le saludo y me siento en la isla, agarro una manzana que comienzo a comer, cruzo mis piernas.

— Hola — me sonríe y sigue en su tarea con mi hermana — Me tomé el atrevimiento de preparar el desayuno para todos.

— No es tu trabajo, pero si quieres hacerlo, por mí no hay problema. Le diré a mamá que te pague el doble.

Riven aparece con un traje de baño ajustado que remarca su espectacular polla. Lo hace aposta. No tengo ni la menor duda. Le gusta jugar sucio, en público.

Joder, yo me estoy comiendo todo eso.

— Una noche movidita — el niñero le dice directamente a él y casi me atraganto.

— ¿De que hablas? — pregunto, inquieta.

— Es que iba para mi habitación y escuché que  tenías compañía.

Esa compañía era yo. Mierda.

— Ya te digo — Riven le sonríe para mi sorpresa. Pensaba que lo iba a tratar mal, pero todo lo contrario. — Me voy a dar un baño en la piscina, si quieres puedes acompañarme. —me habla a mí.

— En realidad yo tengo que ir a visitar a mi tío — digo poniéndome de pie y ambos me miran las piernas desnudas.

Riven se encoge de hombros.

— Si terminas temprano con Raquel me acompañas, en el armario de arriba hay bañadores que te pueden servir —le informa a Jairon y este asiente.

No puedo creer lo que acabo de ver. Se van a hacer amigos. Riven no suele tratar bien a nadie. 

Jairon se va con Raquel, yo hago el intento de dar un paso, pero Riven me toma con fuerzas por el antebrazo.

— Ten cuidado como te comportas con nuestro tío —siseó.

— De la misma manera que me comporto contigo.

— No pruebes fuerza, Rebecca.

— Tranquilo, hermanito.

Le doy un beso pegando mi vientre contra su polla semidura. El contacto con este chico lo es todo para mí.

— No me vas a dejar así — gruñe en mi oído.

— Así te vas a quedar, hasta que yo quiera — me mando a correr escaleras arribas, para cambiarme de ropa y visitar a mi queridísimo tío.

Chocó contra Jairon y doy un respingo.

—Perdón. 

—Chica debes ir un poco más lento —bremeó— ¿Estás bien?

—Tengo un poco de prisa —le regalo una media sonrisa.

—¿Vas a apagar un incendio o a donar un riñón?

Solté una carcajada.

—Estas entrando muy rápido en confianza —le guiño un ojo y me mira sorprendido.

Vuelvo a reírme estando ya sola en mi habitación, el niñero no está mal, pero alejo esos pensamientos de mi cabeza

Erróneos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora