Libero todo el aire que tengo reprimido en mis pulmones, cierro los ojos con fuerzas.
Todo va a salir bien.
Dicen que cuando deseas algo con todas tus fuerzas, al final el destino te lo da.
Pues eso estoy haciendo, como para que se canse de mí y me entregue a Malcom.Mis nudillos tocan suavemente la madera, espero el permiso para entrar. Los pies tienen vida propia cuando escucho su voz. Si se trata de él, yo no tengo control sobre mi cuerpo.
—Hola —digo bajito y sin mirarle la cara— Sé que no quieres verme, pero yo necesitaba hablar contigo. No podemos seguir ocultando lo que hay entre nosotros.
—Entre nosotros no hay nada —deja todo lo que estaba haciendo sobre su escritorio y me presta atención— Si te soy sincero, te deseo como nunca he deseado a nadie en la vida.
—Con eso es suficiente.
—No —da un golpe en el escritorio— ¿Cómo coño le digo a mi hermano? ¿No le ves la gravedad?
Doy unos pasos con cuidado y me acerco.
—Es que no somos familia. Porque es una locura, y quiero vivir esta locura contigo, pero si tú no tienes los cojones suficientes para aceptarlo, me voy de tu vida, para siempre. Tranquilo no te lo pondré difícil.
Ya no quiero escucharlo, me volteo con la intención de irme, pero su mano toma con fuerzas de mi antebrazo.
—Maldita seas, Rebecca.
Me toma de la cadera y me sube sobre el escritorio. Sus manos se apoderan de mis pechos. Y pega su entrepierna a mi vientre.
—Te voy a follar porque eso es lo que estás buscando desde que llegaste aquí —afirma.
Su boca se posa demandante sobre la mía, me besa a su antojo y hace de mi cuerpo lo que le venga en gana. Mete la lengua en busca de la mía.
Envuelvo mis manos en su cuello y de pronto la puerta se abre, entra alguien aplaudiendo.
Finjo estar sorprendida, y asustada.
—Al fin, joder —es Riven, siguiendo lo planeado.
El plan era sencillo, yo vendría a ver a Malcom y haría todo lo posible para que se lanzara. Riven entraría y nos pillaba.
—Puedo explicarlo — se sobresalta.
—No es necesario —agrega— Yo sé toda la verdad y no me molesta en absoluto. Ya habían tardado.
—Riven te pido de favor que esto quede aquí, sabes el escándalo tan grande si alguien se entera de que yo...
—Estabas a punto de follar...—le corta y termina como si nada. Con un tono burlón.
—Cállate —sisea, está rojo como un tomate— Te pueden escuchar.
—Es mejor que nos vayamos —intento agarrar a Riven del brazo, pero me esquiva.
—Te prometo que no le voy a decir nada a nadie —le ofrece la mano y Malcom se la estrecha— Con una condición, hoy te espero en la casa a las ocho.
—Ahí estaré, no lo dudes —a Malcom no le queda otro remedio que aceptar.
Salgo del edificio junto a Riven directo hasta el carro, nos subimos en silencio y de pronto rompemos a reír. Estruendosas carcajadas.
—Eres increíble —chocamos los cinco, sin dejar de reír.
—Te dije que mi plan saldría bien —alardea— Soy un genio de la manipulación.
Creo que mi lado manipulador le pertenece a Riven. Fue mi maestro. Uno muy bueno por cierto.
—De eso no tengo duda —me inclino y doy un casto beso sobre sus labios, diminuto. Solo fue un roce.
—Oh, vamos —me fulmina con la mirada— ¿En serio me pagarás así?
—¿Cómo quieres tu pago? —le coqueteo, humedecto mis labios y cruzo las piernas sobre el asiento.
—Ven acá.
Sus manos envuelven mi cuello, nuestros labios se funden en un beso, mis dedos juegan con el cabello de su nunca y suelto un gemido ronco cuando mete su lengua en mi boca.
Veo un reflejo en la ventanilla y brinco sobre el asiento, empujando a Riven bruscamente.
—¡Joder! —brama Malcom mirando la escena. Perplejo—. Yo sintiéndome culpable y resulta que lo tuyo es follar con cualquiera.
—Yo nunca haría algo así —pienso rápidamente en algo triste y comienzo a llorar.
—No te voy a permitir que le faltes al respeto —interrumpe Riven en mi defensa.
—Están todos locos —da una patada contra la puerta del auto y se aleja.
—Oye —Riven lo llama y voltea furioso— Lo que acabas de ver no es un inconveniente, tenemos una cita. Nos vemos a las ocho.
Mierda.
Mierda.
Mierda.
—Esto se salió de control —repito una y otra vez.
—Todo estará bien. Te lo prometo —besa mi frente, para luego conducir camino a casa.
Me bajo del auto y voy directo hasta la habitación de mi hermana dónde se que estará Jairon, cuidando de ella.
—Hola —la puerta estaba abierta.
Jairon me ve y pone su boca en línea fina.
—Necesito que estés está noche en el comedor —le digo y levanta la cabeza— Ya sé que no quieres verme, pero es importante.
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Erróneos ✓
Teen FictionEra la niña adorada de mamá y papá, la mediana de tres hermanos y la luz de los ojos de mi tío. Todo parecía perfecto, hasta que se dieron cuenta de que era la oveja negra de la familia. Una joven caprichosa y astuta, decidida a no rendirse fácilme...