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El sol de la tarde bañaba las calles de Mónaco con una calidez dorada mientras Charles y Alessia caminaban en silencio por el puerto

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El sol de la tarde bañaba las calles de Mónaco con una calidez dorada mientras Charles y Alessia caminaban en silencio por el puerto. Las pequeñas risas y anécdotas que compartían aligeraban la atmósfera, pero debajo de esa aparente calma, Charles sentía el peso de las palabras que había estado guardando durante días. Necesitaba decírselo, aunque temía lo que pudiera pasar después. No podía esperar más.

Se detuvieron junto a la barandilla que daba al mar, donde el agua reflejaba destellos dorados bajo los últimos rayos de sol. Las olas rompían suavemente contra las rocas, llenando el aire con un murmullo constante y relajante. Charles observó el perfil de Alessia iluminado por la luz cálida del atardecer. Había algo tan natural en ella, tan desarmante, que hizo que el nudo en su garganta se apretara aún más.

—Alessia —empezó, su voz rompiendo el silencio con suavidad.

Ella giró la cabeza hacia él, sus ojos claros reflejando una mezcla de curiosidad y una ligera preocupación. La intensidad en el rostro de Charles la hizo sostener el aliento.

—¿Qué pasa? —preguntó, aunque en el fondo sentía que sabía la respuesta.

Charles tomó aire, llenándose de valor. Había ensayado este momento mil veces en su cabeza, pero ahora que estaba frente a ella, las palabras parecían escaparle.

—He estado pensando mucho —dijo finalmente, sus ojos fijándose en los de ella con una sinceridad que le atravesó el alma—. En nosotros, en lo que hemos compartido estos días. Desde que te conocí, algo cambió. Es como si todo lo que tenía sentido antes ahora girara en torno a ti.

Alessia parpadeó, su respiración volviéndose más lenta, más profunda. Sentía que el mundo a su alrededor se desvanecía poco a poco, dejando solo a Charles y el sonido del mar.

—Charles...

—Por favor, déjame terminar —la interrumpió con delicadeza, tomando su mano entre las suyas. Su tacto era cálido, reconfortante—. Lo que siento por ti es más que una simple atracción, más que una conexión pasajera. Alessia, me he enamorado de ti.

El corazón de Alessia dio un vuelco. Las palabras que había deseado escuchar salían de los labios de Charles, pero con ellas venía también un torrente de dudas.

—Charles... yo también siento algo especial contigo. Pero... nuestras vidas son tan distintas. Tú vives aquí, yo tengo mi vida en otro lugar. Todo esto... parece tan complicado.

Charles asintió, entendiendo cada una de sus preocupaciones. Había pasado noches enteras pensando en los "peros" que podrían interponerse entre ellos, pero también había llegado a una conclusión.

—Lo sé. Y no voy a mentirte, no será fácil. Pero no quiero mirar hacia atrás dentro de unos años y arrepentirme de no haberlo intentado. Prefiero enfrentar cualquier obstáculo contigo que vivir preguntándome qué pudo haber sido.

Alessia sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas, pero no eran de tristeza, sino de la abrumadora sinceridad de las palabras de Charles. Su voz, su mirada, todo en él le transmitía una seguridad que nunca antes había sentido con nadie.

—No quiero perderte —continuó Charles, dando un paso más cerca de ella—. No quiero que seas solo un recuerdo.

Ella tragó con fuerza, buscando las palabras adecuadas, pero al final, solo pudo responder con su corazón.

—Yo tampoco quiero perderte.

Charles sonrió, esa sonrisa cálida y sincera que tanto la había cautivado. Sin dudarlo, la atrajo hacia él, envolviéndola en un abrazo que hablaba más que mil palabras. Alessia se dejó llevar, hundiendo su rostro en su pecho mientras el latido de su corazón se sincronizaba con el de él.

—Lo intentaremos —murmuró Alessia, su voz apenas un susurro contra su camisa—. Pase lo que pase, lo intentaremos.

Charles se apartó ligeramente, solo para mirarla a los ojos. La emoción que veía en ellos era suficiente para borrar cualquier duda que pudiera quedarle.

—Lo intentaremos —repitió con firmeza, antes de inclinarse y rozar sus labios con los de ella en un beso suave, lleno de promesas y esperanza.

El sol comenzó a desaparecer en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados, pero para ellos, era como si el mundo apenas estuviera comenzando. Allí, junto al puerto, con el murmullo del mar como testigo, Charles y Alessia dieron el primer paso hacia un futuro incierto, pero lleno de posibilidades.

Y mientras las estrellas comenzaban a brillar en el cielo nocturno, ambos supieron que, juntos, podían enfrentar cualquier cosa.

24/7 ▬▬ Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora