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Un mes había pasado desde que Chad recibió por primera vez la sudadera de Izuku, y aunque había sido un tiempo lleno de cambios y adaptaciones, una cosa había permanecido constante: la sudadera

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Un mes había pasado desde que Chad recibió por primera vez la sudadera de Izuku, y aunque había sido un tiempo lleno de cambios y adaptaciones, una cosa había permanecido constante: la sudadera. Izuku, al parecer, se había olvidado de ella. Chad la había estado usando con regularidad, no solo por su comodidad, sino también porque el aroma a chocolate con frutillas seguía siendo un consuelo inesperado.

Esa mañana, Chad se vistió con la sudadera, que ya se había convertido en una especie de amuleto personal. Caminaba por los pasillos de U.A. con una actitud relajada, pero al mismo tiempo alerta. Sabía que Izuku estaba cerca, y aunque había mantenido su fachada de indiferencia, en el fondo estaba consciente de que el alfa podría mencionarla en algún momento.

Al llegar al aula, Chad se dirigió a su asiento con paso firme. Mientras se acomodaba, no pudo evitar notar cómo algunos compañeros de clase lanzaban miradas curiosas hacia él. No sabía si era por la sudadera en sí o por el hecho de que la estaba usando nuevamente, pero decidió ignorar la atención.

Izuku llegó un poco después, como siempre, con su energía característica. A medida que entraba en el aula, su mirada se posó instantáneamente en Chad. Una expresión de sorpresa y deleite cruzó su rostro al notar la sudadera que llevaba puesta, un gesto que no pasó desapercibido para los demás.

— ¡Oye, Chad! —exclamó Izuku mientras se acercaba, su voz rebosante de entusiasmo—. Me parece que has tomado prestada una de mis sudaderas nuevamente. ¿No te has cansado de ella ya?

Chad, con su habitual tono controlado, levantó la vista.

— La verdad, no —respondió, intentando mantener una actitud indiferente—. Es cómoda y tiene un buen olor. Además, parece que es tuya, ¿no?

Izuku se rió, un sonido genuino y cálido que siempre parecía contagiar a quienes lo rodeaban. Se inclinó ligeramente hacia Chad, su expresión ahora más juguetona.

— Bueno, parece que te queda muy bien. Aunque, no puedo evitar preguntarme si es la sudadera lo que te hace ver tan bien o si es solo tú.

Chad levantó una ceja, sorprendido por el cambio en el tono de Izuku. El comentario no era exactamente sutil, y la manera en que Izuku lo decía tenía un matiz que no solía mostrar en su trato habitual. A pesar de su esfuerzo por no mostrar emoción, un ligero rubor se posó en sus mejillas.

— ¿Estás coqueteando conmigo, Midoriya? —preguntó Chad, intentando sonar despreocupado pero sintiendo un cosquilleo en su estómago.

Izuku se rió de nuevo, esta vez con un tono más confiado.

— Bueno, no es mi intención incomodarte. Solo pensé que, si tienes que usar mi sudadera, podrías al menos recibir un cumplido —dijo, con una sonrisa que no podía ser ignorada.

Chad desvió la mirada por un momento, tratando de ocultar la sonrisa que amenazaba con aparecer. Era evidente que Izuku estaba jugando con él, y a pesar de sus intentos de mantenerse firme, no podía evitar sentirse halagado. Había algo en la manera en que Izuku hablaba y se comportaba que lo hacía sentir especial, aunque se obligaba a recordar que todo esto podía ser solo una muestra de su personalidad amable.

— Bueno, gracias, supongo —dijo Chad, tratando de mantener su tono neutral mientras volvía a mirar a Izuku—. Aunque no estoy seguro de si deberías estar coqueteando con tus compañeros de clase.

Izuku se encogió de hombros, como si no le importara la observación.

— ¿Por qué no? —preguntó, su tono aún juguetón—. Después de todo, ¿no es mejor ser amable y honesto con la gente que aprecias?

El comentario hizo que Chad se sintiera un poco más cómodo, aunque su corazón seguía acelerado. La manera en que Izuku se comportaba lo hacía dudar de sus propios sentimientos, pero al mismo tiempo, le daba una sensación de esperanza que no podía ignorar.

El resto de la clase continuó con normalidad, pero el ambiente entre Chad e Izuku había cambiado. La interacción había sido ligera y llena de insinuaciones, pero había una chispa en el aire que ambos no podían negar.

Mientras la clase avanzaba, Chad se encontraba pensando en las palabras de Izuku. Aunque intentaba mantenerse frío y distante, no podía evitar sonreír cada vez que pensaba en el tono coqueto y la mirada confiada del alfa.

Izuku, por su parte, se sentía satisfecho con la reacción de Chad. Aunque sabía que el omega seguía luchando con sus propios sentimientos, no podía evitar disfrutar de la oportunidad de hacerle saber que estaba allí para él, de una manera más personal. Mientras la clase continuaba, los dos se miraban de vez en cuando, compartiendo sonrisas que decían más de lo que las palabras podían expresar.

Quizás, pensó Chad mientras observaba a Izuku, esto no era solo sobre una sudadera después de todo.

Quizás, pensó Chad mientras observaba a Izuku, esto no era solo sobre una sudadera después de todo

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𝐒𝐢𝐠𝐮𝐞 𝐌𝐢 𝐕𝐨𝐳 - 𝐈𝐳𝐮𝐤𝐮 𝐌𝐢𝐝𝐨𝐫𝐢𝐲𝐚 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora