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La mañana estaba tranquila en la casa de Izuku y Chad

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La mañana estaba tranquila en la casa de Izuku y Chad. El sol se filtraba suavemente por las cortinas de la habitación mientras Izuku estaba sentado en el sofá, sosteniendo a Haruto en sus brazos. El bebé, envuelto en mantas suaves, balbuceaba felizmente mientras movía sus pequeñas manos. Izuku no podía dejar de sonreír, fascinado por cada pequeño gesto de su hijo.

Chad estaba en la cocina, preparando algo de té, manteniendo un ojo atento en Izuku y el bebé. Desde el nacimiento de Haruto, Chad había sido extremadamente protector, su instinto de omega en plena alerta, asegurándose de que todo estuviera perfecto para su pequeño cachorro.

De repente, el timbre sonó y Chad levantó la vista, sus instintos activándose al instante. Izuku también lo notó, pero antes de que pudiera decir algo, Chad ya se dirigía a la puerta. Abrió lentamente, encontrándose con Uraraka en la entrada. Ella sonreía amablemente, aunque su nerviosismo era evidente.

— Hola, Chad —saludó Uraraka con una sonrisa, mirando por encima de su hombro hacia la sala—. Solo quería ver cómo estaban Izuku y el bebé.

Chad se tensó al escuchar sus palabras. Sabía que Uraraka aún albergaba sentimientos por Izuku, aunque nunca los había abordado de forma directa después de que Chad e Izuku se habían unido como pareja. A pesar de todo, Chad sentía una incomodidad profunda al ver que ella intentaba acercarse en este momento tan vulnerable.

— Izuku está ocupado con Haruto ahora mismo —respondió Chad, manteniendo su tono neutral pero con una firmeza sutil—. Es mejor que no los molestes.

Uraraka frunció ligeramente el ceño, pero no parecía dispuesta a darse por vencida tan fácilmente. Dio un paso hacia adelante, intentando mirar hacia la sala.

— Solo será un momento —insistió ella—. Quería conocer al bebé, prometo que no molestaré.

En ese instante, Chad se colocó de manera protectora frente a la puerta, bloqueando cualquier intento de Uraraka de entrar. Su mirada, normalmente cálida, se había endurecido.

— No, Uraraka. No es buen momento. Mi cachorro no necesita visitas inesperadas ahora mismo, especialmente de personas que no son de la familia.

Las palabras de Chad cayeron como un balde de agua fría. Uraraka retrocedió ligeramente, sorprendida por la firmeza de su tono. Nunca lo había visto actuar así, tan protector y territorial. Pero en el fondo, sabía que Chad tenía razón. Ella ya no formaba parte del círculo cercano de Izuku como lo había imaginado una vez.

— Está bien... —murmuró Uraraka, su voz llena de decepción—. Entiendo.

Antes de que Chad pudiera responder, Izuku se acercó desde la sala, aún sosteniendo a Haruto en brazos. Al ver la situación, su rostro mostró una mezcla de sorpresa y preocupación.

— ¿Qué está pasando? —preguntó Izuku, sus ojos moviéndose entre Chad y Uraraka.

— Nada importante —respondió Chad rápidamente, colocando una mano en el brazo de Izuku de forma protectora—. Solo le explicaba a Uraraka que este no es un buen momento para visitas.

𝐒𝐢𝐠𝐮𝐞 𝐌𝐢 𝐕𝐨𝐳 - 𝐈𝐳𝐮𝐤𝐮 𝐌𝐢𝐝𝐨𝐫𝐢𝐲𝐚 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora