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Era una tarde cálida y soleada en Italia

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Era una tarde cálida y soleada en Italia. Chad e Izuku caminaban por las calles empedradas, disfrutando de la vista de los edificios históricos y el ambiente vibrante que llenaba el lugar. Las tensiones con la familia de Chad seguían presentes, pero pasear por la ciudad con Izuku hacía que todo pareciera más llevadero. Se tomaban de la mano, algo que Chad aún se esforzaba por disimular, pero no podía evitar la sensación de calidez y seguridad que el contacto con su alfa le brindaba.

De repente, Chad se detuvo frente a una cafetería al aire libre, donde una pareja de alfas y omegas estaban sentados con un pequeño cachorro entre sus brazos. El bebé reía alegremente, envuelto en una mantita suave, mientras sus padres intercambiaban sonrisas cómplices y lo acariciaban con ternura. La escena fue como un golpe suave pero firme para Chad, quien no pudo apartar los ojos de la pareja y el cachorro.

Izuku, al notar que Chad se había detenido, lo miró con curiosidad.

— ¿Todo bien, Chad? —preguntó Izuku, inclinándose ligeramente para ver el rostro de su omega.

Chad parpadeó, como si hubiera salido de un trance, y apartó la vista con rapidez.

— Sí, sí, todo bien —respondió, aunque su tono traicionaba una mezcla de incomodidad y algo que no podía identificar del todo.

Izuku sonrió, siguiendo la mirada de Chad hacia la familia que aún jugaba con su cachorro. Entendió al instante lo que lo había detenido, y sintió un pequeño nudo formarse en su estómago. La idea de tener cachorros, de formar una familia, era algo que le había cruzado por la mente, pero nunca lo había considerado seriamente hasta ese momento.

Mientras continuaban caminando, Chad no podía dejar de pensar en el bebé que había visto. Su mente divagaba entre imágenes de un pequeño cachorro, tal vez con el cabello de Izuku y sus propios ojos, riendo y jugando entre ellos. El calor en su pecho comenzó a aumentar, y algo desconocido empezó a formarse dentro de él: una necesidad profunda, casi visceral.

Chad trató de alejar esos pensamientos, pero eran más fuertes de lo que esperaba. Había escuchado sobre la "fiebre del cachorro," una especie de deseo que los omegas experimentaban cuando su instinto de formar una familia se hacía más fuerte. Hasta ahora, nunca lo había considerado para sí mismo. No creía estar listo para algo tan grande, pero la idea de tener una pequeña vida entre sus brazos, compartida con Izuku, no parecía tan descabellada ahora.

— Izuku... —Chad murmuró, su voz algo dubitativa.

Izuku lo miró, con una sonrisa tranquila.

— ¿Sí?

Chad dudó por un momento, sintiendo cómo su pecho se llenaba de emociones confusas.

— ¿Alguna vez has pensado en... tener un cachorro? —preguntó, su voz baja mientras miraba al suelo. Apenas podía creer que estaba planteando el tema.

𝐒𝐢𝐠𝐮𝐞 𝐌𝐢 𝐕𝐨𝐳 - 𝐈𝐳𝐮𝐤𝐮 𝐌𝐢𝐝𝐨𝐫𝐢𝐲𝐚 𝐱 𝐎𝐜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora