IV.

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Dos semanas después…

- Hora del deceso – digo y miro mi reloj – 18:30 de la tarde – finalizo y me quito los guantes –
- Doctora hizo todo lo que pudo – comenta una de las enfermeras y asiento –
- Le diré a los familiares – aviso y salgo del quirófano –

Camino todo un pasillo y me acerco a la sala de espera, llamo a la familia del fallecido y finalmente les doy la noticia, esta es la parte más dolorosa de todas, cuando tengo que dar la noticia del fallecimiento de sus familiares, me disculpo y me doy la vuelta para caminar hasta el ascensor, al llegar toco el botón y espero a que suba, me cruzo de brazos mientras espero y nuevamente la pelirroja pasa por mi mente. Ya hace dos semanas que la conocí, que conocí a mi nueva vecina y aunque nos hemos tropezado algunas veces, no es nada del otro mundo, casi siempre es en el ascensor donde nos saludamos y luego cada quien en lo suyo, resoplo pesadamente.

-El ascensor – susurro mientras entro y me volteo para tocar urgencia –

Unos minutos después estoy saliendo del ascensor y cuando estoy por ir a urgencia escucho mi nombre y me detengo, me volteo y veo a mi madre, sonrío mientras se acerca a mí, puedo admirarla y sonrío maravillada, es tan hermosa la trigueña, al llegar a mí la abrazo y escucho su risa, le dejo un beso en la mejilla y finalmente nos saludamos, me acompaña hasta urgencia y en ese preciso momento llegan dos emergencias, miro a mi madre quién asiente y entonces cada una se coloca una bata, los guantes y un tapaboca, arreglo mi estetoscopio en los hombros y salimos por urgencia, esperamos a que bajen a los heridos. Al bajarlos los paramédicos, mi madre se hace cargo de uno y yo de otro, y esta es mi día a día… el salvar vidas.

                                                …

- ¿Ya te vas? – me volteo y asiento –
- Estoy cansada y no puedo más – respondo y Mariam me abraza –
- Suerte con encontrarte a tu vecina – dice mientras nos alejamos y niego –
- Boba – digo y me volteo para seguir mi camino –

Camino hasta salir del hospital y me detengo, resoplo mientras me abrazo y alzo la cara al cielo, ya es casi fin de año y hasta ahora lo único cierto que tengo es que mañana me toca trabajar, niego y bajo la cara para acercarme al estacionamiento, al llegar saco las llaves de mi coche y le bajo el seguro, me subo y suspiro al sentir la calidez, dejo mis cosas en el puesto del copiloto y me pongo el cinturón de seguridad, enciendo el coche y también la radio, me detengo para prestarle atención a la canción y reconozco la voz de Pablo Alborán, sonrío y entonces tomo camino para salir del estacionamiento e ir a casa.

Treinta minutos después, llego al edificio y apago el coche, agarro mis cosas y me bajo, le paso seguro y alzo la cara, a lo lejos la veo a ella y sonrío, me doy la vuelta y camino hasta la entrada del edificio, Paco se da cuenta de mi presencia y se acerca para abrirme la puerta, nos saludamos y finalmente camino hasta el ascensor, al llegar toco el botón y espero a que baje. Fue cuestión de segundos para que se abrieran las puertas del ascensor, entro y me detengo para esperarla, entra y cuando alza la cara se ríe y yo sonrío porque es tan bonita su risa.

- Buenas noches portera – saluda mientras se arregla el blazer y me rio mientras doy un paso atrás y ella toca el botón diez –
- Buenas noches señorita – saludo y se voltea para verme –

Ambas sonreímos y nos quedamos en silencio, mi mente grita porque le hable pero no puedo, me paralizo frente a ella o bueno a sus espaldas, suspiro y segundos después se abren las puertas del ascensor, Jennifer se voltea y se atraviesa entre las puertas para hacerme una seña de que salga primero y asiento sonriente, le agradezco y salgo para entonces esperarla, arregla su falda y se acerca a mí para caminar a mi lado hasta que llegamos a nuestros departamentos.

- Jennifer – la llamo y se voltea para verme –
- Dime Alison – dice y me muerdo la mejilla por dentro –
- Vamos Ali – dice mi subconsciente –
- ¿Te gustaría ir por un café? – pregunto y se queda observándome –
- ¿Te parece mejor en mi departamento? No quiero salir más – susurra y sonrío –
- Dejo mis cosas y voy ¿te parece? – pregunto y sonríe –
- Mejor – responde y asiento –

Me volteo y saco las llaves de mi mono médico y abro la puerta, cierro con mi espalda y enciendo la luz, Chin aparece y salta para que yo lo cargue, algo que hago rápidamente, camino hasta el sofá donde dejo el bolso y bajo a Chin, camino hasta mi habitación y enciendo las luces, saco mi celular del mono y lo dejo en la cama, me desvisto y entonces agarro mi toalla para ir al baño, antes que nada necesito una ducha para quitarme el olor a hospital.

Después de media hora, tengo una pijama puesta y salgo de mi habitación, me acerco a la cocina y agarro las llaves del departamento, camino hasta la entrada y Chin ladra, me volteo y le aviso que ya vengo, me mira unos segundos y sigue jugando en el sofá, abro y salgo del departamento para cerrar ahora la puerta, respiro profundo y cuento hasta diez para entonces tocar el timbre del departamento de al lado, espero unos segundos y Jennifer abre la puerta, me quedo paralizada mientras subo la mirada lentamente.

Admiro las piernas largas de Jennifer y muy bien tonificadas, con calma subo la cara y puedo ver que tiene un short azul, paso por su abdomen cubierto por la blusa y subo a su escote, Jennifer es impresionante hasta con ropa de dormir, cuando llego a su rostro la veo sonriendo y me da un espacio, agradezco y entonces entro a su departamento, lo observo y es igual de grande que el mío, con una vista magnífica de New York, pero también con un blanco pulcro que enamora a quien sea, la elegancia de Jennifer es muy evidente.

- ¿Cómo te gusta el café? – pregunta y me volteo para ver hacia la cocina donde ella va entrando –
- Negro, con dos de azúcar – respondo y hace una mueca pero luego asiente –

Alza la cara cuando está listo y me hace un gesto, asiento y me acerco para sentarme frente a ella, sirve unas galletas y sonrío agradeciendo, comenzamos a tomar de nuestros cafés y también a conocernos, me mira asombrada al saber que soy médico internista en un hospital, supongo que yo haría lo mismo si vivo en un lugar tan costoso como Lowe Manhattan, son gustos que un médico no se podría dar tan fácilmente al menos no uno de un hospital, solo que el director es mi padre y su regalo de graduación para mí fue eso, el departamento.

- ¿Y tú a que te dedicas? – pregunto y sonríe triste –
- Trabajo en una empresa – responde –
- ¿Y por qué la tristeza? – pregunto curiosa –

Pero Jennifer niega, más bien me cambia el tema y ahora conversamos de mi perro, sé que mi mirada se ilumina porque Jennifer sonríe anchamente y me sonrojo, comenzamos a conocernos y me parece tan misteriosa, sin embargo, respeto que quiera evitar hablar de ella, de su familia y todo lo que ello conlleva, así que hablamos de nuestras amistades y así vamos pasando un rato más ameno, entre risas y anécdotas, no sé porqué pero me siento tan bien aquí, frente a ella y sonrío mientras la escucho hablar de su adolescencia junto a su gemelo y termino por reírme.

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