Capítulo 15
Frida Valentine.
Ha sido un día largo de ensayos. Cada extremidad de mi cuerpo duele. Me siento exhausta, pero aún no estoy lista para el espectáculo de trapecio. La función comienza, y yo observo desde la distancia. El vestuario que llevo está lleno de lentejuelas, y el maquillaje está perfecto, cada detalle cuidado al máximo.
El escenario es un hervidero de actividad. Conozco todos los movimientos, todo está estructurado, cada gesto debe ser elegante. Es hora del desfile con Kirbaj. Me acerco, lo sujeto fuerte de su cabeza.
──Lo harás bien, tranquilo. Yo estaré contigo.
Salimos a escena juntos, él y yo. Kirbaj, el majestuoso león, se muestra al público con orgullo. Los niños, en especial, se asombran al verlo tan de cerca. Entre ellos, un niño en particular busca llamar la atención de Kirbaj, imitando el sonido de los leones. Puedo ver cómo esto pone ansioso, hala de mi y de la correa.
Aunque soy delgada, mi entrenamiento en el trapecio y las pesas me han dado una fuerza que a menudo sorprende a los demás. Así que, con determinación, logro sujetar a Kirbaj con firmeza. Lo halo hacia mi cuerpo con fuerza, sintiendo como la tensión en su cuerpo se amplifica y empieza a rugir. Los niños se asustan, y la situación se torna tensa.
Puedo sentir mi corazón latir con fuerza en mi pecho pero debo mantener mi sonrisa y la elegancia, nunca debes mostrar miedo. Jamás. Eso está prohibido.
Lo sigo sujetando y lo halo con más fuerza hacia mi cuerpo logrando llamar su atención.
Mi padre, siempre rápido, intenta animarlos con un chiste. Pero sé que es hora de sacar a Kirbaj de allí antes que las cosas empeoren. Con pasos medidos y firmes, me dirijo hacia la salida con el león. Nos vamos juntos, dejando atrás la tensión del momento y el espectáculo que sigue su curso sin nosotros.
Con Kirbaj finalmente a salvo detrás del escenario, me tomo un momento para respirar profundamente. Puedo sentir la adrenalina aún bombeando en mis venas. No hay mucho tiempo para descansar, la función sigue.
En el fondo, los sonidos del espectáculo continúan, las risas, los aplausos, los murmullos de admiración.
Llevo a Kirbaj hacia su jaula con pasos firmes pero tranquilos, intentando calmar la tensión que aún fluye en él. Sus músculos están tensos, y su mirada muestra un destello salvaje. Es un animal poderoso y su reacción es comprensible después de la excitación del espectáculo. Mientras caminamos, le sigo hablando en voz baja, diciéndole que todo está bien, que ya pasó.
Finalmente llegamos a su jaula. Con cuidado, lo guío adentro, asegurándome de que se sienta lo más seguro posible. Antes de cerrar la puerta de su jaula, acaricio su pelaje una vez más.
──Buen chico, Kirbaj. Todo está bien ahora. Descansa. ──Cierro la jaula con delicadeza y me aseguro de que esté bien asegurada.
Luego, reviso el resto de los leones. Quiero asegurarme de que todos estén a salvo y tranquilos. Con cada uno de ellos, paso unos momentos, hablando en voz baja, tocándolos suavemente. La rutina me ayuda a relajarme también, a dejar atrás el estrés del espectáculo. Todo parece estar en orden, así que empiezo a alejarme para finalmente tomar un merecido descanso.
Justo cuando estoy por irme, escucho el crujido de una rama romperse. Automáticamente frunzo el ceño y me giro hacia el lugar de donde provino el sonido. De las sombras emerge una figura. El corazón me da un vuelco al reconocer a Benjamín. Va vestido con un traje gris claro perfectamente entallado a su cuerpo, y su presencia parece iluminar la noche.
La sorpresa de verlo aquí se mezcla con la adrenalina que aún corre por mis venas. Sin pensar, sigo el impulso de correr hacia él. Me lanzo sobre su pecho, abrazándolo con fuerza. Siento su corazón latiendo debajo de su chaqueta y el familiar olor de su loción. Todo el estrés y la tensión del día parecen desvanecerse en su abrazo.
──Benjamín, ¿qué haces aquí? ──pregunto, todavía sin soltarlo, mi voz cargada de emoción y alivio.
Él me abraza con la misma fuerza, sus manos cálidas proporcionándome una comodidad que he necesitado durante todo el día.
──Quería verte, Frida. Sabía que habías tenido una jornada difícil y me preocupaba. ──susurra, acuna mi rostro.
Sus palabras me llenan de una calidez reconfortante.
──Gracias. ──susurro contra su pecho. ──. Realmente necesitaba esto.
Sonríe levemente.
──¿Qué ha pasado en la carpa?
──¿Estabas allí? ──asiente. ──. Un niño le rugió a Kirbaj tratando de llamar su tensión, él no se tensa por ello pero creo que sintió mi tensión, mi estrés y eso hizo que él reaccionara. Logré sujetarlo pero sabemos que él es mucho más fuerte que yo, y que si hubiese querido me arrastra y se lanza sobre el niño. ──suelto dejando salir todo. ──. El día ha sido agotador.
Sus dedos se pasean por mis mejillas con suavidad, nota algo en mi mano y busca sujetarla.
La correa me quemó.
──No tengo dolor.
──No imagino el miedo que debiste de sentir. Pero lo manejaste bien. No se notó.
──¿Lo juras?
──Lo juro, solo me di cuenta que pasaba algo fue porque tú padre se poso en el medio y siguió con el resto de los leones. ──suspiro con pesadez. Dejo caer mi cabeza sobre su pecho y cierro mis ojos.
──Si Kirbaj llega a atacar a alguien, van a matarlo. Ese es mi peor miedo. ──suelto, siento sus manos por mi espalda.
──No atacará a nadie. No me comió, así que es un buen chico. ──río bajo relajándome. Vuelvo a elevar mi mirada hacia él.
──Gracias por estar aquí. En serio. ──musito.
──No me des las gracias. Mejor dame un beso. ¿Te parece? ──sonrío con picardía.
──Me parece. ──me pongo de puntillas para acercarme a sus labios, me recibe con gusto, puedo sentir como su cuerpo se tensa a medida que muestro beso va cayendo en profundidad.
Lo leones rugen y nos alejamos interrumpiendo el beso, desvío mi mirada hacia la entrada de la carpa, se escuchan voces, Benjamín ya sabe que hacer y nos guía detrás de las jaulas.
──Mi padre debe estar molesto por lo que hizo Kirbaj. ──susurro. ──. Quédate aquí, espérame unos segundos, por favor. No salgas por nada del mundo.
──¿A dónde irás?
Llevo mi dedo a sus labios, mi padre ha entrado a la carpa, llega con gritos. Lo sabía, no iba a quedarse tranquilo.
──Este león casi nos aniquila. ──grita, Benjamín se tensa y niego con mi cabeza, tomo una cubeta con cuidado, y le susurro que se quede allí. ──. ¡Estúpido león de mierda! Si hubieses hecho algo….
Salgo llamando su atención. Se gira a verme tiene un barra de madera en sus manos.
──¿Dónde estabas? ──gruñe hacia mi.
──Si llegas a pegarle a Kirbaj papá, me voy. ──sentencio. ──. Es un animal salvaje, fue normal su reacción. No pasó nada más, sólo fue una reacción.
──Una reacción que puedo terminar en varios muertos. ──gruñe.
──Pero no fue así. Estaba tensa, cansada y frustrada por los ensayos, le trasmití eso. Por ello reaccionó así. Fue mi culpa. ──vocifero molesta. ──. Déjalo quieto, ya lo calme. No volverá a pasar. La próxima vez que me sienta frustrada Kirbaj no saldrá conmigo.
Tensa su rostro, oculto mi mano porque si llega a ver qué la correa me quemó por la fuerza que ejercí, va a ponerse peor.
Joaquín entra y nos observa a ambos, y a los hombres de mi padre.
──Señor… ya terminó el entretiempo. ──dice.
Mi padre asiente.
──Contrólalo, Frida. Me voy. ──se va sin más, todos los siguen incluso Joaquín quien ya debe empezar a prepararse.
Siento que el peso me abandona. Unos dedos rozan mi hombro con dulzura, me giro para ver a Benjamín.
Trago grueso.
──Debemos curar tu mano.
──En mi trailer tengo un botiquín.
──Vamos…
Le doy un último vistazo a Kirbaj, guío a Benjamín entrelazando su mano con la mía detrás de la carpa, evitando que seamos vistos por los empleados, observo a los lados no hay nadie, abro la puerta y lo guío para que entre primero.
Evidentemente un hombre como él se ve inmenso en un espacio tan reducido como lo es mi trailer.
Paso el seguro, y bajo las persianas.
──¿Dónde está el botiquín? ──Señalo uno de los gabinetes y me siento en lo que cumple la función de comedor, noto que tengo varias fotografías de Paris regadas, y las recojo como puedo y las hago a un lado.
Benjamín se quita su saco, y se sienta frente a mi, extiende su mano para recibir la mía.
──Sólo es una leve quemadura.
──Lo se. Pero cuando suba al trapecio y me toque sujetarme de las cuerdas, va a doler. Sobre todo cuando haga la parada de manos. ──digo. ──. Voy a tener que usar guantes. Ayuda con la sudoración pero aún así, es incómodo. Se tiene mejor agarre sin ellos.
Toma una gasa y con cuidado me limpia, molesta pero es tolerable y luego aplica una crema la cual lee para verificar que sea una que sirva, y coloca una pequeña venda.
──En un par de días estará bien.
──Gracias. En serio.
Niega, su mano va hacia mis labios.
──¿Cómo es que no se corre? ──inquiere con una leve sonrisa en sus labios.
──No es transferible.
──Me encanta como te queda el labial rojo. Y como destellas bajo las luces con tus trajes. Eres hermosa Frida, en todos los aspectos. ──musita siento mis mejillas arder. ──. Me hipnotiza tu belleza, y me gusta estar contigo.
Me sonrojo.
──A mi me gusta como te quedan tus trajes Tom Ford, como la seguridad te arropa y sobre todo, como me miras. Y también me gusta estar contigo.
Se levanta, y se desliza en mi asiento para estar más cerca de mi.
──Lo que dijiste cuando hablamos por teléfono, ¿Es cierto?
──¿Lo de que nadie va impedir que te vea?
Asiente.
──Es cierto. ──susurro, se inclina para besarme y me pierdo en sus labios.
Oh Dios.
ESTÁS LEYENDO
Circus
RomanceFrida nunca conoció otro hogar que no fuera el circo. Creció entre trapecistas y magos, donde lo imposible se hace realidad cada noche. Pero durante una velada de ensueño en Texas, la realidad irrumpe en forma de un desconocido misterioso y persegui...