Don't Smile

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El viento golpeaba sutilmente su piel mientras el frío de la noche teñía sus mejillas de un lindo rubor rosado natural...

La música reproduciéndose en sus audífonos, amaba esa canción de Sam Smith. Sonrió y cerró los ojos mientras mantenía su cabeza sostenida sobre sus brazos cruzados sobre el césped recién cortado. Tenía una pierna estirada y la otra estaba flexionada mientras daba ligeros golpes al aire con el ritmo de la música.

Justo a su lado estaba su valioso y bello telescopio Celestron que fue un regalo de sus padres y que tanto amaba. En algunas ocasiones los extrañaba.

Se levantó una vez, la canción dejó de reproducirse y tomó su cuaderno de notas, incluyendo ese viejo diario de pastas de cuero negro que usaba como parte de su día a día.

No era un diario; escribía cosas que pensaba en ese momento mientras miraba atraves de las constelaciones. El observatorio estaba abierto; siempre lo estaba para él un estudiante muy interesado en la astronomía.

Comenzó a escribir en sus hojas blancas que ya estaban sueltas gracias al desgaste de las pastas de cuero.

"Siempre me ha gustado el silencio del observatorio. Aquí bajo las estrellas, el mundo parece detenerse, como si los problemas no pudieran alcanzarme. Aveces desearía poder compartir este silencio con alguien más, alguien que entienda que no es soledad, si no paz"...

Sonrió al terminar de escribir y comenzó a guardar sus cosas con cuidado. Miró la hora en su reloj puesto sobre su muñeca. 12:45, era tarde, pero era viernes, podía llegar tarde a casa.

Observó que nada se quedara en el pasto verde y comenzó a caminar sin soltar esa vieja libreta, regalo de su abuela paterna antes de morir.

Caminó directo al portón y miró al vigilante que estaba leyendo alguna revista barata con una linterna que sostenía con su mano derecha mientras la izquierda la usaba para pasar de página.

Sonrió alzando su mano para despedirse; seguramente era la última persona dentro de ese lugar, pero John ya lo conocía bastante bien, así que solo sonrió y alzó su mano para despedirse.

El pelinegro tomó el pasador y salió finalmente. Las calles estaban obscuras, pero había mucho movimiento; podría escuchar la música de algunas fiestas de las fraternidades universitarias, ambulancias y policías; era evidente que eran días de mucho peligro, pero ya conocía el lugar que lo vio crecer. Siguió caminando sin notar que algunas hojas en blanco se habían salido de aquella vieja libreta, incluyendo su último escrito...

Esta noche el viento estaba fuerte, así que tomaría el camino largo. Era más seguro y podía escuchar la música que le gustaba con más placer y tiempo, dejando atrás ese último escrito de ese día en una de las banquetas...

☆ ☆ ☆

Un trío de chicos iban corriendo sin mirar atrás y tratando de no tropezar mientras la policía los iba persiguiendo...

El trío chocó en un punto frente al parque del centro.

—No sean idiotas, tenemos que separarnos —dijo uno de ellos mientras corría hacia los pasillos de los edificios libres del otro lado de la calle.

El otro pelirrojo corrió hasta el estacionamiento de un edificio.

El más alto de los tres buscó con la mirada hasta toparse el observatorio y corrió dando la vuelta, evitando que los policías lo vieran; desafortunadamente ya iban tras del pelirrojo; al menos esa noche no sería él en aquella comisaría.

Se apoyó sobre la barda del observatorio y comenzó a tomar aire después de correr por más de diez cuadras, lo cual era una desventaja, pues la policía iba sobre sus bicicletas y ellos simplemente corrieron con lo que sus pies daban.

Su pecho estaba subiendo y bajando rápidamente, tratando de encontrar la calma después de la adrenalina de su cuerpo tras la carrera y el miedo de ser atrapado.

Poco a poco su respiración comenzó a regularse más y más hasta suspirar de alivio.

Caminó un poco asomándose por la orilla, ya no había policías rodeando su lado. Se dejó caer sobre la banqueta, estaba muy cansado y posó sus brazos en la banqueta mientras extiraba sus piernas fuera del filo.

Sonrió, Seguramente habían encontrado a Minghao; no importa, siempre los dejan libres porque en realidad no hacen algo tan malo para ser tan castigado. No roban, no asaltan, simplemente hacen arte y lo hacen gratis para los propietarios. La gente debería decir al menos gracias.

Se enojó recordando la última vez en esa celda; una sola noche le bastó para huir y emprender viaje lejos de los lugares, una vez que la policía llegará.

Miro una hoja blanca tratando de irse hacia algún lado con las ráfagas de aire hasta llegar a sus pies.

Ladeó su cabeza y se estiro para tomarla, la abrió y miró una letra bastante elegante y fina.

El dibujo de un chico agarrando una estrella en la esquina de la hoja lo hizo sonreír.

"Siempre me ha gustado el silencio del observatorio. Aquí bajo las estrellas, el mundo parece detenerse, como si los problemas no pudieran alcanzarme. A veces desearía poder compartir este silencio con alguien más, alguien que entienda que no es soledad, si no paz.

—¡Gyu!

Alzó la vista, mirando al pelirrojo llegando a su lado. —¿Y ellos?

—Los perdí bajo el estacionamiento, Seokmin ya no tarda en encontrarse con nosotros; le mandé mensaje.

—Muy bien.

Ambos se levantaron, y chocaron los cinco.

Mingyu iba a hacer bola la hoja de papel en su mano y tirarla de nuevo, pero optó por volver a doblarla y meterla en el bolsillo secreto de su chaqueta de mezclilla.

Después de todo, era un lindo dibujo.

Entre cartas y constelaciones [ MINWON / MEANIE ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora