Entre cartas y constelaciones [ MINWON / MEANIE ]

SAVE YOUR TEARS

Wonwoo salió tarde nuevamente del observatorio y miró una hoja de papel sobre la banqueta con un listón amarillo amarrado.

Volteó hacia todos lados buscando si a alguien se le había caído, pero no encontró a nadie en el lugar. Parecía dejado ahí a propósito y se atrevió a quitar el listón deshaciendo el lindo moño amarillo.

Sonrió al ver un lindo boceto hecho a pluma de tinta negra de un diamante gigante junto a una estrella enorme.

No pudo ocultar su emoción y sintió sus mejillas tibias agarrando fuertemente el papel.

Se sentó al borde de la banqueta y sacó su libreta junto a un bolígrafo azul.

"El universo es tan vasto que el tiempo parece una ilusión. Aveces me pregunto si nosotros, aquí en la tierra, también somos una ilusión. "Nuestras vidas, nuestras ilusiones, son sólo destellos breves en un cosmo infinito y sin embargo esas breves chispas lo son todo para nosotros".

J.W

En la esquina de la hoja dibujo un par de diamantes tomados de la mano y la doblo dejándola justo en el mismo lugar donde apareció el boceto. Se fue con una sonrisa y guardó el dibujo entre su libreta vieja y querida. Hoy no había aire fuerte; con suerte estaría ahí por un buen tiempo.

☆ ☆ ☆

Mingyu llegó después de terminar la estupida pintura que Minghao quería hacer y sonrió al ver una hoja completamente diferente a la suya.

Caminó hasta estar frente a la hoja, se agacho, la abrió y ahí estaba el escrito, lo leyó un par de veces y miró el dibujo a la esquina. Seguía siendo terrible, pero las letras eran reconfortantes.

Lo mejor es que la deuda ya estaba pagada por adelantado y sonrió llevándola a su chaqueta de cuero; esta vez no tenía que devolverla.

Se fue del observatorio hasta llegar a su apartamento.

Miro el lugar como un desastre. Sus tíos no estaban otra vez. Al menos podía tener tranquilidad y paz durante esa noche.

Se dejó caer sobre el sofá y sacó el escrito, tomó un vaso con agua y salió al balcón mirando las estrellas.

—¿Qué tienen de especial? ¿Por qué le gustan tanto? —bajo la mirada y sonrió— y porque me gusta a mí que le gusten tanto.

Volvió a su apartamento. Será una noche difícil. El lugar estaba terrible, estaba sucio, no había vuelto en más de cinco días, sus tíos lo habían corrido de casa la última vez y se tomó muy en serio sus palabras.

Comenzó a limpiar la sala y la cocina, sacando la basura y dejando todo perfectamente acomodado.

Siguió con el baño y su habitación, sacó algunas cosas que ya no utilizaba y miró la hora.

Eran más de las cinco de la mañana.

Tomó una ducha y dejó reposar su cuerpo con el agua tibia.

Salió nuevamente al balcón y miró la hoja un par de veces más. Era lo más cercano a lo reconfortante en su vida después de la muerte de sus padres.

Sus tíos jamás lamentaron la muerte y pérdida que había pasado después de ese accidente; solo lo tomaron como una responsabilidad que no querían tomar.

Los extrañaba, cuando era pequeño, solamente su abuelo se atrevió a decir que ellos estaban ahí en el viento sobre su cara, en la lluvia sobre su cuerpo, los rayos de sol, el pasto, el brillo de las estrellas siempre estaban ahí, que cuando los necesitara pensara tanto en ellos y ahí estarían.

Y lo cree; aún cree que ellos siguen a su lado a pesar de todo, a pesar de ser el hijo que no hubieran deseado tener.

Pero su madre se lo dijo tantas veces: él fue el mejor regalo del cielo.

Y para él ellos fueron el mejor regalo de vida. Limpió algunas lágrimas que brotaron de sus ojos y suspiró.

Hacía mucho tiempo que no había pensado en sus padres y agradeció al chico pelinegro por ello.