Capítulo 6

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El día después de la "tragedia"

Hazel

Me despierto por un fuerte dolor de cabeza y una molestia en mi espalda. Siento algo raro tocándome la piel... ¿arena?

Abro mis ojos lentamente. El cielo es lo primero que veo, haciendo que me siente de golpe. ¡¿donde estoy?!

Miro a mi lado y ahí esta Noah, en ropa interior durmiendo. ¡Puta madre! ¡¿Que hice anoche?!

Me doy un segundo para admirarla como se debe. Su abdomen algo marcado sube y baja con tranquilidad —ya quisiera yo—. Mi vista baja hasta su entrepierna, a la cual la único que la tapa de mi vista son sus bragas negras, ¿porque mierda me fijo en su coño?

Cuando subo mi vista a sus pechos, varios recuerdos de anoche me vienen a la mente. Ella completamente desnuda.

Me sonrojo al instante de tan solo pensarlo.

Ella debajo del sostén qué trae tiene unos hermosos pechos, no muy grandes, pero exitantes, los cuales daría millones por tocar... digo, dibujar.

Su cuerpo es de modelo... me encantaría poder dibujarla sin nada... como su mamá la trajo al mundo.

Tiene un muy hermoso cuerpo, eso es innegable.

No tiene ninguna imperfeccion... y el mio es lo contrario, aunque no es tan terrible, puedo vivir con un mal físico, no es algo tan malo.

—Noah... —murmuro, tratando de hacer que se despierte.

Ella no contesta, así que me toca volver a insistir.

—Noah.

Ella continúa sin despertar...

—¡Noah!

Cuando veo que no ne responde me cabreo, y me dispongo a gritar con fuerzas.

—¡NOAH!

Ella se levanta de golpe, algo asustada por mi grito. Ella me mira aturdida, para luego observar donde estamos y su aspecto.

—¿Que mierda...? —se observa—, ¿que paso anoche?

—Solo recuerdo que tomamos mucho, y que nos metimos al agua... desnudas por cierto —murmuro, sin observarla. Me da demasiada vergüenza.

—Ya me acorde... —se agarra la cabeza con mal humor—, perdón si te dije algo ofensivo ayer, no te mereces que te trate tan mal, aunque lo voy a seguir haciendo igual.

—¿Y para que te disculpas entonces?

—Para que veas que es de broma y no enserió —se vuelve a recostar en la arena.

—Oh, bueno —murmuro, buscando mi teléfono con la mirada, pero en eso encuentro un IPhone destrozado. Ese no es mi celular.

Lo tomo y le pico dos veces a la pantalla. La imagen de un perro doberman ilumina la pantalla. Es el teléfono de Noah.

—Eh... Noah, tu teléfono —le dejo el celular arriba del abdomen, al ver que no se mueve del suelo.

Estamos destinadas a perder | Estamos destinadas a ganar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora