Capítulo 12

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Montaña rusa de emociones

Jackson

—¿Mamá? —observo a la mujer que tengo delante con la boca entreabierta.

Si, joder, es ella.

—Jackson... —la mujer balbucea, tratando de contener sus lágrimas—. Estas tan grande...

Ahí esta ese acento brasileño que no lograba recordar.

La observo sin saber que contestar. ¿Que le voy a decir a la señora que nos abandono hace catorce años aparte de insultarla?

—¿Que hace ella acá, papá? —la voz fuerte de Noah resuena por toda la oficina de papá, haciendo que todo se vuelva aun más tenso.

Con solo escuchar su voz puedo saber que esta muy enojada.

—Pregúntale a ella —papá se agarra la cabeza estresado.

—¿Que haces acá? —Noah se voltea a Mariana con el ceño fruncido, como si quisiera quemar la con la mirada.

—Em... Noah... vine a verlos, quería saber como estaban y...

—Pues ya nos viste, ahora andate —se cruza de brazos.

—Noah... lo lamento. Si me dejaras explicarte todo yo...

—Aquí no hay nada que explicar, Mariana —observo a la mujer con el ceño fruncido—. Ya escuchaste a mi hermana. Fuera de aquí.

—Jack...

—Nada de Jack, para ti soy Jackson o señor Ackerman. Entiéndelo.

—¿Por que no nos tranquilizamos un poco? —papá trata de calmar un poco a Noah en especifico, quien esta apunto de explotar.

Se le hincharon las venas del cuello y su mandíbula se tenso. Esta realmente enojada.

—¿Enserió nos pides que nos tranquilicemos cuando la zorra qué nos abandono hace catorce años vuelve como si nada? —Noah suelta sin filtro aparente—. ¿Que quieres, papá? ¿Que me ponga feliz? La zorra debería haber vuelto hace catorce años, no ahora.

—Quiero arreglarlo todo y... —Mariana trata de hablar, pero Noah la detiene.

—Podrías haber pensado eso antes, ¿no lo crees? ¿Nunca pensaste en el daño que les hiciste a Asha y a Jackson? ¿Jamás?

—Claro que lo hice, pero...

—Púdrete y déjanos en paz.

—Noah...

—Nada de Noah, solo una persona aparte de mi familia tiene permiso de decirme así, y tu no eres de mi familia —su mirada se endurece.

—Lo lamento tanto... pero, hija..

—¿Y a mi que? —se da la vuelta, antes de irse por la puerta dejándonos a nosotros tres.

Yo se que a Noah le afecta mucho verla, más que a mi, porque cuando se fue yo era pequeño y ya casi ni la recordaba, pero Noah tenía doce, y recuerdo que era muy cercana a Mariana.

Estamos destinadas a perder | Estamos destinadas a ganar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora